Abril 24 de 1834
Antonio López de Santa Anna reasume la presidencia de la República. El centralismo retorna y los estados federales pasan a ser departamentos. Valentín Gómez Farías es desterrado a Nueva Orleáns.
Gómez Farías, vicepresidente, quedó encargado del gobierno en ausencia de Santa Anna desde el 5 de julio de 1833 hasta el 27 de octubre del mismo año. Por una nueva licencia de Santa Anna, volvió a quedar como encargado del gobierno del 19 de diciembre de 1833 hasta el 24 de abril de 1834, fecha en que Santa Anna regresa hoy a la presidencia de la República.
Hace casi un año, el 26 de mayo de 1833 Ignacio Escalada se sublevó con el lema de “Religión y Fueros”. Y mientras Santa Anna salía a combatir a los opositores del federalismo, Gómez Farías se encargó del gobierno. Al salir Santa Anna de la ciudad de México, fracasó un intento de golpe de Estado a Gómez Farías (aparentemente, las tropas se habían rebelado por orden de Santa Anna).
El vicepresidente Valentín Gómez Farías, como encargado de la Presidencia, hizo algunas reformas de tipo liberal que levantaron mucha polvareda entre los conservadores: reducir el ejército, quitar fueros a los militares y al clero, creación de escuelas y libertad de enseñanza; creó la dirección General de Instrucción Pública -con lo que rompía el monopolio que en este ámbito tenía la iglesia-; liberación de pago de diezmos. También toma medidas económicas para permitir mayor circulación de capital y mejorar la capacidad productiva de la población; nacionalización de bienes de manos muertas y otras medidas para la consolidación y amortización de la Deuda Pública. Trabajó sobre un proyecto de colonización para poblar la frontera. Emitió decretos sobre la libertad de opinión, la supresión de leyes represivas a la prensa; el mejoramiento de la vida de los indígenas, etc. Estas reformas iban encaminadas a buscar que la sociedad fuera más igualitaria y civil; además, creía que el Estado debía estar separado de la iglesia. Los afectados por las reformas, -la iglesia, el ejército y la aristocracia,- iniciaron una intensa y sistemática campaña en su contra, sirviéndose de la prensa.
Para mantenerse en el poder, Gómez Farías hizo uso de facultades extraordinarias. Santa Anna regresó el 27 de octubre y volvió a pedir permiso al Congreso el 15 de diciembre de 1833, para retirarse a su hacienda de Manga de Clavo a restablecer su salud; dejó nuevamente al vicepresidente Gómez Farías en el poder para que éste consumara sus reformas y según las reacciones que hubiera, prepararía la forma de su regreso.
Habiéndose extendido una terrible epidemia de cólera morbo –se calculan 15 mil muertos-, el clero usó la tragedia para, desde el púlpito, atacar las reformas; pues entre las medidas que dispuso el gobierno, fue la construcción, por higiene, de cuatro cementerios y salas de depósito -medida sanitaria considerada anticlerical, ya que las iglesias dejaron de percibir los ingresos por entierros y la gente recurría directa y civilmente a los cementerios-. El clero culpó al gobierno de los desastres.
La epidemia impidió llevar a cabo las reformas de Gómez Farías, y sobre todo, dio un pretexto más a clero que comenzó a atacarlo directamente, la prensa que destacaba el cambio de tono en la correspondencia entre Farías y Santa Anna, hasta que le pidió que regresara.
Así, Santa Anna llega el 24 de abril de 1834 y Gómez Farías deja el poder (el 24 de mayo fue desconocido como vicepresidente por el Plan de Cuernavaca). Santa Anna, en su primera proclama, dice: “Ni vuestra religión, ni vuestra libertad, ni vuestra seguridad, ni ninguno de los bienes que afianza y consagra la Constitución, serán impunemente atropellados.” Posteriormente, derogará las leyes emitidas por la administración de Gómez Farías.
Como los liberales empiezan a ser vistos como agentes de inestabilidad y el federalismo y a la Constitución de 1824, con suspicacia, el centralismo cobra fuerza como sistema político. Hay movimientos populares en contra de Gómez Farías “causante del malestar social” desde junio de 1834, la prensa lo ataca rudamente y aunque se defiende de las acusaciones, debe alejarse temporalmente de la política y partir al exilio. Con su familia, inicia su camino al destierro. Permanece varios días en algunos estados que lo acogen. No dispone Gómez Farías de grandes recursos pues, congruente con su liberalismo radical, había ejercido el poder íntegra y honestamente. Así, con incomodidades y penurias, recorre caminos poco frecuentados, quizá porque teme por su seguridad; lleva lo indispensable y va a Zacatecas, en donde por necesidad vende su biblioteca y algunos de sus muebles.
A principios de 1835 será renovado el Congreso que se declarará constituyente para así poder sentar las bases de la República centralista; Santa Anna, con su característica versatilidad política, lo apoyará; es entonces cuando se dispondrá la destitución legal de Gómez Farías el 27 de enero: “El Congreso General declara que la nación mexicana ha desconocido la autoridad del vicepresidente de la República en la persona de D. Valentín Gómez Farías y en consecuencia cesa éste en las funciones propias de tal encargo […]”.
Para esos días, Gómez Farías ya irá en Coahuila, de ahí pasará a Nuevo León y luego a Matamoros donde se embarcará el 15 de agosto de 1835 a Nueva Orleáns. Ahí vivirá limitadamente y se reunirá con otros liberales exiliados que lo siguen viendo como Vicepresidente de México.
El 23 de octubre siguiente, el Congreso formulará las Bases Constitucionales y el 15 de diciembre se promulgará la primera de las llamadas Siete Leyes, que establecerán constitucionalmente la centralización del régimen político mexicano.
A pesar de todo, la obra de gobierno de Gómez Farías sentará las bases de lo que serán las futuras Leyes de Reforma.
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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