Septiembre 13 de 1999
Hoy más allá de las cifras, se expresa la voluntad política de la sociedad de nuestro país: "Libremente, sin acarreos y con una profunda voluntad de cambio", en la elección democrática, de acuerdo a estatutos, del candidato del PAN a la Presidencia de la República.
Un partido que nunca ha pretendido acaparar, ni manipular como otros; sino ser el más consciente y comprometido con el cambio que México requiere.
Amigos y amigas:
Vengo con una gran emoción a compartir con ustedes esta fiesta ciudadana, celebrada en todos los rincones del país por mi Partido Acción Nacional y en la que hemos participado miles y miles de mexicanos.
Al elegirme como candidato de nuestro partido a la Presidencia de la República, me conmueve profundamente el honor que me han otorgado, el más importante de mi vida y que me ofrece la oportunidad de servir a mi país con la pasión con la que hace doce años me comprometí al aceptar la invitación de Manuel Clouthier.
¡Cómo me hubiera gustado, querido Maquío, que estuvieras hoy aquí, entre nosotros!
Lo que hoy celebramos es el primer paso para dar a nuestro país un futuro mejor y más digno. Lo que hoy celebramos es el inicio de la lucha más importante de esta generación para construir una nación sólida, plena de realizaciones y esperanzas.
Durante más de dos años luché sin descanso por ganar la confianza de mis compañeros de partido y lograr así, la postulación a la Presidencia de la República con un solo fin, el mismo que anima a todos los mexicanos: Hacer realidad las aspiraciones de tener un México diferente y mejor para nuestros hijos.
Acepto, con humildad, la nominación de Acción Nacional y asumo la enorme responsabilidad que esto significa, así como el honor que me confiere. Este es el momento para recordar las palabras cargadas de generosidad, que guardo y repaso constantemente en mi memoria, pronunciadas por el gran historiador y pensador mexicano contemporáneo, que ha reseñado la vida política del país en el siglo XX: "Vicente, tú eres un motor de cambio, pero no olvides el tren de la historia".
¡Por supuesto que no lo olvido, amigos!
Soy consciente del movimiento histórico que estamos generando. El motor de cambio somos todos, lo demostraremos a lo largo de la campaña y lo certificaremos el 2 de julio del año 2000.
México se encuentra hoy, más allá de candidatos, en la disyuntiva de prolongar la amarga experiencia que hemos vivido a lo largo de más de 70 años de PRI o comenzar la construcción real del México que todos hemos anhelado.
Basta de engaños. Ha llegado el momento de desenmascarar a los falsos profetas del cambio.
No merece otra oportunidad quien no ha sabido gobernar, quien no ha sido capaz de detener la inseguridad, quien cada sexenio ha acumulado más miseria y desesperanza.
Nunca merecerá otra oportunidad quien, en lugar de estabilidad, propicia impunemente crisis, quien en lugar de liderazgo moral ha tolerado la corrupción y el narcotráfico; quien, en lugar de seguridad, ha producido un ambiente de miedo y de temor en las calles.
Nunca daremos una oportunidad más a quien en lugar de garantizar posibilidades de educación, erosiona y cancela el futuro de millones de mexicanos.
Las tareas fundamentales de un gobierno efectivo son el lograr desarrollo económico, educación y seguridad. Un gobierno que no se ha interesado por cumplir con estas demandas de la sociedad, no merece la lealtad de sus ciudadanos.
Tenemos en nuestras manos la oportunidad de terminar con un gobierno que miente, que es corrupto. Que se declara incapaz y que hoy carece de ideas y de creatividad, como lo demostraron sus candidatos, a toda la nación, en el debate del miércoles 8 de este mes.
Garanticemos educación de alta calidad para todos y un modelo económico que permita a nuestros niños y jóvenes terminar sus estudios. ¡Que ni un solo chiquillo ni joven se quede en este país sin opción educativa por falta de recursos económicos!
Pasemos de la intolerable inseguridad que padecemos, a convivir tranquilos y en paz.
Propiciemos las condiciones para que todos los mexicanos tengan empleos dignos y bien remunerados.
Ganemos con esta elección un México desarrollado en un auténtico Estado de Derecho, que garantice educación, justicia, convivencia, participación y paz social. Este es el gran desafío que enfrentaremos todos los mexicanos.
Ni el mejor candidato, ni el mejor partido político podrán solos. El progreso y la democracia es para todos los mexicanos. La responsabilidad de alcanzarlos también.
En las próximas semanas continuaré invitando a todos los ciudadanos a formar una gran y verdadera alianza. Los invitaré a unirse a una opción real; a una opción diferente y mejor, que nos devuelva la confianza a todos los mexicanos. Conformemos la gran alianza con la sociedad.
He sido testigo de los deseos y la pasión que existe para cambiar a nuestro país. Fui testigo de la gran riqueza humana y espiritual que compartimos los mexicanos y que debemos aprovechar para combatir la era de la corrupción, la miseria, la exclusión y de poner un hasta aquí a la simulación y la injusticia.
Me comprometo a ser un candidato cercano y sencillo, que genere confianza.
Me comprometo a ser un candidato que, como siempre lo he hecho, hable con la verdad y los sepa escuchar. Me comprometo a trabajar incansablemente para merecernos la victoria.
Me comprometo a que a partir de hoy cada acción, cada palabra y cada latido de mi corazón tengan un solo objetivo: instaurar en el año 2000 una mejor forma de gobernar.
Creo en un modelo económico que privilegie la equidad y conduzca a una economía humana, que dote de capacidades y oportunidades a los millones de mexicanos excluidos por más de siete décadas de corrupción de un sistema.
Creo en la maravillosa respuesta de las personas al estímulo de una oportunidad.
Creo en la discrepancia, en la crítica, en el debate y en las diferencias, porque enriquecen a la sociedad.
Creo en un gobierno con valores. Un gobierno que sea impulsado por el bien común, la dignidad de la persona y el espíritu de servicio.
Creo en el respeto y la tolerancia a las diferencias religiosas, ideológicas y étnicas. Creo firmemente en el papel de la mujer. La energía, la pasión y capacidad y sentido de justicia de las mujeres mexicanas garantizará un mejor México para nuestros hijos. Creo en los jóvenes, en su entusiasmo, en su compromiso y en su responsabilidad con nuestro país.
Comparto los valores de mi partido. Ha llegado el momento de hacerlos realidad aquí y ahora.
Lograremos implantar un nuevo estilo de gobernar, basado en el trabajo, la transparencia y la cercanía con los ciudadanos. Lograremos un buen gobierno, que sea competitivo, honesto, participativo, ágil y de pronta respuesta para los mexicanos. Aspiro a restituir la fe en la política y en los políticos.
Sé lo que es vivir del presupuesto. Sé de la frustración de un padre cuando no puede llevar alimento a su familia. Sé de la tristeza de un joven cuando tiene que dejar su país por falta de oportunidades. Sé del coraje de quien ha sido víctima de la violencia.
Sé del valor de las oportunidades. Crecí en un ejido con los hijos de los campesinos y la única diferencia con mis amigos de la infancia son las oportunidades que yo sí tuve.
Llevo dentro de mi propio ser la filosofía Ignaciana. Sé de la hipoteca social y del compromiso que tenemos ante los que han sido menos afortunados. Conozco el significado del esfuerzo, del trabajo duro y la dedicación. Este país necesita un nuevo liderazgo, que sume los esfuerzos de todos los mexicanos.
El liderazgo no lo encontramos en las frías páginas de la historia, lo palpamos en el espíritu del hombre. En su fuerza, su pasión y su entrega. Capaz de cambiar el curso de la historia, que queda marcada por huellas y veredas de aquellos grandes hombres y mujeres que caminaron adelante, cambiaron y transformaron para que otros siguieran.
El crédito y el veredicto pertenece a los hombres y mujeres que estuvieron en la arena, que pelearon y lucharon, que trabajaron y se entregaron, que pasaron sangre, sudor y lágrimas. Quienes arremetieron valientemente, cometieron errores, tuvieron fracasos. Quienes saben de la devoción, entusiasmo, sacrificio y compromiso atrás de una noble causa.
Desde ahora, nuestro lugar nunca estará con aquellas almas frías, timoratas, llenas de apatía que no saben de victoria o fracaso. Desde ahora nuestro lugar, compañeros panistas, estará con los gigantes de la historia, con quienes se entusiasma y regocija la humanidad. Nuestra propuesta no es fundamentada en promesas, hemos demostrado capacidad para materializar los proyectos y hacerlos realidad.
Hoy todos los mexicanos perfilamos el México diferente y mejor con que vamos a soñar despiertos en estos meses de campaña, meses de sacudimiento de la apatía, de la indiferencia, de la esperanza.
Porque un México diferente requiere de una actitud diferente y mejor, el cambio inicia en nosotros mismos. El cambio requiere de una sociedad en pleno trabajo, con todo su talento y su alegría al servicio de los intereses de la nación.
Preparémonos para dar la batalla definitiva. Vamos con todo. ¡Es ahora o nunca!
Fuente: diario Reforma, 13 de septiembre de 1999.
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