Home Page Image
 
 

Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

 


 
 

 


 


Otilio Montaño Sánchez

1877-1917

Hijo de Esteban Montaño y de Guadalupe Sánchez, nació en Villa de Ayala, Morelos, el 13 de diciembre de 1877. Hizo sus estudios en Cuautla, Morelos; fue profesor rural, profesión que ejerció en escuelas de Tepalcingo y de Jonacatepec, además de director de la escuela de su pueblo natal.

En 1910 simpatizó con el maderismo, por lo que se incorporó a las fuerzas que apoyaban a Madero en Morelos, las de Pablo Torres y Emiliano Zapata; operó en el centro del estado al lado de Amador Salazar y Felipe Neri. En la toma de Villa de Ayala, Montaño, en lugar de las vivas a Madero y los mueras a la dictadura, culminó su discurso con el grito: ¡Abajo las haciendas! ¡Arriba los pueblos!  Escribe Gilly (La revolución mexicana): “Ese grito era un programa. Encerraba la contradicción entre los dos polos sociales de Morelos, las haciendas capitalistas y los pueblos precapitalistas, el capital y la fuerza de trabajo. Pero también oponía dos polos de organización y de poder de clases contrapuestas. Los hacendados eran en la región, la personificación del poder estatal y generalmente hasta sus depositarios inmediatos. A sus órdenes estaban jueces, funcionarios y policías. Los pueblos eran los centros de la visa, de deliberación, de decisión colectiva, es decir, de organización de los campesinos”

Cuando triunfó el movimiento zapatista, sobrevino el rompimiento con Madero, encrucijada en la cual Montaño permaneció fiel al zapatismo. Fue por órdenes del propio Zapata que Montaño redactó el célebre Plan de Ayala, lanzado como manifiesto en noviembre de 1911 en Ayoxustla, Puebla. También fue él, el responsable de la redacción del añadido a dicho plan, en el que se desconoció al gobierno usurpador de Victoriano Huerta. Por ello pasó a formar parte de la Junta Revolucionaria del Centro y Sur de la República, la que en 1913 pretendió trazar las metas del movimiento revolucionario morelense y organizar el alto mando del ejército zapatista.

Por sus grandes méritos, Zapata lo designó como delegado para asistir a la Convención de Aguascalientes, lo que finalmente no pudo hacer debido a problemas de salud.

En diciembre de 1914 acompañó a Zapata a Xochimilco, lugar donde se realizó la primera entrevista con el general Francisco Villa, siendo el encargado de dar un discurso de bienvenida.

Del 15 de junio al 29 de julio de 1915 fue el secretario de Instrucción Pública del gobierno convencionista presidido por el licenciado Francisco Lagos Cházaro. En noviembre de 1916 intervino en la fundación del Centro de Consulta para la Propaganda de Unificación Revolucionaria. Sin embargo, empezó a tener problemas con Zapata debido a sus cada vez más frecuentes desacuerdos con Manuel Palafox (llamado el “ave negra” por intrigoso) y Antonio Díaz Soto y Gama. De hecho, dejó al jefe suriano y se refugió en una colonia de zapatistas fugitivos en Buenavista de Cuéllar, donde se inició un movimiento que buscaba el reconocimiento de Carranza. Zapata logró sofocar el movimiento y Montaño fue capturado bajo la acusación de ser el líder de la revuelta.

También se consideró en el juicio la correspondencia entre el general carrancista Pablo González y el general zapatista Francisco Pacheco, ex secretario de Guerra y Marina del gobierno de la Convención, capturada a los carrancistas en 1916, y que condujo al fusilamiento del zapatista por traición el 1° de marzo de 1917.

Pese a haber insistido en su inocencia, Montaño fue declarado culpable por un Consejo de Guerra integrado por Antonio Díaz Soto y Gama, Manuel Palafox y Ángel Barrios, tras haber deliberado durante tres días. Montaño acusó en su “Testimonio político” de tal decisión a los políticos que rodeaban al Caudillo del Sur, quienes habían fabricado esa infame intriga.

Fue ejecutado en Tlaltizapán, Morelos, el 18 de mayo de 1917.

Casi veinte años después, el 21 de octubre de 1935, Díaz Soto y Gama, publicó en La Prensa: “Es absolutamente inexacto que la acusación contra el general y profesor Otilio Montaño partiera de sus enemigos políticos. La acusación la hizo por sí mismo el general Zapata, en virtud de hechos descubiertos por él personalmente, y sin que mediara sugestión alguna de tercera persona. El general Zapata, en efecto, al revisar EN PERSONA, papeles pertenecientes a Montaño, de quien ya había tenido desconfianza por sus antecedentes, encontró una carta en alto grado comprometedora para el mismo Montaño; carta que fue la que sirvió de base u origen a la acusación y la que determinó los procedimientos contra éste… Las razones que movieron a Zapata para hacer la búsqueda de referencia entre los papeles que Montaño guardaba en su escritorio del Cuartel General, fueron los siguientes: Montaño era y fue siempre gran amigo y el director intelectual del general Lorenzo Vázquez, quien precisamente en esos días acababa de ser muerto por los vecinos de Buenavista de Cuéllar. Al entregar éstos el cadáver de Lorenzo Vázquez al general Zapata, le explicaron que aquél les había invitado a levantarse en armas contra el mismo general Zapata y que no queriendo ellos constituirse en cómplices de semejante movimiento, se habían visto obligados a dar muerte al repetido Vázquez, quien ya en abierta actitud de rebeldía contra el zapatismo, había hecho irrupción en el citado pueblo de Buenavista para arrastrar en su aventura al vecindario… Sobre la base de este dato y tomando en cuenta la íntima estrecha amistad que siempre ligara a Vázquez con Montaño, el general Zapata consideró necesario revisar la correspondencia y los papeles de éste, logrando por este medio hacer el hallazgo de la carta comprometedora para Montaño…Un último dato para concluir: el Consejo estudió también, como era el caso, los antecedentes de Montaño, y entre ellos, muy especialmente el participio que tuvo en la defección del conocido general zapatista Jesús Morales, más conocido con el apodo de ‘el tuerto Morales’. Se comprobó al efecto que Montaño fue quien investigó e introdujo al mismo Morales a que desertara de las filas zapatistas para ir a engrosar las fuerzas de la usurpación huertista, en la difícil época que siguió al cuartelazo de la Ciudadela. Por este motivo y desde entonces, Montaño cayó de la gracia del General Zapata y perdió definitivamente la estimación y confianza de éste. Ninguna necesidad tenía, pues, persona alguna, para intrigar contra un hombre que estaba bien muerto en el ánimo del Caudillo del Sur.”

No obstante, para Valentín López González (Los Compañeros de Zapata): “La verdad del caso Montaño nos queda oscura, pero es muy sospechosa la actitud del tribunal al no permitirle defenderse, lo que nos hace creer que efectivamente fue víctima del ‘ave negra del zapatismo’ y de los ‘políticos’ de Tlaltizapán”.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.

Efeméride Nacimiento 13 de diciembre de 1877. Muerte 18 de mayo de 1917.