Octubre 25 de 1910
Al calce de la edición del plan, viene la siguiente nota: “El presente plan sólo circulará entre los correligionarios de más confianza hasta el 15 de Noviembre, desde cuya fecha se podrá reimprimir; se divulgará prudentemente desde el 18 y profusamente desde el 20 en adelante”.
Mediante este Plan, Madero declara ilegales las elecciones del pasado 10 de julio y llama a un levantamiento armado para el 20 de noviembre. “[...] En cambio de esa tiranía se nos ofrece la paz, pero es una paz vergonzosa para el Pueblo Mexicano, porque no tiene por base el derecho, sino la fuerza; porque no tiene por objeto el engrandecimiento y prosperidad de la patria, sino enriquecer a un pequeño grupo que, abusando de su influencia, ha convertido los puestos públicos en fuente de beneficios exclusivamente personales, explotando sin escrúpulos todas las concesiones y contratos lucrativos. [...] Si os convoco para que toméis las armas y derroquéis al gobierno del General Díaz, no es solamente por el atentado que cometió durante las últimas elecciones, sino por salvar a la patria del porvenir sombrío que la espera continuando bajo su dictadura y bajo el gobierno de la nefanda oligarquía científica, que sin escrúpulos y a gran prisa están absorbiendo y dilapidando los recursos nacionales, y si permitimos que continúen en el poder, en un plazo muy breve habrán completado su obra: habrán llevado al pueblo a la ignominia y lo habrán envilecido; le habrán chupado todas sus riquezas y dejándolo en la más absoluta miseria; habrán causado la bancarrota de nuestras finanzas y la deshonra de nuestra patria, que débil, empobrecida y maniatada, se encontrará inerme para defender sus fronteras, su honor y sus instituciones”.
Se cuenta que cuando Francisco I. Madero huyó hacia Estados Unidos, se hospedó en la casa de Ernesto Fernández Arteaga, ubicada en San Antonio, Texas, y que cuando terminó el Plan de San Luis, la señora María Petre de Fernández, esposa de su anfitrión, cruzó la frontera en compañía de su hija Irene, con el plan escondido dentro de una muñeca, para entregarlo a los rebeldes mexicanos para su impresión y distribución. Así, los agentes porfiristas que vigilaban todos los pasos de Madero y sus seguidores en el extranjero, no se dieron cuenta de que una madre y su pequeña fueron las portadoras del documento que iniciaría la Revolución Mexicana.
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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