1934-2012
Miguel de la Madrid Hurtado nació el 12 de diciembre de 1934 en la ciudad de Colima, Colima. Cuando tenía dos años el pequeño Miguel, su madre y su hermana menor se trasladaron a la ciudad de México, tras el asesinato de su padre. Formado en escuelas confesionales, ingresó a la Facultad de Derecho de la UNAM, en donde fue alumno destacado de Mario de la Cueva y José López Portillo y, al mismo tiempo, trabajó como pasante en el Banco Nacional de Comercio Exterior. En 1957, con mención honorífica, obtuvo el título de abogado con la tesis “Pensamiento económico de la Constitución de 1857”. Ese mismo año contrajo matrimonio con Paloma Cordero, con quien procreó cinco hijos. Dos años después comenzó a impartir clases de derecho constitucional en la UNAM. También fue investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la misma casa de estudios.
En 1960 fue consultor de gestión financiera en el Banco de México. En 1963 ingresó al Partido Revolucionario Institucional PRI. Al año siguiente, en 1964 obtuvo una beca de Banxico para cursar una maestría en Administración Pública en la Universidad de Harvard. En 1965 fue subdirector general de Crédito en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. En 1970 fue subdirector de Finanzas de Petróleos Mexicanos Pemex. En 1972 fue director general de Crédito en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. En 1975 ascendió a subsecretario en la misma dependencia. El 17 de mayo de 1979 fue designado por el presidente López Portillo secretario de Programación y Presupuesto, responsable de la formulación del Plan Global de Desarrollo.
En octubre de 1981, la VI Asamblea Nacional del Partido Revolucionario Institucional PRI lo proclamó su candidato presidencial para el periodo 1982-1988, contra Jorge de la Vega Domínguez y Javier García Paniagua también aspirantes al cargo. Este último, hijo del general Marcelino García Barragán, se disgustó y renunció a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI.
Con el apoyo abierto todavía de funcionarios públicos priístas de todos los niveles de gobierno, su campaña tuvo como tesis principal y lema la “Renovación Moral de la Sociedad”, para fiscalizar y perseguir a los administradores públicos corruptos, junto con otras seis tesis más que fueron: “nacionalismo revolucionario”; “democratización integral”; “sociedad igualitaria”; “descentralización de la vida nacional”; “desarrollo, empleo y combate a la inflación”; y “planeación democrática”. La campaña se desarrollo en dos vertientes: mítines de contacto con las masas populares y reuniones de análisis más restringidas con los sectores representativos de cada entidad federativa para conformar el programa de gobierno, como era tradicional en el PRI.
En la contienda electoral se disputaron la Presidencia el PRI, el Partido Popular Socialista PPS y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana PARM, cuyo candidato común fue De la Madrid, y los siguientes partidos y candidatos: Por el Partido Acción Nacional PAN, Pablo Emilio Madero; por el Partido Socialista Unificado de México PSUM, Arnoldo Martínez Verdugo; por el Partido Demócrata Mexicano PDM, Ignacio González Gollaz; por el Partido Socialista de los Trabajadores PST, Cándido Díaz Cerecedo; por el Partido Revolucionario de los Trabajadores PRT, la primera candidata presidencial, Rosario Ibarra de Piedra; y por el Partido Social Demócrata, Manuel Moreno Sánchez.
A pesar del gran número de partidos y candidatos y de la crisis en que se encontraba el país, Miguel de la Madrid logró para el PRI, 16,145,254 votos, el 68%.43 de la votación efectiva, que sumados los votos del PPS y el PARM, sube al 70.99%. Fue seguido por Madero con 3,700,045 votos, el 15.68%; Martínez Verdugo con 821,995, el 3.48%; González Gollaz con 433,886, el 1.84%; Ibarra de Piedra con 416,448, el 1.76%; y Moreno Sánchez con 48,413, el 0.21%.
Inició su gobierno durante una de las crisis económicas más importante del siglo XX. La caída de los precios internacionales del petróleo en junio de 1981, trajo consigo la rápida reducción de los ingresos de exportación, el aumento de la deuda exterior a más 80.000 millones de dólares, la acelerada fuga de capitales, la pérdida de la reserva de divisas, la creciente devaluación del peso y el incremento de la inflación ya cercana al 100%; a lo cual el gobierno de José López Portillo había respondido con la moratoria en el pago de la deuda exterior, la nacionalización de la banca privada y la implantación del control de cambios a partir del 1º de septiembre de este mismo año.
En esta situación de “emergencia económica”, De la Madrid usó el control presidencial sobre el aparato corporativo para iniciar el cambio hacia el neoliberalismo (que llamó “cambios estructurales”), y confiar a la empresa privada, ya no al Estado, la responsabilidad de promover el desarrollo nacional, así como abrir la economía mexicana al libre comercio internacional mediante el ingreso al GATT (hoy Organización Mundial del Comercio), en agosto de 1986. Así, su gobierno promovió la “reconversión industrial”, para establecer una economía de exportación basada en la inversión extranjera, la mano de obra local barata y la vecindad con el mercado norteamericano. También se liberaron las importaciones sujetas a permiso previo, a tan sólo 21.5 por ciento de las que lo requerían en 1988; además se redujo significativamente la tarifa promedio de importación en un proceso que la llevó a 11.17 por ciento en 1985 y hasta 5.6 por ciento en 1988.Paralelamente, redimensionó el sector público, hizo recortes periódicos del presupuesto gubernamental, suprimió subsidios e inició la venta de empresas públicas, cuyo número se redujo de 1,155 a 412 durante su periodo.
En líneas generales, el plan contra la crisis postergó la recuperación de la inversión, el consumo y el crecimiento en aras de recuperar la liquidez, por lo que también implicó medidas tales como: inversiones sólo en actividades productivas y creadoras de empleo, alzas en las tasas de interés para atraer al capital financiero y aumentos de impuestos y de tarifas gubernamentales, así como eliminación de subsidios a productos de la canasta básica.
El gobierno de Miguel de la Madrid, no fue el único que tomó estas medidas en América Latina, compartió el dolor de los endeudados gobiernos latinoamericanos de verse obligados a sacrificar el bienestar de su gente bajo la presión de los bancos y los organismos financieros internacionales. "La región latinoamericana paradójicamente se convirtió en un exportador de capital a los países desarrollados. Esta transferencia de recursos de países pobres a economías industrializadas detuvo prácticamente el progreso económico con un crecimiento nulo, rasgo que llevó a la CEPAL a denominar los años ochenta como la década perdida para América Latina". (Márquez Graciela. De crisis y estancamiento: la economía mexicana, 1982-2012)
En el ámbito político el gobierno de Miguel de la Madrid fue conservador y no emprendió reforma democratizadora alguna, salvo la que creó la figura de regidores de representación proporcional en los cabildos como resultado de la reforma al artículo 115 Constitucional. Pero se enfrentó al surgimiento del “neopanismo” que en 1986 ganó las elecciones municipales en las principales ciudades del estado de Chihuahua; impuso como gobernador a Fernando Baeza contra Francisco Barrio, pero surgió la acusación de fraude y la legitimidad del sistema priísta comenzó a desmoronarse. Por lo anterior, se expidió el Código Federal Electoral para otorgar mayor control de los procesos electorales al gobierno y al PRI, si bien se amplió el número de diputados de representación proporcional y se dispuso la renovación por mitad del Senado cada tres años. Además se creó la Asamblea de Representantes en el Distrito Federal para encauzar la participación política.
En 1987, ante la línea neoliberal adoptada por el presidente De la Madrid, el Partido Revolucionario Institucional se dividió y los disidentes, encabezados por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, formaron el Frente Democrático Nacional. El PAN se fortaleció con su carismático candidato presidencial Manuel J. Clouthier. El 3 de julio de 1988, tuvieron lugar las elecciones presidenciales más impugnadas de los últimos 40 años por la “caída del sistema” de cómputo electoral y la negativa gubernamental a abrir los paquetes electorales. Pero De la Madrid prefirió el “sambenito del fraude” a ser “el presidente que perdió el poder”.
El candidato presidencial oficial Carlos Salinas de Gortari, registró oficialmente el menor porcentaje de votos desde la fundación del PNR, el mínimo necesario para obtener mayoría absoluta de votos válidos: el 50.36% frente al 31.2% de Cuauhtémoc Cárdenas y el 17.07% del panista Manuel Jesús Clouthier del Rincón. Para mucha gente quedó claro que quien ganó la elección fue Cárdenas, quien hizo surgir el Partido de la Revolución Democrática PRD que desencadenará la transición hacia la democracia. Por todo lo anterior, Miguel de la Madrid fue el primer presidente de las últimas décadas cuyo informe anual ante el Congreso de la Unión se interrumpió por los diputados (el primero que lo interpeló fue Porfirio Muñoz Ledo) para denunciar el fraude electoral y rechazar la política económica neoliberal contraria a los intereses populares. Estas prácticas obligarían a los sucesivos presidentes a sólo enviar su informe por escrito, con lo que terminaría la tradición priísta de hacer de cada 1° de septiembre "el día del Presidente", es decir, un homenaje público y festivo de las élites gobernantes al presidente en turno .
Para dar credibilidad a la política de combate a la corrupción de Miguel de la Madrid, el ex aspirante presidencial y ex director de Pemex, Jorge Díaz Serrano, fue desaforado el 30 de julio de 1983 como senador de la República para ser juzgado por la adquisición con sobreprecio de dos buques tanque y tras cinco años de cárcel fue liberado sin haberse comprobado los cargos, pues al parecer se trató de una venganza de De la Madrid por disputarle la candidatura a la presidencia de la República. Asimismo, el 30 de junio de 1984 fue detenido el ex jefe de la policía del Distrito Federal Arturo Durazo Moreno, alias “El Negro”, amigo de la infancia de José López Portillo, quien cumplió seis años de prisión. Además, tres funcionarios de la Comisión Nacional Azucarera, entre ellos Roberto Martínez Vara, sobrino del ex presidente López Portillo, fueron acusados de peculado ante la Procuraduría General de la República.
Durante su periodo, fueron asesinados varios periodistas, entre ellos Manuel Buendía por denunciar la complicidad de funcionarios gubernamentales con el narcotráfico.
En el campo de la economía, elevó a rango constitucional el sistema de economía mixta con rectoría del Estado y participación corresponsable de los sectores privado y social en el desarrollo nacional.
Durante su gobierno se atenuaron las medidas de nacionalización de la banca y control de cambios mediante la devolución de un 33% de las acciones a manos privadas y la eliminación parcial de ese control.
De la Madrid negoció con los acreedores internacionales reescalar el servicio de la deuda y obtener un empréstito de 5,300 millones de dólares. En sus memorias escribirá: "nunca tuvimos, sin embargo, en materia de deuda externa, una respuesta amplia, positiva, generosa, de los EU y otros países acreedores; logramos varias renegociaciones que nos fueron alargando plazos, ahorrando costos, o haciendo obtener limitados recursos adicionales netos, pero no hubo ninguna actitud definitiva que hiciera compartir a los acreedores, en una medida más equitativa, el grave problema de la deuda externa, del cual ellos habían sido corresponsables. Sólo al final se logró un avance limitado, gracias a una operación que redujo el saldo del capital y que abrió el camino a negociaciones más favorables en los años siguientes".
El gobierno delamadrista estableció, en enero de 1983, el Programa Inmediato de Recuperación Económica PIRE, el sistema constitucional de planeación democrática y en mayo siguiente, el Plan Nacional de Desarrollo PND (antes Plan Global de Desarrollo), con el aval del FMI. El Plan se propuso cuatro objetivos: 1. Conservar y fortalecer las instituciones democráticas. 2. Vencer la crisis. 3. Recuperar la capacidad de crecimiento. 4. Iniciar los cambios cualitativos que requiere el país en sus estructuras económicas, políticas y sociales.
Al efecto, congelaron los salarios, liberaron los precios y devaluaron el peso (2,278 pesos por un dólar en 1987, la menor paridad de la historia) para lograr “competitividad”. Elevaron las tasas de interés (los CETES llegaron a 159.78% anual) y alentaron la especulación bursátil, por lo que durante su gobierno, la bolsa de valores sufrió la mayor caída de su historia en octubre de 1987. Además, se duplicaron por lo menos, las tasas impositivas vigentes y realizaron ajustes fiscales para paliar los efectos de la inflación en los créditos y obligaciones de los contribuyentes, lo que disminuyó el déficit fiscal, pero a gran costo político y social.
Ante el descontento general, el 15 de diciembre de 1987, se firmó el Pacto de Solidaridad Económica con organizaciones de trabajadores y de empresarios para subir las tarifas y precios del sector público; aumentar el 15% a los salarios y el 20% a los mínimos, con la indexación de éstos últimos al costo de la vida y el mantenimiento de los precios agrícolas de garantía en su nivel “real”. Los empresarios, por su parte, se comprometieron a “la moderación de los precios”. A partir de 1988, la inflación y las tasas de interés comenzaron a ceder.
Al final de su periodo, la inversión pública cayó del 12% del PIB en 1982 a 3.9%; el déficit del sector público estuvo en niveles similares a los de 1982; la inflación ascendió a 131% (en 1987 llegó al 159.2%, la más alta tasa de inflación registrada en la historia de México); la economía se contrajo, pues ante la entrada de mercancías extranjeras baratas, cerraron las pequeñas y medianas empresas (principales generadoras de empleo) e inclusive algunas grandes; sólo el 35% de la fuerza de trabajo estuvo empleada en el sector moderno de la economía y creció el empleo informal; los salarios reales fueron 40% menores a los de 1980, la deuda externa aumentó en más de un 30% y se pagaron en promedio más de 12,000 millones de dólares anuales por concepto de intereses. La devaluación acumulada respecto al dólar fue de 3,270% de diciembre de 1982 a diciembre de 1988.
En el ámbito social, su gobierno enfrentó los sismos del 19 de septiembre de 1985 en la ciudad de México, que ante la pasividad e ineficacia del gobierno de la ciudad encabezado por Ramón Aguirre Velázquez, provocaron la organización popular del Distrito Federal, pues durante las primeras horas posteriores al desastre, De la Madrid rehusó la ayuda internacional y no permitió que el ejército colaborara en las labores de rescate, lo cual le mereció severas criticas de la población.
También tuvo que resolver la destrucción de Cancún, Quintana Roo, por el huracán Gilberto.
En 1988 puso en marcha la planta nuclear de Laguna Verde, a pesar de la oposición popular por sus altos riesgos.
En el sector de radiodifusión, De la Madrid integró el Canal 13, la Televisión de la República Mexicana Canal 7 y PRONARTE en el Instituto Mexicano de la Televisión IMEVISION. Simultáneamente, creo el Instituto Mexicano de la Radio IMER, para agrupar a las estaciones propiedad del gobierno federal y el Instituto Mexicano de Cinematografía IMCINE, con propósitos similares.
En la arena internacional, De la Madrid gobernó durante la última etapa de la "guerra fría" entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, cuando los norteamericanos hostigaban militarmente a Nicaragua con el pretexto de su lucha contra el comunismo. Su gobierno tuvo que enfrentar a la fracción más reaccionaria de la élite política norteamericana encabezada por el presidente Ronald Reagan, contraria a todo lo que significara Revolución Mexicana, PRI y política exterior independiente, y muy afín a la ideología del Partido Acción Nacional PAN.
El sistema político mexicano sufrió periódicamente ataques por su autoritarismo y corrupción en la prensa norteamericana y en el Senado, particularmente del senador Jesse Helms. Dentro de esta relación tensa con el presidente Reagan, De la Madrid pasó del apoyo directo de país a país, a la acción multilateral como en el caso del grupo Contadora, integrado el 9 de enero de 1983 por los cancilleres de México, Colombia, Venezuela y Panamá para promover una salida pacífica y negociada en las guerras civiles de Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Logró así, sin abandonar la solidaridad con los países latinoamericanos, atenuar la resistencia de los norteamericanos a la política exterior independiente de México.
Por otra parte, México fue víctima de la incursión en su territorio de contingentes armados y de aviones militares de origen guatemalteco que violaron su espacio aéreo, como efecto colateral de las acciones represivas de la dictadura del general Efraín Ríos Montt. El problema fue solucionado por la vía diplomática.
Respecto a las relaciones con los Estados Unidos, Miguel de la Madrid celebró seis cumbres presidenciales con Reagan en ambos lados de la frontera. En mayo de 1984 preguntó en el Congreso norteamericano: "¿Cómo explicarnos que a los países en desarrollo se nos exija reducir el gasto público, cuando otros hacen de un déficit creciente la palanca esencial de la recuperación? ¿Cómo se justifica que, en la interdependencia, unos cuantos disfruten de la prosperidad mientras otros, la mayoría, padecen limitaciones y sacrificios?".
En junio siguiente, al integrarse el Grupo de Cartagena, formado por Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela, para buscar apoyos mutuos en la negociación de la deuda externa, México se mantuvo reacio a la moratoria y a la formación de un club de deudores, pero sostuvo que para pagar la deuda es indispensable estimular el crecimiento de los países.
Asimismo, en 1985 tuvo lugar el secuestro y asesinato de Enrique Camarena Salazar, agente de la DEA, que tensó las relaciones con los Estados Unidos y especialmente con su insolente embajador John Gavin. Miguel de la Madrid escribirá en sus memorias: "los norteamericanos, entre más blandito encuentran, más se van metiendo. (…) Estamos frente a gente ruda, que no busca un entendimiento, sino imponerse (…); nuestras relaciones no van a cambiar demasiado. Sin embargo, y aceptando esa realidad, debemos conservar la serenidad y sostener el esfuerzo por mejorar (las) relaciones, pero sin perder nuestra dignidad".
A partir del asesinato de Camarena, "las actividades del narcotráfico empezaron a volverse asunto más y más cotidiano. Durante las décadas de 1980 y 1990 ese negocio se extendió a causa del creciente consumo de mariguana, cocaína y otras sustancias enervantes en Estados Unidos. Este mercado hizo posible el fortalecimiento de alianzas entre productores colombianos, traficantes mexicanos y distribuidores norteamericanos. Sobornos a las autoridades encargadas de perseguir a los delincuentes, ajustes de cuentas, "lavado" de dinero proveniente de este negocio, captura de algunos capos como Rafael Caro Quintero y noticias sobre cargamentos incautados atrajeron la atención de la opinión pública. Otra dimensión fue el incremento desmedido de la delincuencia y de los secuestros en las ciudades e incluso los asaltos en las carreteras, tal como ocurría en el siglo XIX. (Nueva historia mínima de México).
El gobierno delamadrista fue el anfitrión, el 29 de noviembre de 1987 en Acapulco, de la I Reunión de presidentes del Mecanismo Permanente de Consulta y Concertación Política, o Grupo de Río. Los ocho presidentes participantes adoptaron el llamado Compromiso de Acapulco para la Paz, el Desarrollo y la Democracia.
Después de dejar la presidencia de la República, Miguel de la Madrid ocupó el puesto de director del Fondo de Cultura Económica, empresa editorial del gobierno mexicano, de 1990 a 2000.
En un balance de su gobierno, en 1999, De la Madrid declaró en un documental televisivo: “Lo que más me duele es que esos años de ajuste económico y de cambio estructural se caracterizaron también por un deterioro en la distribución del ingreso, por un abatimiento de los salarios reales y por la insuficiente generación de empleos; en suma, por un deterioro de las condiciones sociales”.
En esos años la prensa mexicana publicó la existencia de depósitos del ex presidente en bancos de Suiza o Luxemburgo por cientos de millones de dólares. Lo cual nunca dio lugar a investigaciones judiciales.
Ya retirado a la vida privada, De la Madrid colaboró en el Consejo InterAcción, formado por mandatarios retirados de todo el mundo que elabora informes y estudios en diversas áreas del ámbito internacional. También fue miembro del Consejo Internacional del Centro Shimon Peres por la Paz.
En la 2004, el Fondo de Cultura Económica publicó “Cambio de rumbo. Testimonio de una Presidencia, 1982-1988”, libro de más de 800 páginas en el cual De la Madrid “expone su visión y acción como Presidente de la República. Narra, con el detalle de un texto escrito sobre la marcha, los momentos más significativos de su gobierno".
El 12 de mayo de 2009, en una entrevista para un libro, De la Madrid confesó que su relación con Carlos Salinas terminó “muy mal” y que se equivocó en elegirlo como sucesor. “En aquel entonces no tenía elementos de juicio sobre la moralidad de los Salinas, me di cuenta después”. Lo acusó de robarse el dinero de la partida secreta y a su hermano Raúl de tener vínculos con el narcotráfico. La entrevista fue parcialmente dada a conocer por la periodista Carmen Aristégui a los pocos días. Pero después, De la Madrid se desdijo mediante una carta pública: "Actualmente me encuentro convaleciendo en un estado de salud que no me permite procesar adecuadamente diálogos o cuestionamientos, tal como constan las grabaciones presentadas por la Sra. Aristegui en las que mi tono de voz se escucha débil y confuso por lo que después de haber escuchado la entrevista, mis respuestas carecen de validez y exactitud”.
El 1º de abril de 2012, Miguel de la Madrid Hurtado falleció de enfisema pulmonar en el Hospital Español de la ciudad de México. Al día siguiente se le rindió un homenaje de Estado en el Patio de Honor de Palacio Nacional. Entre los asistentes estuvo el expresidente Carlos Salinas de Gortari.
Frente a su cadáver, el presidente Calderón hizo el elogio del expresidente: “Sabemos que México fue la gran pasión de Miguel de la Madrid, por eso hoy México le reconoce su entrega, esfuerzo y dedicación en los momentos aciagos en los que le tocó presidir al país… Durante su Presidencia tuvo que hacer frente a los efectos de una profundísima crisis económica. Ejerció su liderazgo en aquellos duros momentos para unificar los esfuerzos de la sociedad, a fin de poner nuevamente a flote a la economía nacional,…gran mexicano… Miguel de la Madrid fue un hombre sereno y ecuánime, un hombre de familia; un hombre que amaba profundamente a nuestro México y, al que, estoy seguro, le entregó toda una vida de servicio…un gran estudioso de la historia y conocedor del derecho. Admiraba, como muchos de nosotros, a José María Morelos y Pavón, héroe que dio a la causa insurgente algunas de sus más importantes victorias, pero sobre todo, que delineó el país de leyes e instituciones que debía surgir después de nuestra independencia”…
Arturo Rodríguez García (Proceso) escribió: “Unas 500 personas estuvieron apostadas en las vallas, en espera de la pasarela, parecía que iba a saludar, a decir adiós, pero no. ‘Ojalá te vayas al infierno’, empezaron a gritar cuando la carroza se alejaba y el contingente de los políticos que desde entonces, en el sexenio de Miguel de la Madrid, y aun ahora siguen siendo influyentes, poderosos: ‘Pinches rateros, por eso el país está como está’, se escuchó una voz. De repente, se dieron cuenta de que un enjambre de reporteros rodea a un ser menudo, bajito que se abría paso como podía luego de reconocer que Felipe Calderón realizó el evento para De la Madrid. Era Carlos Salinas de Gortari, a quien lo esperaba en la puerta un vehículo blindado. No hay alcance para un tiro de piedra, envase o proyectil, pero la turba no se amilanó y para despedir a ese otro expresidente, vivo, soltaron una fuerte y prolongada rechifla. La nomenclatura seguía saliendo, frente a los insultos, gritos y rechiflas, pero ni siquiera volteaba, como si no vieran a la turba; como si no escucharan. Se alejaban de las ceremonia fúnebre que terminó siendo un mitin de priistas y panistas”.
Miguel de la Madrid Hurtado publicó, entre otros, los siguientes libros: El pensamiento económico en la Constitución mexicana de 1857, México, UNAM, 1957; La soberanía popular en el constitucionalismo mexicano y las ideas de Rousseau, México, UNAM, 1962; Estudios de derecho constitucional, México, Porrúa, 1980; La política de la renovación moral, México, Diana, 1988; Las Razones y las Obras, Crónica del sexenio 1982-1988; Las Elecciones de 1988; Cambio de Rumbo, FCE, 2004 y El ejercicio de las facultades presidenciales, Porrúa-UNAM, México, 1999.
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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