Julio 13 de 1863
Teodosio Lares, presidente de la Asamblea de Notables, hace entrega a Juan N. Almonte el acta en la que se identifica la forma de gobierno republicana como el origen de los males que ha padecido el México independiente, por lo que llega a las siguientes resoluciones:
“1.- La Nación Mexicana adopta por forma de gobierno la Monarquía moderada, hereditaria, con un príncipe católico.
2.- El soberano tomará el título de Emperador de México.
3. - La corona imperial de México se ofrecerá a S.A.I. y R. el Príncipe Fernando Maximiliano, Archiduque de Austria, para sí y sus descendientes.
4.- En el caso de que por circunstancias imposibles de prever, el Archiduque Fernando Maximiliano no llegase á tomar posesión del trono que se le ofrece, la Nación mexicana se remite a la benevolencia de S.M Napoleón III, Emperador de los franceses, para que le indique otro príncipe católico".
Además, pasado día 11, se resolvió cambiar el nombre del Poder Ejecutivo por el de “Regencia del Imperio Mexicano”.
El Presidente de la asamblea, D. Teodosio Lares, expresó en la ceremonia de entrega:
“Excelentísimos Señores:
La asamblea de notables tiene el alto honor de poner en manos de la Regencia la acta constitutiva del Imperio Mexicano. El pensamiento salvador de la monarquía, propuesto por la Comisión, fue acogido por la asamblea con el más vivo entusiasmo, y adoptado por la unánime aclamación de los doscientos treinta y un vocales que se hallaban presentes. Las conveniencias todas de la política, no menos que las elevadas prendas y recomendables circunstancias personales de S.A.I. y R. el Príncipe Maximiliano de Austria, decidieron el voto unánime que entre prolongados aplausos emitió la asamblea designándolo para ceñir la Corona Imperial de México. De esta manera la asamblea ha procurado llenar la misión que se le confió, separándose de los caminos extraviados seguidos hasta aquí, y volviendo á la senda trazada por los autores de nuestra Independencia, como la única que en su concepto debía conservarla incólume, y conducir á la Nación á la cima del poder y de gloria á que quisieron elevarla. Quiera el cielo que este día fije para siempre en los fastos nacionales una nueva era de prosperidad y de ventura, y que en México, lo mismo que en Francia, bajo cuya benévola protección ha logrado la libertad para constituirse, el Imperio sea la paz, a fin de que a su sombra la religión florezca, se extingan los odios, y acaben para de una vez las revueltas y los peligros de la patria."
Al recibir el acta, en nombre de la Regencia, D. Juan N. Almonte contestó:
"La Regencia del Imperio Mexicano, al recibir la acta constitutiva de él, participa en muy alto grado de la satisfacción noble y patriótica de la muy ilustre asamblea de notables. Preciso era que el pensamiento salvador de la monarquía, domiciliado hace muchos años en las inteligencias superiores de nuestro país, en los hombres que aspiran a colocar su patria en la altura que su misma dignidad reclama, fuese propuesto con solidez por la comisión nombrada ad hoc y adoptado con grande entusiasmo por la unánime aclamación de los doscientos, treinta y un vocales presentes. Habéis interpretado bien la voluntad nacional, porque después de conocidos profundamente los males que hemos sufrido, obrando con la prudencia y fino tacto de hábiles políticos que saben fijar el hasta aquí de las desgracias públicas, ofrecéis en la forma de Gobierno elegida por vuestro voto unánime, una medicina saludable, una reparación de las fuerzas perdidas en tantos años de desorden: un freno á las pasiones: una defensa á la religión: una oportunidad brillante para los adelantos en las ciencias y artes bajo loS auspicios de la paz: un medio de respetabilidad para un pueblo en que la obra de Dios toda es grande y magnifica, pero en donde debe armonizar con ella la obra de los hombres. La luz que alumbró vuestras cabezas al elegir la forma de Gobierno, no se extinguió al señalar el monarca que ha de sentarse en el trono de México. Buscando como debe buscarse siempre la estabilidad de los Imperios en las eminentes cualidades del soberano, ha llamado justamente vuestra atención la despejada inteligencia y elevadas virtudes de S.A.I.y R. y Apostólica el Príncipe de Austria Maximiliano, y por eso estáis persuadidos de que la felicidad pública será un hecho, cuando este joven monarca, sostenido por su propio mérito, por la opinión de todas las naciones cultas, por nuestro afecto, y, sobre todo, por la mano de Dios que acaricia á los buenos reyes, empuñe el cetro de este nuevo Imperio. Se va á levantar el edificio cuyos cimientos pusieron nuestros antepasados; edificio en donde morará con majestad y quietud la Independencia mexicana. Bajo la protección especial de la Francia y de su augusto soberano y excelsa emperatriz, podremos cimentar la paz; el tiempo consolidará la grande obra que vuestra mano ha comenzado: será indeleble la memoria de la declaración que habéis hecha y la posteridad agradecida bendecirá vuestro nombre."
Doralicia Carmona. Memoria Política de México.
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