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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

Este Sitio es un proyecto personal y no recibe ni ha recibido financiamiento público o privado.

 
 

 


 


El Ejército liberal entra a México. Con este hecho, termina de Guerra de Reforma.

Enero 11 de 1861

Después de que Jesús González Ortega asumió el mando militar de las tropas liberales, la balanza se inclina a su favor y el pasado 22 de diciembre, los conservadores al mando de Miguel Miramón, son totalmente derrotados en San Miguel Calpulalpan.

Ese día de diciembre, cuando las noticias de la victoria de Calpulalpan fueron recibidas por Juárez en Veracruz mientras asistía a una función de gala, y mientras era cantado I puritani, el drama de la ópera pasó del escenario al palco presidencial; un correo deslizó las cortinas del palco, el presidente se puso de pie, la orquesta enmudeció y en el silencio se dejó oír la voz de Juárez leyendo el parte que le informaba el fin de la guerra. Como un solo hombre el público se levantó ante el Juárez triunfante... “la vocinglería se difundió por la plaza despertando a los mismos muertos”. Hoy con la entrada del Ejército liberal a la capital se cierra el episodio de la Guerra de los Tres Años o de Reforma, iniciada con el triunfo del Plan de Tacubaya por el que el general conservador Félix Zuloaga había asumido el poder al derrocar al general Ignacio Comonfort. Por este motivo, Juárez expide una proclama en la que señala:

“[...] vosotros, de nadie sino de vosotros mismos, aprendisteis a acometer y rematar la empresa gigantesca de la democracia en México. Vosotros domasteis una facción audaz y poderosa y arrojasteis a los vientos sus títulos. Gracias a vosotros, gracias a nuestras legiones inmortales, no existe ya en la tierra de Hidalgo y Morelos la oligarquía armada, ni la otra más temible del clero que parecía incontrastable por la influencia del tiempo, de los intereses y de los prestigios. [...] En el estruendo de las batallas proclamasteis los principios de libertad y Reforma, y mejorasteis con ellas vuestro Código fundamental. Fue la Reforma el paladión de la democracia y el pueblo ha derramado profusamente su sangre por hacerla triunfar de todos sus enemigos. Ni la libertad, ni el orden constitucional, ni el progreso, ni la paz, ni la independencia de la nación hubieran sido posibles fuera de la Reforma y, es evidente, que ninguna institución mexicana ha recibido una sanción popular más solemne ni reunido más títulos para ser considerada como base de nuestro derecho público. Por eso mi gobierno la ha sostenido con vigor y ha desarrollado con franqueza sus principios saludables”.

Será hasta el 11 de marzo de 1861, Juárez recorrerá las calles de la capital y restablecerá los Supremos Poderes Federales. Pero por poco tiempo prevalecerá la libertad y el poder civil sobre el militar. Cerca, muy cerca, está la lucha siguiente contra los conservadores que derrotados, promoverán ahora la intervención francesa.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.