20 de Abril de 1920
Afirma el general Obregón que en vista de la conducta del gobierno de Carranza, su campaña política no puede continuar y que recurrirá a las armas para salvaguardar las virtudes que el gobierno trataba de destruir.
En agosto de 1918, Obregón había declarado que no aceptaría su candidatura para la presidencia de México; y, en noviembre declinó participar como candidato para gobernador del Estado de Sonora… se hacían en torno a su persona muchas especulaciones y la que prevalecía era la de que sí sería candidato presidencial.
A fines de 1918, la inquietud por las elecciones siguientes se leía en los diarios que comentaban la cuestión ampliamente y por ese motivo el 16 de enero de 1919 Carranza publicó un manifiesto en el que recomendaba aplazar las expresiones sobre el tema para evitar la presión extranjera en la contienda electoral, que se interfiriera en la administración pública y se trastocara el orden público y de su gobierno. Indicaba también la conveniencia de que los aspirantes salieran del grupo revolucionario, que los aspirantes definieran su ideología y que los posibles candidatos esperaran hasta fin de año. Félix F. Palavicini, gerente del periódico “El Universal”, publicó un texto en apoyo a dicho manifiesto. Así, se comenzó a debatir la conveniencia de si los candidatos debían ser civiles o militares y poco después, a mencionar como posibles candidatos a Pablo González, Manuel M. Diéguez, Salvador Alvarado, Francisco Vázquez Gómez, Pedro Lascurain, Manuel Aguirre Berlanga y Luis Cabrera, pero la lista estaba encabezada por Álvaro Obregón, quien desde 1917 permanecía retirado en Sonora dedicado a sus negocios privados. Era obvio que el presidente Carranza no lo apoyaba.
El 30 de abril de 1919, en el editorial “La Sucesión Presidencial y los Civiles”, Palavicini señaló que las relaciones con los militares eran importantes para cualquiera que resultara electo. “Si bien el próximo Presidente de la República no ha menester la fuerza militar para resolver problemas políticos, sí necesitará siempre del apoyo del Ejército para conservarse en el poder durante su período legal… Es, por tanto, lógico, que ningún civil medianamente consciente pretenda el sufragio de sus conciudadanos para las elecciones presidenciales inmediatas”.
En mayo siguiente, se dio a conocer la adhesión del Partido Liberal Constitucionalista PLC para la candidatura de Álvaro Obregón, quien el primero de junio, desde Nogales, Sonora, publicó un manifiesto sobre sus pretensiones, al tiempo que envió a Carranza un telegrama en el que le comunicaba que estaba anunciando a la nación su candidatura a la presidencia. La proclama importunó a Carranza pues había en él referencias a los desaciertos de su régimen. Carranza comentó que Obregón se refería a su gobierno de modo injusto y buscó entre los sonorenses un candidato: a Adolfo de la Huerta, gobernador del Estado, no le interesaba el puesto; entonces apoyó a Ignacio Bonillas, embajador en los Estados Unidos. Pero Pablo González -jefe de las Operaciones Militares de Carranza en los estados de Puebla, Tlaxcala, Morelos, Oaxaca y Veracruz-, no apoyó a Ignacio Bonillas y anunció su propia candidatura (Bonillas anunciará formalmente su aceptación de la candidatura en Saltillo, Coahuila, el 19 de marzo de 1920).
Poco después, en julio de 1919, luego de hablar en Nogales, Sonora, con José Inés Novelo y Rafael Zubarán Capmany, Obregón autorizó al Partido Liberal Constitucionalista (PLC) para que lo anunciara como su candidato; en septiembre, el Partido Cooperativista, encabezado por Jorge Prieto Laurens, se declaró también en su apoyo; y, los primeros días de noviembre, Obregón inició su recorrido por el país… allegaba entre sus partidarios a los jefes militares con mando de tropas; a finales del ese mismo mes llegó a la ciudad de México, en donde el general Benjamín Hill promovía la organización del Centro Director Obregonista que era presidido por Fernando Iglesias Calderón.
A principios de abril de 1920, estando Obregón en Monterrey, fue citado por el secretario de Guerra, para comparecer como testigo, en el proceso que el gobierno de Carranza instruía por traición al general Roberto F. Cejudo y para responder a una acusación en su contra hecha por el general Juan Barragán, Jefe del Estado Mayor de Carranza.
En la ciudad de México, Obregón y su secretario particular, Fernando Torreblanca, vigilados por la policía tenían claro que en el juicio lo que se trataba de demostrar era que Obregón había estado implicado en una conspiración contra el gobierno de Carranza. El 11 de abril de 1920, al ir a la comparecencia, lo seguían muchos partidarios; al entrar al Salón de Consejos de Guerra de la prisión de Santiago Tlatelolco, fue aclamado por los soldados yaquis que resguardaban la prisión. El tribunal lo citó para el día siguiente y al llegar a su casa se enteró que De la Huerta había sido destituido y que Plutarco Elías Calles había hecho saber al gobierno federal que Sonora retiraba su reconocimiento al régimen de Carranza. Y fue cuando Obregón mandó decir al gobernador de Zacatecas que era el momento de iniciar la lucha armada. Por la noche, de ese 11 de abril, después de cenar, salió acompañado por Alessio Robles, Rafael Zubarán, y Luis N. Morones y engañando a la policía que seguía al automóvil, fue ayudado a escapar por Margarito Ramírez y Faustino Gutiérrez, que trabajaban en el tren México-Iguala.
Disfrazado de ferrocarrilero, de la estación de Buenavista Obregón salió en un furgón de ferrocarril con rumbo a Iguala, Guerrero. Sobre este hecho, J. Dulles (Ayer en México. Una Crónica de la Revolución 1919-1936), señala que “la rebelión sonorense contra Carranza comenzó el 11 de abril de 1920, fecha en que Obregón se escondió en la casa del ferrocarrilero Margarito Ramírez. Para el 15, la rebelión era respaldada por el gobernador de Zacatecas, general Enrique Estrada, y en el Sur por el gobernador de Michoacán, general e ingeniero Pascual Ortiz Rubio, firme partidario de Obregón, que había tenido algunas diferencias con Carranza”.
Carranza urgió a los gobernadores y a los comandantes militares para que buscaran y arrestaran a Obregón. Lo encontró Fortunato Maycotte dormido bajo un árbol en un pequeño pueblo cerca de Mexcala, Guerrero. Maycotte y sus fuerzas se unieron a Obregón y se declararon en rebelión – Maycotte dijo vía telegráfica a Barragán “Diga usted a don Venustiano que ya estamos cansados de tanto fantoche que lo rodea, como usted. Que mientras la tropa está muriéndose de hambre sin haberes, otros están gozando de bienes y tranquilidad. Que ciertamente han llegado los generales Obregón y Hill, los cuales se ponen al frente de las tropas y avanzan sobre la ciudad de México”.
Obregón, Morones y otros se reúnen este día 20 de abril de 1920, y en Chilpancingo, publican declaraciones y manifiestos a la nación. En uno de ellos, (Ver documento) Obregón dice que, en vista de la conducta del gobierno de Carranza, su campaña política no podrá continuar y que recurrirá a las armas para salvaguardar las virtudes que el gobierno trata de destruir y que se pone a las órdenes del gobernador del libre y soberano estado de Sonora. En este mismo día y lugar, en un discurso, Obregón elogia la actitud asumida por el gobernador de Guerrero, Francisco Figueroa y por el jefe de Operaciones Militares en Guerrero, Fortunato Maycotte y ofrece volver a su retiro una vez obtenido el triunfo, para que si el pueblo torna a señalarlo como su candidato, participará nuevamente en la contienda política. El Congreso de Guerrero que también considera que el presidente Carranza viola la soberanía de Sonora e impone a su candidato, aprueba un decreto (Ver documento) en el que dice que secunda al gobierno y pueblo sonorenses e invita a las legislaturas de los demás Estados a adoptar una conducta igual.
Por su parte, Morones, Salvador Álvarez y Ricardo Treviño, expiden un manifiesto en el que dicen que el Partido Laborista Mexicano, trabajará en favor de Obregón y De la Huerta, recomiendan a los obreros y los campesinos que lo integran cooperar en la lucha que se ha iniciado en Sonora, Zacatecas y Guerrero por haber violado Carranza la Constitución el Gobierno Federal.
Como consecuencia de este hecho, en Sonora, será expedido el Plan de Agua Prieta el siguiente 23 de abril de 1920 por el gobernador de ese estado, Adolfo De la Huerta y los generales Plutarco Elías Calles y Salvador Alvarado; lo firmarán también: Luis L. León, los generales Ángel Flores, Francisco R. Manzo, Francisco R. Serrano, Roberto Cruz y Alejandro Mange, y los coroneles Abelardo L. Rodríguez, J. M. Aguirre y Fausto Topete.
Carranza saldrá a Veracruz para establecer ahí su gobierno, Pablo González y Jacinto B. Treviño tomarán a la ciudad de México; el 9 de mayo de 1920 Álvaro Obregón entrará triunfalmente en la capital, De la Huerta será nombrado presidente provisional; Pablo González retirará su candidatura el 15 de mayo; y, Margarito Ramírez, llegará a jefe de Trenes Militares y con el tiempo, superintendente de los Ferrocarriles de la División de Guadalajara y finalmente gobernador de Jalisco.
Finalmente, en las elecciones del 5 de septiembre de 1920 resultará electo el general Obregón.
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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