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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

 


 
 

 


 


Hermenegildo Galeana

1762-1814

Nace el 13 de abril de 1762 en Tecpan, hoy de Galeana, Guerrero (antes pertenecía a la provincia de Michoacán). Su padre fue perseguido por los españoles Toribio de la Torre y Francisco Palacios y su primo Juan José Galeana, propietario de la Hacienda del Zanjón, lo tuvo a su cargo. Se dedicó a la agricultura. Casó y quedó viudo a los seis meses. Al iniciar el movimiento de independencia, vivía en Tecpan como un labrador acomodado. Cuando Morelos pasó por ese lugar, los Galeana (él, su padre Juan José Galeana, su hermano Pablo, y sus primos Juan José y José Antonio) le ofrecieron sus servicios.

El 7 de noviembre de 1810 se integraron a su ejército con armas y un pequeño cañón llamado “El Niño” que fue el primero que tuvo Morelos, además de un contingente de soldados que por simpatía a él se dieron de alta. El día 13 siguiente, se batieron valientemente con los realistas en el Veladero; Hermenegildo se distinguió en las acciones de Llano Grande y la Sabana.

El 29 de marzo de 1811 en el campo de los Coyotes, por enfermedad de Morelos, un coronel Hernández asumió el mando de las fuerzas insurgentes, pero la víspera de la acción huyó del lugar de la batalla vergonzosamente; entonces los soldados eligieron por jefe a Galeana, quien losa condujo a la victoria.

Cuando Morelos fue sobre Chilpancingo, Hermenegildo ya tenía el mando de la vanguardia; en Chichihualco se hizo de víveres y los dueños de la hacienda, los Bravo se integraron a las fuerzas insurgentes. En ese lugar, dio descanso a la tropa y mientras se bañaban en el río, repentinamente se presentaron los realistas y los “negros no teniendo tiempo de vestirse, pelearon desnudos y parecían demonios”; dispersaron las fuerzas del comandante Garrote que dejó cien fusiles y otros tantos prisioneros. En Tixtla, mediante un ardid hizo que los realistas abandonaran su persecución y les dejaron ocho cañones, doscientos fusiles y seiscientos prisioneros.

Durante la acción de Chilapa, Hermenegildo actuó como segundo de Morelos, quien después lo envió a Taxco de cuya población se apoderó. En Toluca venció a Porlier, Michelena y Toro; luego, penetró en Cuernavaca y Cuautla. Cuando Morelos decidió esperar a Calleja en Cuautla confió a Galeana la defensa del Convento de San Diego, uno de los puntos más importantes y peligrosos. El combate inició el 18 de febrero, y al día siguiente se dio el ataque general a la plaza, los realistas fueron rechazados sistemáticamente a machetazos de modo que Calleja tuvo que retroceder, pero poco después, Calleja formalizó el sitio del que continuamente Galeana hizo varias vigorosas salidas, las más notables fueron las que tenían como fin recobrar el abastecimiento de agua que los realistas habían cortado. El 4 de abril Calleja escribió en su informe: “Al amanecer de ayer, quedó cortada el agua de Juchitengo que entraba en Cuautla, y terraplenada sesenta varas la zanja […] pero a pesar de todas mis prevenciones y en el medio del día […] el enemigo, [construyó] un caballero o torreón cuadrado y cerrado, y además un espaldón que comunica al bosque con el terreno”. Después de varias acciones heroicas, a los 72 días de sitio durante los cuales Galeana no dio ni pidió cuartel, finalmente Hermenegildo rompió el sitio aprovechando que al difundirse la falsa noticia de que se replegaba con sus tropas, los realistas avanzaron y fueron detenidos por la intervención de Narciso Mendoza, el niño artillero.

El 4 de junio siguiente, en Chilapa, derrotó a Añorve; con Morelos rompió el sitio de Huajuapan; participó en la acción de Palmar y en el ataque de Orizaba rechazó a Andrade con lo que facilitó la entrada de Morelos.

En las Cumbres, hubo un momento en que Galeana se encontró solo y con su caballo muerto; se salvó de morir al esconderse en el hueco del tronco de un alcornoque. Al día siguiente, cuando Morelos salía personalmente en busca de su cadáver, lo vio llegar con gran sorpresa.

Participó en la toma de Oaxaca, en el sitio del castillo de Acapulco, en la expedición sobre Valladolid; en Puruarán fueron derrotados. Mientras Morelos se unía al Congreso, Galeana fue atacado por Armijo, y tuvo que refugiarse en la hacienda del Zanjón y luego en el Tomatal.

El Congreso puso a Galeana a las órdenes de Juan N. Rosains, hombre despótico, intransigente e ignorante de asuntos de milicia, lo que propició que Galeana y los Bravo fueran derrotados en Chichihualco; por lo que disgustado, decidió dejar las armas pese a los intentos de Morelos para disuadirlo. Volvió a la hacienda del Zanjón, pero necesitaba limpiar de realistas las cercanías; derrotó en Azayac a Barrientos y rechazó otros ataques.

El 27 de junio de 1814 iba a Coyuca y a unas dos leguas al poniente de la población, en el puente llamado El Salitral, al pasar el río, fue atacado, se resguardó tras unas parotas, luego tuvo que batirse en retirada perseguido por una partida realista guiada por Oliva, quien debía a Galeana algunos favores. Oliva lo comenzó a llamar por su nombre y a avanzar sobre él; casi lo alcanzaba y al volver Galeana la vista atrás para medir la distancia que lo separaba de su perseguidor, su caballo brincó al pasar debajo de un árbol y recibió un fuerte golpe que lo desarzonó; otro golpe lo hizo caer en tierra sin sentido arrojando sangre por la boca y nariz.

De inmediato lo rodearon catorce dragones que no osaban acercársele por el respeto que inspiraba; algo repuesto del golpe intentó defenderse, Joaquín León desde su caballo le tiró un balazo de carabina que le atravesó el pecho; en vano Galeana quiso sacar su espada para defenderse; el mismo León se apeó entonces y todavía vivo, le cortó la cabeza, que puso en la punta de una lanza, el tronco quedó tirado. El comandante realista la mandó colgar de una ceiba en el centro de la plaza de Coyuca.

La exposición de la cabeza suscitó tales actos de burla y befa que el mismo comandante realista, de apellido Avilés, indignado ante el escarnio de que era objeto aquel despojo, lo mandó retirar y enterrar en la iglesia del lugar. Se dice que su cuerpo fue recogido por dos de sus soldados y sepultado en secreto para evitar alguna profanación, ignorándose dónde quedó. También se dice que su cuerpo fue sepultado en un paraje que hoy se llama Los Cimientos.

La valentía de Galeana fue legendaria, su nombre infundía terror entre los realistas y pocos eran los que le resistían cuando se presentaba empuñando su espada que manejaba como si fuera machete. Por su don de gentes, por su carácter afable y el aprecio y respeto que se le tenía en la región, se le conocía con el sobrenombre de Tata Gildo. Jamás atacó a un enemigo por la espalda y no derramó sangre fuera del campo de batalla, y aun cuando se le diese orden, se resistía a fusilar a alguien.

Refiere Bustamante que cuando Morelos supo la muerte de Galeana lleno de dolor exclamó “¡Se acabaron mis brazos!... ¡ya no soy nada!...” y así era en efecto, pues ya había sido muerto Matamoros a quien por su inteligencia lo consideraba su brazo derecho a Hermenegildo, por su valor, su brazo izquierdo; es posible que de haber recibido alguna instrucción, pues no sabía ni escribir, habría superado sus propias dotes militares.

El 21 de julio de 1823, el Congreso lo nombró Benemérito de la Patria, Su nombre está inscrito con letras de oro en la Cámara de Diputados. El 5 de mayo de 1898 el estado de Guerrero le dedicó una estatua en el Paseo de la Reforma, realizada por Jesús Contreras. El pueblo que lo vio nacer lleva su nombre: Tecpan de Galeana.


Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.


Efeméride Nacimiento 13 de abril de 1762. Muerte 27 de junio de 1814.