Julio 16 de 1914
Cinco días antes fue nombrado por Huerta secretario de Relaciones Exteriores, por lo que a la renuncia de éste, le corresponde por ministerio de ley, hacerse cargo de la presidencia de la República.
Al asumir el cargo cuenta con el apoyo de casi todos los generales y coroneles, en tanto a nivel de la tropa comenzó lentamente la desbandada. Por eso, cuatro días después, el 20 de julio de 1914, Carranza lanzará amenaza de muerte a los militares que siguieran combatiendo:
"El antiguo Ejército federal será licenciado sin que sea retenido en el servicio ni un solo soldado. Todos los que se han obstinado en la innoble tarea de defender al usurpador, serán juzgados sumariamente de acuerdo con la Ley del 25 de enero. Los que se rindan a tiempo quedan amnistiados; pero por el término de cinco años serán privados de sus derechos de ciudadanía. Y, sin excepción, todos los individuos que tomaron parte en el golpe de Estado y en la traición a Madero, serán castigados con todo el rigor que merecen". (Citado por Ramírez Rancaño Mario. La Disolución del Ejército Federal. Teoloyucan 1914).
La amenaza provocará la inquietud y el nerviosismo entre los jefes militares, sobre todo a partir de la toma de Querétaro por los constitucionalistas. Varios de ellos solicitarán su retiro y abandonarán la capital. La propaganda carrancista llegará hasta los cuarteles y producirá numerosas deserciones.
Carvajal y el general José Refugio Velasco "ordenaron al general Eduardo Camargo que hiciera un estudio sobre la viabilidad de defender la capital de la República con e! ejército. Una comisión técnica hizo un estudio que contemplaba e! reconocimiento de! terreno y de los lugares en los que podían ubicarse las columnas defensoras. El informe final resultó francamente desalentador. Concluyó afirmando que se contaba con 38 600 hombres, 18 baterías de artillería, 29 secciones de ametralladoras, 50 millones de cartuchos y 6 mil granadas. Pero la verdad de las cosas es que sólo podía disponerse de la mitad de tales recursos. No podía retirarse un solo soldado de la línea de Xochimilco, Santa Fe y de otros lugares. Por otro lado, se ignoraba con cuántos efectivos contaba el enemigo". (Ramírez Rancaño, ya citado).
En consecuencia se citará a una junta de generales, en la que las opiniones se dividirán. "Después de deliberar, a nombre de sus compañeros Samuel García Cuéllar tomó la palabra para manifestar la conveniencia de claudicar, bajo la condición de que la Revolución otorgara amplias garantías al ejército y a la sociedad. En caso contrario, García Cuéllar dijo que tanto él como sus colegas estaban dispuestos a combatir hasta la muerte. Pero no obstante el acuerdo tomado, al día siguiente varios de los asistentes a la junta solicitaron su retiro del ejército y abandonaron la capital de la República [...] José Refugio Velasco tenía la firme esperanza de poder detener y derrotar a las fuerzas carrancistas y villistas estacionadas en las afueras de la ciudad de México. Para lograrlo, además de su astucia y habilidad militar, confiaba en la rápida llegada de más de 12 mil hombres perfectamente equipados procedentes de Guaymas y Mazadán. Pero durante una conferencia que tuvo con Robles Domínguez, todo se vino al traste. Este último le mostró un mensaje girado desde Washington al comandante de las fuerzas americanas de ocupación en Veracruz, ordenándole avanzar hacia la ciudad de México en caso de que estallase combate alguno. Por ende, todo quedó olvidado". (Ramírez Rancaño, ya citado).
Durante las siguientes semanas, Carvajal buscará negociar la paz con los revolucionarios que ya asedian a la capital, como lo había hecho en Ciudad Juárez en 1911. Pero Venustiano Carranza se negará a escuchar propuestas y sólo aceptará la rendición incondicional.
El 10 de agosto, Carvajal decidirá disolver los poderes y el mismo ejército, pero el general José Refugio Velasco, secretario de Guerra y Marina, no acatará la orden sino hasta recibirla por escrito, a lo cual se negará Carvajal, quien no quiere asumir la responsabilidad de la disolución del ejército federal.
Dos días después cederá y nombrará al general Velasco "Comandante en Jefe del Ejército federal, para que, en uso de las más amplias facultades que aquí se le conceden, proceda a .tomar la resolución que, en beneficio de la sociedad y del mismo Ejército, estime oportuno, inclusive la disolución de este último, en caso necesario; cuidando de evitar todo combate dentro de la ciudad y sus alrededores con las fuerzas constitucionalistas".
Acto seguido publicará un manifiesto en el que hace pública su separación del cargo para facilitar a la revolución triunfante la instalación de un nuevo gobierno que conduzca a la pacificación del país. Expresa su deseo de que el ejército federal se incorpore al nuevo régimen, como futuro sostén; deplora la cerrazón de los constitucionalistas que exigen la rendición absoluta e incondicional. Y ante el fracaso de la lucha de Huerta, no desea prolongarla y deja a la revolución, jefaturada por Carranza, el futuro de la Patria.
Ante la inminente debacle, Carvajal no buscará ser sustituido, sino dejará al general Eduardo N. Iturbide, gobernador del Distrito Federal, a José María Luján, encargado de Gobernación, y al general José Refugio Velasco, secretario de Guerra y Marina, la responsabilidad de finiquitar la entrega de la ciudad a las tropas constitucionalistas. Será el primero de ellos, quien encabezará la firma el 13 de agosto siguiente, de los Tratados de Teoloyucan, mediante los cuales se retirará el ejército federal de la capital para proceder a su disolución. Carvajal huirá a Veracruz, en donde se embarcará en el trasatlántico María Cristina, rumbo a Europa, antes de que el general Álvaro Obregón ocupe la ciudad de México el siguiente 15 de agosto.
Francisco Sebastián Carvajal y Gual nació en Campeche, el 9 de diciembre de 1870. Inició sus estudios en su ciudad natal y los continuó en la capital del país, en donde se recibió de abogado. Fue secretario general del gobierno del estado de Tabasco y presidente de la Suprema Corte de Justicia. En 1911 firmó como representante del gobierno del general Díaz los Tratados de Ciudad Juárez con los revolucionarios maderistas. Gracias a su habilidad en la negociación realizada, el régimen porfirista y el ejército federal prácticamente permanecieron sin cambio, lo que impedirá que el presidente Madero establezca un gobierno estable y finalmente, provocará su renuncia y asesinato.
Al darse el cuartelazo de Victoriano Huerta y asumir éste el Poder Ejecutivo, Carvajal presidió la sesión en la que los ministros decidieron que la Suprema Corte de Justicia siguiera funcionando normalmente.
En 1922 regresará al país para dedicarse al ejercicio de su profesión. Morirá en la ciudad de México el 30 de septiembre de 1932.
Doralicia Carmona. MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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