1850-1913
Hijo de Domingo Reyes, originario de Centroamérica, y de Juana Ogazón, nació en Guadalajara, Jalisco, el 30 de agosto de 1850. Inició sus estudios en su tierra natal, los que interrumpió a los catorce años para integrarse a las fuerzas republicanas y hacer frente a la intervención francesa. Entonces estuvo bajo las órdenes del general Régules y después del general Ramón Corona. De ahí su carrera fue en ascenso: participó en la campaña contra el cacique Manuel Lozada, y pasó a las fuerzas de Donato Guerra.
En 1872 contrajo matrimonio con Aurelia Ochoa, con quien procreó doce hijos.
En 1876 fue ascendido a teniente coronel, y un par de años después llegó a coronel; en 1880 fue ascendido a General de Brigada y designado comandante militar de San Luís Potosí.
Posteriormente fue trasladado a Sinaloa y Sonora. En 1884 es nombrado comandante militar en Nuevo León, con el objetivo de someter al poder central de Porfirio Díaz, a los cacicazgos de los generales neoleoneses Gerónimo Treviño y Francisco Naranjo, de Evaristo Madero en Coahuila, y de Servando Canales en Tamaulipas. Al cumplir eficazmente la tarea encomendada, se convirtió en el hombre fuerte de Nuevo León y de la región noreste del país.
En 1885 fue nombrado por el Senado gobernador interino de ese estado, en lugar de Genaro García, cargo que ocupó del 12 diciembre de ese año, al 3 de octubre de 1887.
Según José Fuentes Mares (Monterrey, una ciudad creadora y sus capitanes) Monterrey tenía condiciones muy favorables para su florecimiento: era la ciudad mexicana más próxima a los Estados Unidos conectada a las redes del ferrocarril; se benefició del comercio con los sureños durante la Guerra de Secesión norteamericana y tras la derrota de los rebeldes, algunos de sus capitales se asentaron ahí; y su gente estaba acostumbrada al trabajo y a la austeridad como resultado del ambiente hostil de la frontera. Estas condiciones fueron muy bien aprovechadas por Reyes, y en su administración se realizaron importantes acciones: desde protección paternalista para los pobres, impulso a la educación elemental, combate a la delincuencia y obra pública –la penitenciaría y el palacio de gobierno,- hasta la pacificación –detuvo los levantamientos armados de Mauricio Cruz y Juan Rodríguez-, así como el fomento a la creación de industrias tales como la ASARCO, Fundidora de Fierro y Acero, Cementos Hidalgo, Salinas y Rocha, Vidriera de Monterrey, la Cervecería Cuauhtémoc, y varias más de hilados y tejidos.
Dos años después fue electo gobernador constitucional del estado, cargo que desempeñó hasta 1900, aunque fue oficial mayor de la Secretaría de Guerra y Marina durante un breve lapso en 1898. Durante este periodo continuó con su obra de gobierno congruente con las políticas del porfirismo: “La vinculación entre los gobernantes y la oligarquía, los privilegios al capital extranjero y la supresión de las libertades públicas (en síntesis, el régimen de privilegio), características esenciales del proyecto y la práctica porfiristas, encontraron en el noroeste dominado por Reyes… su mejor laboratorio y su más señalado campo de acción… Reyes era el prototipo del lema porfiriano poca política y mucha administración”. (Salmerón Pedro. Los Carrancistas). Su influencia se extendía a Coahuila, donde su ahijado Miguel Cárdenas, era gobernador y Venustiano Carranza el operador político de ambos en el distrito de Monclova.
En marzo de 1899, con conocimiento de Porfirio Díaz, convino con José Yves Limantour, secretario de Hacienda, apoyar su candidatura presidencial en sustitución de Díaz, a cambio de ser nombrado secretario de Guerra y Marina; este acuerdo entre ambos se conoció como el “pacto de Monterrey”. El pacto no trascendió porque fue resultado de una maniobra de Díaz para detener a Limantour en sus aspiraciones políticas: fue descartado como candidato por ser hijo de padre francés, lo que mantuvo al dictador como el mejor candidato para seguir ocupando la presidencia en el siguiente periodo presidencial.
De todos modos, Reyes vio cumplidas sus pretensiones un año después cuando falleció Felipe Berriozábal, que estaba al mando del ministerio de Guerra y Marina, y Reyes fue llamado para sustituirlo. A partir de entonces, muchos lo consideraron entre los principales candidatos a suceder al general Porfirio Díaz en la presidencia de la República.
En el cargo creó la Segunda Reserva del Ejército y fundó el servicio militar obligatorio. Además, enfrentó al grupo de los “Científicos”, liderados por el poderoso secretario de Hacienda Limantour. Incluso su hijo Rodolfo fundó el periódico “La Protesta” para criticar a aquel grupo. Reyes duró en la secretaría hasta 1903, cuando regresó a hacerse cargo del gobierno de Nuevo León.
En respuesta al conflicto entre los dos secretarios, Reyes y Limantour, el general Díaz creó la vicepresidencia de la República, amplió a seis años el periodo presidencial y nombró como candidato a vicepresidente al científico Ramón Corral.
Entre 1903 y 1909 fue gobernador de Nuevo León, no sin oposición a su reelección que culminó el 2 de abril de 1903 con una balacera en la plaza Zaragoza de Monterrey que arrojó decenas de muertos y heridos, y el encarcelamiento de centenares oposicionistas. Sin embargo, Reyes desempeñó una labor de gobierno notable: el comercio y la industria florecieron, en buena medida debido a las facilidades y exenciones otorgadas tanto a los capitales nacionales como a los extranjeros; impulsó las obras de infraestructura, tales como servicios de agua, drenaje y teléfono; también fomentó el crédito y la urbanización, además de legislar en materia de accidentes laborales. También estableció la vacunación obligatoria contra la viruela. Asimismo, creó la congregación de Colombia, con el fin de que Nuevo León fuera estado fronterizo con los Estados Unidos.
Reyes tuvo un buen número de partidarios entre los jóvenes porfiristas, por lo que se crearon clubes que pugnaron para que fuera candidato a la vicepresidencia en 1909, manteniendo a Díaz como presidente, de modo que se abriera el círculo cerrado de los “científicos” y se eliminara a Limantour de la posible candidatura presidencial. El 18 de marzo del mismo año Reyes hizo públicas sus aspiraciones a la vicepresidencia. El Partido Democrático, integrado por porfiristas, lo respaldó y dio a conocer su programa, que no planteaba cambios sustantivos. Sin embargo, los reyistas pudieron atraer a algunos gobernadores y senadores, a numerosos grupos de burócratas de bajo nivel, militares de baja graduación, profesionistas, maestros, estudiantes y periodistas, así como clases medias que formaban parte de la élite del poder pero cuyas posibilidades de ascenso se hallaban obstaculizadas por la permanencia de los “científicos”. Luís Cabrera, José López Portillo, Francisco Vázquez Gómez, Jesús Urueta, Venustiano Carranza, fueron entusiastas miembros del reyismo. Juan Sánchez Azcona dirigió el periódico reyista México Nuevo. También surgieron organizaciones reyistas como el Club Soberanía Popular, el Club Central Reyista 1910, el Partido Nacionalista Democrático y el Club Organizador del Partido Democrático. El clavel rojo en la solapa, distintivo reyista, comenzaba a proliferar en los actos públicos.
En respuesta, el 30 de marzo siguiente, los “científicos” organizaron la convención del Partido Reeleccionista con representantes de los Estados de Aguascalientes, Baja California, Campeche, Coahuila, Colima, Chihuahua, Distrito Federal, Durango, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Estado de México, Michoacán, Morelos, Nuevo León, San Luís Potosí, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala, Nayarit, Veracruz, Yucatán y Zacatecas, quienes aprobaron el siguiente 2 de abril, la candidatura a la vicepresidencia de Ramón Corral y desde luego, la de Díaz para la presidencia.
El Partido Democrático reyista respondió con la organización de nuevos clubes y diversos actos en contra de Ramón Corral, que tuvieron lugar de abril a julio. Al gran entusiasmo reyista Díaz, respondió con la represión gubernamental, a pesar de que los reyistas no eran demócratas, como tampoco Reyes lo era, ni “enemigos ni críticos del régimen, sino integrantes y beneficiarios del mismo, que sentían que estaba retrasándose excesivamente el relevo generacional del grupo gobernante, lo que ponía en riesgo la estabilidad del régimen y sus propias posibilidades de ascenso personal”. (Salmerón, ya citado)
Cuando Díaz se decidió por la reelección del vicepresidente Corral y llamó al orden a los jóvenes porfiristas “democráticos”, el general Reyes, argumentando su absoluta lealtad a Porfirio Díaz, eludió la posibilidad de aspirar a la vicepresidencia y manifestó su apoyo a Ramón Corral. Desde su hacienda de Galeana renunció a la lucha política e hizo un llamado a sus partidarios para que votaran a favor de Corral.
En septiembre Reyes regresó a Monterrey y bajo la presión de Corral y del general Treviño, jefe de la zona militar de Nuevo León, el 23 de octubre de 1909 renunció a la gubernatura. Fue sustituido por el general José María Mier identificado con Treviño y Corral. Pese a ello, el general Díaz lo envío a Europa con el supuesto encargo de estudiar la organización militar y los sistemas de reclutamiento de los países de esa región.
Regresó a México en 1911 e intentó postularse en contra de Madero; debido a su fracaso, se refugió en Texas, donde planeó una rebelión el 16 de noviembre de 1911 con el Plan de la Soledad, que fracasó totalmente, por lo que se rindió en Linares el 25 de diciembre del mismo año, fue aprehendido y encarcelado en la prisión militar de Santiago Tlatelolco de la ciudad de México. Ahí hizo contactó con Félix Díaz, preso también por el delito de rebelión, con quien se dio a la tarea de fraguar una nueva revuelta.
Tras ser liberados ambos el 9 de febrero de 1913 por soldados sublevados de la guarnición de la ciudad de México encabezados por los generales Manuel Mondragón y Gregorio Ruiz, se dirigieron a las ocho de la mañana a apoderarse de Palacio Nacional, en donde pensaban tomar preso al presidente Madero y a sus principales colaboradores. Sin embargo, habiendo perdido por sus vacilaciones el factor sorpresa, Reyes sucumbió en el asalto bajó el fuego de ametralladora de las tropas leales del general Lauro Villar. Murió a las puertas de Palacio, cabalgando sobre su caballo Lucero y desenvainada su espada.
"¿Era un iluso el general Bernardo Reyes? ¿Era sólo un ambicioso engañado por el falso concepto de su personalidad y su capacidad? No pueden negarse las grandes cualidades que tenía, pero tampoco el hecho de que obraba, una y otra vez, con una inconsistencia política , o una ceguera, de que apenas hay ejemplo. Siempre con el nombre de la patria en los labios, por su patriotismo hacía las cosas más infecundas, extrañas o contradictorias. Por patriotismo no se había enfrentado con Porfirio Díaz cuando todo México se lo aconsejaba aclamándolo. Por su patriotismo había vuelto al país cuando la ola del maderismo le indicaba no volver. Por patriotismo se había levantado en armas contra Madero precisamente cuando nadie estaba dispuesto a seguirlo. Por su patriotismo se rindió cuando su rendición no era indispensable ni significaba nada. Y por patriotismo, tras de reconocer su error y proclamar que debía castigársele, se entregaba 'a conspirar de nuevo y más insensatamente que antes. Acaso pudiera decirse de él que se creía y se sentía un patriota, y que obraba siempre, leal en el propósito, a impulsos de esa convicción, pero que, en realidad, su patriotismo no era bastante para señalarle dónde estaba el verdadero bien de la patria". (Guzmán Martín Luis. Muertes Históricas).
Escribirá su hijo Alfonso Reyes (Oración del 9 de febrero): “Cuando la ametralladora acabó de vaciar su entraña, entre el montón de hombres y de caballos, a media plaza y frente a la puerta de Palacio, en una mañana de domingo, el mayor romántico mexicano había muerto”. La rebelión tomará rumbos muy distintos que conducirán a la dictadura de Victoriano Huerta.
"Don Félix le dijo a Reyes,
con audacia y con cautela,
si usted asalta Palacio,
yo tomo la Ciudadela.
Reyes con todas sus tropas,
su valor quiso mostrar
y al acercarse a Palacio
la muerte vino a encontrar."
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
Efeméride. Nacimiento 30 de agosto de 1850. Muerte 9 de febrero de 1913.
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