Febrero 20 de 1812
Excelentísimo señor:⎯ Acompaño a vuestra excelencia el duplicado del parte y la noticia de muertos y heridos en el ataque de Cuautla, de la que me mantengo a media legua, a pesar de la mucha dificultad que me ofrece la subsistencia, y singularmente los forrajes; pero quiero imponerme antes de apartarme, del estado en que ha quedado, por si pudiere aprovechar alguna oportunidad.
Si Cuautla no quedase demolida como Zitácuaro, el enemigo creería haber hallado un medio seguro de sostenerse, multiplicaría sus fortificaciones en parajes convenientes en las que reuniría el inmenso número que de temor se les separa, y desde las que interceptaría los caminos y destruiría los pueblos y haciendas; las pocas tropas con que contamos se aniquilarían, y acaso se intimidarían, y la insurrección que se halla en su último término cundiría rápidamente, y tomaría un nuevo y vigoroso aspecto.
Cuautla debe ser demolida, y si es posible sepultados los facciosos en sus recintos, y todos los efectos serán contrarios; nadie se atreverá en adelante a encerrarse en los pueblos ni encontrarán otro medio para libertarse de la muerte que el de dejar las armas; pero para esto se necesitan medios oportunos. Ella está situada, fortificada, y guarnecida defendida de un modo que no es empresa de pocas horas, de poca gente, y de pocos auxilios. En un mismo día tengo necesidad de marchar del campo al ataque, conduciendo y poniendo a cubierto de la numerosa caballería del enemigo las provisiones, los equipajes, el parque, los heridos, y los enfermos conducidos con inhumanidad en burros; necesito verificar el ataque calculando si no consigo apoderarme del puesto, que me quede tiempo para volver al campo, desde el que necesitan salir tropas inmediatamente a procurarse forrajes a largas distancias, otras a leñar, y las restantes a cubrir y defender el campo de la caballería enemiga, que continuamente se deja ver a largas distancias huyendo cuando la atacan, y acercándose cuando se retiran nuestras tropas, con lo que inevitablemente se fatigan, enferman, arruinan, y desaparecen.
Cuautla exige un sitio de seis a ocho días con tropas suficientes para dirigir tres ataques y circunvalar un pueblo, que aunque su recinto ocupa más de dos leguas, puede reducírsele a la tercera parte. Estas tropas necesitan acopios de subsistencias, forrajes, algunos morteros, artillería de más calibre, un hospital de sangre en el mismo paraje en que lo están las provisiones y forrajes, y de quinientos a seiscientos trabajadores. Conozco que todo esto exige gastos, tiempo y mucho trabajo; pero los talentos políticos y militares de vuestra excelencia compararán las ventajas que producen, con los males que de no hacerlos nos deben resultar, y me prevendrá lo que debo ejecutar; en concepto de que anoche celebré junta de todos los jefes del ejército y sin excepción opinaron que era necesario diferir el ataque hasta que se reuniesen medios de verificarlo con un suceso que aterrase al enemigo, como realizarle lo más pronto posible. Dios etcétera. Campo de Cuautla, febrero20 de 1812, a las tres de la tarde.
Hernández y Dávalos, Juan E. Colección de documentos para la historia de la guerra de independencia de México de 1808 a 1821. Tomo IV. Documento 25.
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