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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

 


 
 

 


 


José María Luis Mora

1794-1850

Nació en octubre de 1794, en San Francisco Chamacuero (hoy Comonfort), Guanajuato, hijo de una rica familia criolla que resultaría arruinada en la guerra de independencia. Inició sus estudios en la ciudad de Querétaro, y posteriormente pasó a la capital del virreinato, donde prosiguió su formación en el Colegio de San Ildefonso, en donde cursó la carrera de derecho sin abandonar su vocación de religioso, pero con simpatías hacia las ideas liberales.

Estudiante brillante, se convirtió en un intelectual destacado debido a que era un gran orador, además de que contaba con grandes conocimientos en materias como la historia y la política. El 7 de enero de 1812 se graduó de bachiller en filosofía; el 19 de noviembre de 1818, obtuvo el mismo grado en teología y el 19 de julio de 1819 en la catedral le fue otorgado el grado de licenciado en la materia; en 1820 alcanzó el doctorado y con él, el sacerdocio, cuyo ejercicio abandonaría.

Al concluir el proceso independentista en 1821, empezó a tener una vida política más activa. De entrada se hizo cargo de la redacción del Semanario Político y Literario, en el que dio rienda suelta a sus afanes liberales. Además, en 1822, en las primeras elecciones populares que hubo en el país, fue nombrado vocal de la diputación provincial de México. Al ser coronado emperador Agustín de Iturbide, Mora manifestó su repudio, lo que le valió ser encarcelado; recuperó su libertad a la caída de Agustín I en marzo de 1823. Fue electo diputado a la legislatura constituyente del Estado de México, en donde tuvo un papel relevante: promovió la redacción de la Constitución de ese estado, la Ley de Hacienda y las Leyes de los Ayuntamientos. Al cerrarse la legislatura se recibió de abogado en 1827, profesión que en realidad nunca ejerció.

Mora perteneció al grupo de políticos liberales integrado por antiguos caudillos insurgentes, grandes y medianos terratenientes, artesanos, comerciantes y clases medias que se proponían la transformación nacional mediante la igualdad jurídica de todos los ciudadanos, sin fueros ni paternalismos; la libertad de pensamiento, expresión y culto; la libertad económica, el libre comercio sin alcabalas, la libre competencia sin aranceles proteccionistas y la inversión extranjera irrestricta; la expropiación de las tierras del clero para estimular la propiedad privada y la producción agrícola.

Creían en el desarrollo económico basado en una sana industria minera, en la plata en primer lugar, y en una agricultura comercial de exportación, ya que nuestra industria nunca podría llegar a ser competitiva, por lo que la búsqueda de la industrialización y autosuficiencia del país eran meras quimeras.

Asimismo, luchaban por la separación Iglesia-Estado, la supresión de las corporaciones que debilitaban al gobierno y un Estado federal, fiscalmente fuerte, responsable de la educación, del registro civil y de los servicios asistenciales. Tenían como modelo la democracia norteamericana de la época y pretendían la alianza con ella, en contra de las amenazas imperialistas europeas.

Justamente por esos años comenzaron las pugnas entre los partidos escocés y yorkino, ambos logias masónicas; el primero favorecía la causa conservadora, mientras que el segundo tenía un carácter liberal. Educado en el liberalismo de la Ilustración, Mora se adhirió al ala moderada del primero junto a Nicolás Bravo, e inició la publicación del semanario El Observador de la República, semanario que alcanzó gran fama, en el cual denunciaba a los yorkinos exaltados, a los que atribuía el único propósito de incrementar la fortuna privada y los bienes de los particulares.

Mora se opuso a la expulsión de los españoles que decretó el gobierno, entre otras razones debido a que los masones escoceses contaban en sus filas con varios españoles. Esa fue una de las tantas pugnas que se ventilaban en la prensa. Ellas llevaron al pronunciamiento de Tulancingo del vicepresidente general Nicolás Bravo, cuyo manifiesto fue redactado por Mora. Sin embargo la rebelión fue eficazmente combatida por el gobierno del presidente Guadalupe Victoria. Tras la derrota, varios líderes escoceses fueron deportados a Chile, Perú y Ecuador en 1828.

En 1829 Mora fue ordenado sacerdote y alcanzó el grado de doctor en teología, y se mantuvo en la vida privada hasta 1830, año en que restableció El Observador, donde expuso sus ideas liberales y anticlericales. Su posición, cada vez más radical, le atrajo numerosos enemigos. En estos días escribió obras como Catecismo político de la Federación Mexicana y su Disertación sobre la naturaleza y aplicación de las rentas y bienes eclesiásticos, además de algunos ensayos sobre historia nacional.

En 1833 cuando cayó el gobierno de Bustamante, Antonio López de Santa Anna, nombrado por el Congreso, se negó a tomar posesión de la presidencia, por lo que tomó el poder Valentín Gómez Farías. Entonces Mora pudo expresar sus ideas anticlericales a su antojo, especialmente a través del periódico El Indicador. En 1834, propuso reformar la Constitución para resolver la confusión entre el Estado y la Iglesia, que "supone al poder civil investido de funciones eclesiásticas y al poder eclesiástico de funciones civiles, y ya es tiempo de hacer que desaparezca esta mezcla monstruosa, origen de tantas contiendas". Por lo que era necesario someter a la Iglesia y convertirla en un órgano del estado, secularizando sus bienes y convirtiendo a los curas en funcionarios públicos asalariados del gobierno.

En el gobierno de Gómez Farías fue creada la Dirección General de Instrucción Pública para el Distrito y los territorios Federales, de la que fue vocal Mora, así como director del Colegio de Ideología. Desde ahí se establecieron planes de estudio y las bases para una enseñanza laica, en cuya elaboración fue esencial la intervención de Mora. “El mayor bien político se da cuando un pueblo educado y un gobierno sabio reconocen las necesidades de desarrollo de su sociedad y las ponen en marcha conjuntamente, armoniosamente”. De esa manera se intentó quitar la educación al clero, además de que la política educativa se dirigió básicamente a la difusión de la educación entre las clases populares, sin distinciones.

Sin embargo, la caída de Gómez Farías y el retorno de gobiernos conservadores hicieron que Mora decidiera dejar el país y establecerse en París, en donde con el propósito es “contribuir a fijar el juicio de los pueblos civilizados sobre esta parte interesante de nuestro continente, desengañándolos de los multiplicados errores en que los han imbuido las relaciones poco exactas de los viajeros, los resentimientos de algunos, y el entusiasmo exagerado de no pocos”, escribió buena parte de su obra fundamental México y sus revoluciones, publicada en 1836. La obra está compuesta por tres volúmenes, con los temas siguientes: “Estado actual de México”, “Conquista y conspiraciones en la colonia tendientes a la emancipación” y “Guerra de Independencia hasta 1812”.

En el primer tomo se hace un diagnóstico de la situación prevaleciente en México, tras la guerra de Independencia, con base en estadísticas de sus condiciones geográficas, económicas, demográficas, administrativas y políticas. En el segundo tomo explica la conquista y la colonia a partir de que los pueblos indígenas eran educados servilmente, lo que facilitó su dominación por unos cuantos soldados españoles y después por el gobierno virreinal y la Iglesia; asimismo trata de las sublevaciones que tuvieron lugar entre 1630 y 1810. En el último tomo, condena el movimiento insurgente porque se fundamentó en la idea de que los extranjeros llegan a quitar a los mexicanos lo que es suyo, lo que desató la violencia popular al llamado de curas y frailes sin conocimientos políticos, que aprovechándose de la religión, manipularon a la gente más ignorante para emprender una guerra que arruinó al país.  

Dos años después, publicó en dos volúmenes sus Obras sueltas,  en las que da buena cuenta de “la historia de mis pensamientos, de mis deseos, de mis principios de conducta".

Sin embargo, en París se le agravó la tisis que contrajo durante su etapa de miseria, persecución y cárcel. Posteriormente viajó a Italia. Pasados los años, Valentín Gómez Farías fue reinstalado en la presidencia de la República tres veces más, durante una de las cuales, en 1847, nombró a Mora, Ministro Plenipotenciario ante el gobierno de la Gran Bretaña, desde donde envío interesantes comentarios sobre la situación en Europa y propuso sacar a los indios mayas de la península yucateca para acabar con la llamada guerra de castas. Ya muy enfermo se vio obligado a regresar a París, donde falleció el 14 de julio de 1850.

En 1963, los restos de este importante liberal mexicano fueron depositados en la Rotonda de los Hombres Ilustres del panteón Civil de Dolores de la ciudad de México.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.

Efeméride. Nacimiento octubre de 1794. Muerte 14 de julio de 1850.