9 de Enero de 1983
Los ministros de Relaciones Exteriores de Panamá, Juan José Amado III, de Colombia, Rodrigo Lloreda Caicedo, de Venezuela, José Alberto Zambrano Velasco y de México, Bernardo Sepúlveda Amor, declaran “estar de acuerdo sobre la necesidad de intensificar el diálogo a nivel latinoamericano como medio eficaz para enfrentar los problemas políticos, económicos y sociales que comprometen la paz, la democracia, la estabilidad y el desarrollo de los pueblos del continente…Al expresar su profunda preocupación por la injerencia foránea (directa o indirecta) en los conflictos de América Central, y al advertir que resulta altamente indeseable inscribir dichos conflictos en el contexto de la confrontación Este-Oeste, coincidieron en la necesidad de que se eliminen los factores externos que los agudizan…Formularon un llamado urgente a todos los países del área centroamericana para que a través del diálogo y la negociación se reduzcan las tensiones y se establezcan las bases para un clima permanente de convivencia pacífica y respeto mutuo entre los Estados…Al reafirmar la obligación de todo Estado de no recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza en sus relaciones internacionales, exhortaron a esos mismos países a abstenerse de todo acto que pueda agravar la situación, generando el peligro de un conflicto generalizado que se extienda a toda la región…Asimismo, se hizo un recuento de las diversas iniciativas de paz y sus efectos. En este sentido, respetando los principios de no-intervención y autodeterminación de los pueblos, los Cancilleres analizaron posibles nuevas acciones, y señalaron la conveniencia de incorporar a esos esfuerzos la valiosa contribución y el necesario apoyo de otros países de la comunidad latinoamericana”.Desde ayer han estado reunidos en la isla panameña de Contadora para encontrar métodos diplomáticos para reducir las tensiones políticas y los conflictos militares de Centroamérica, como una solución alterna a la posición de Estados Unidos de darles una solución militar, ya que define estos problemas en términos de su confrontación con la Unión Soviética.México se opone a la solución militar de los sangrientos conflictos internos de Guatemala y El Salvador, así como al derrocamiento del gobierno sandinista de Nicaragua, que simpatiza con la URSS y Cuba. Para México la violencia en América Central es producto de factores internos, en primer lugar, y secundariamente de la influencia soviética, por lo que la solución de fondo, no puede ser militar sino resultado de reformas políticas, sociales y económicas que estimulen el pluralismo democrático, el estado de derechos y la redistribución de la riqueza, de modo que la oposición interna en esos países, ya no tenga como opción única de participación política la lucha armada.
La ayuda económica externa y no la asistencia militare externa debe ser el medio para crear una estabilidad real y a largo plazo en la región. Es desde esta posición que México buscó el apoyo de Venezuela, Colombia y Panamá, cuya seguridad también podía ser afectada por las guerras centroamericanas, con el objeto de tratar de contribuir a la solución del problema centroamericano.
Durante cinco años, el Grupo Contadora actuará en un contexto en que los actores principales serán Estados Unidos, la Unión Soviética y Cuba. En 1984 el Grupo elaborará un Acta de Paz que no tendrá mayores consecuencias. En 1986, los Estados Unidos apoyarán la guerra sucia contra el gobierno sandinista lo que provocará una severa crisis económica en Nicaragua y la derrota en las urnas de los sandinistas.
Será hasta el derrumbe de la Unión Soviética cuando los grupos centroamericanos en conflicto llegarán a acuerdos parecidos a los propuestos por el Grupo Contadora, cuya función más valiosa será impedir a Estados Unidos regresar a la política del “gran garrote” contra el gobierno sandinista y contra cualquier país de Latinoamérica..
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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