1º de diciembre de 1880
Después de casi cuatro años de gobierno del general Porfirio Díaz, durante los cuales se obtuvo el reconocimiento de los Estados Unidos, la pacificación del país y la centralización del poder político, la transmisión de la presidencia se realiza de manera legal, ordenada y pacífica mediante elecciones en las que participaron también Justo Benítez, Trinidad García de la Cadena, Ignacio Mejía, Ignacio Vallarta y Manuel María de Zamacona.
Pero el general González contó con el apoyo de su compadre Díaz, del ejército del que era destacado miembro, de la mayoría de los gobernadores y de caciques regionales importantes, como Gerónimo Treviño y Francisco Naranjo. Resultó ganador con 11, 528 votos de un total de 15,022. Sus más cercanos opositores fueron Benítez, con sólo 1,368 votos y García de la Cadena con 1,075 votos. Los demás candidatos sólo registraron escasos cientos y hasta sólo decenas de votos. Aunque la plataforma política de los seis candidatos era casi la misma, la victoria de González fue aplastante debido a la gran disparidad de recursos de toda índole entre el vencedor y sus competidores.
Manuel González integrará su gabinete con personajes sin filiación política definida y sólo las secretarías de Gobernación y de Guerra y Marina serán ocupadas por los llamados tuxtepecanos, además del propio general Díaz, que será secretario de Fomento y Colonización, pero que a los pocos meses partirá a Oaxaca como gobernador.
Durante su gobierno se continuará la política porfirista de conciliación, cooptación y represión de antiguos opositores; de igual modo, se celebrarán elecciones amañadas y en su caso, se utilizará la desaparición de poderes mediante el Senado para imponer candidatos y someter a los caciques locales; se reformará la Constitución para que los delitos de imprenta se juzguen por jueces nombrados por el ejecutivo y ya no jurados populares; se expedirán los códigos federales de comercio y de minería que restan atribuciones a los estados y municipios; se construirán 5,000 kilómetros de vías férreas (entre ellas la línea troncal México-Paso del Norte), el mayor número de todo el porfiriato; se ampliarán los telégrafos, con lo que el país podrá comunicarse con todo el mundo; se crearán el Banco Nacional de México y la Lotería Nacional; se reorganizarán el ejército y el cuerpo de rurales, y se establecerá la Escuela Médico Militar y el Estado Mayor presidencial; se solucionarán las disputas por los límites fronterizos con Guatemala y se mejorarán las relaciones con los Estados Unidos. Por decreto del 20 de diciembre de 1882, se establecerá, a partir de 1884 el sistema métrico decimal.
Al final de su periodo, ya sin la “fiebre ferrocarrilera”, se sufrirá una crisis económica y se pondrán al descubierto la corrupción y el enriquecimiento del presidente y algunos de sus colaboradores. También serán condenados sus amoríos y su reforma al Código Civil para favorecer a su segunda familia. Asimismo, estallarán algunos motines populares, como el de la ciudad de México contra las monedas de cobre puestas en circulación, o el provocado por el intento de renegociación de la llamada deuda inglesa tachado de corrupto, que harán resonar el grito de ¡Muera el manco González! Sin embargo, habrá quien atribuya el fomento de este desprestigio al propio general Díaz, como medida preventiva de que creciera el poder de Manuel González.
Cumplirá su compromiso de preparar y allanar el regreso a la presidencia del general Díaz y en las siguientes elecciones, Díaz arrasará con 15,776 votos contra 289 emitidos a favor de otros candidatos. El 1º de diciembre de 1884 le devolverá el gobierno.
Manuel González Flores nació el 17 de junio de 1833 en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas. Estudio la primaria y trabajó como dependiente y cantinero al lado de uno de sus tíos. En 1851 inició su carrera militar en la milicia para combatir a unos filibusteros y obtuvo el grado de teniente en el ejército de Santa Anna en 1855. Después militó en las filas de los conservadores y luchó en contra de las fuerzas de Ignacio Comonfort en la batalla de Ocotlán, en la que fue hecho prisionero, pero pudo escapar.
Durante la Intervención Francesa cambio de bando y se puso a las órdenes del general Porfirio Díaz que comandaba el Ejército de Oriente; a su lado participó en el sitio de Puebla en 1863, durante el cual fue herido y hecho prisionero, pero nuevamente logró escapar y se reincorporó al ejército juarista. Su valeroso comportamiento le hizo sufrir numerosas heridas, pero también sustentó su ascenso hasta el grado de general de Brigada.
Otra vez al lado de Díaz, luchó en las batallas de Miahuatlán y La Carbonera; y durante la toma de Puebla el 2 de abril de 1867, perdió su brazo derecho. No obstante pudo participar en el asalto final a la capital de la República, siempre al lado de Díaz, con quien le ligó una gran amistad. Después fue gobernador del Palacio Nacional y comandante militar del Distrito Federal.
En 1871, habiendo sido electo diputado federal por Oaxaca, apoyó el Plan de la Noria de y fue derrotado. De igual modo, años más tarde, estuvo del lado del Plan de Tuxtepec y fue herido el 16 de noviembre de 1876, en la Batalla de Tecoac.
Triunfante la sublevación, fue gobernador interino del estado de Michoacán por corto tiempo, y ya como general de División, de 1877 a 1879, fue comandante de la región de occidente. Después formó parte del primer periodo de gobierno del general Díaz como secretario de Guerra y Marina, puesto al que renunció para aspirar a la presidencia de la República.
Al entregar el poder ejecutivo federal a Díaz, será gobernador de Guanajuato. Fallecerá durante su tercer período consecutivo en ese puesto, en una hacienda de Chapingo el 8 de mayo de 1893.
Sus restos se hayan en la Rotonda de las Personas Ilustres.
Doralicia Carmona. MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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