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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1986 Discurso de Manuel Bartlett, Secretario de Gobernación y Presidente de la Comisión Federal Electoral, al concluir las Audiencias Públicas sobre el Gobierno del Distrito Federal.

Agosto 23 de 1986

 

Señor gobernador, señores integrantes de la Comisión, señoras y señores:

Concluye hoy el ejercicio democrático al que nos convocó el presidente De la Madrid. Hemos escuchado a los representantes de todos los partidos políticos, de todas las corrientes ideológicas y de todos los sectores sociales; a expertos de las más diversas instituciones académicas y de las más variadas disciplinas de las ciencias humanas expresarse con relación a las realidades, carencias, aciertos, fuerzas y flaquezas de nuestra organización electoral.

Expreso el reconocimiento del Presidente de la República a quienes nos acompañaron a lo largo de este ejercicio por su decisión de aceptar la invitación a participar en esta consulta popular; al Poder Legislativo por su contribución a este esfuerzo y de una manera particular a los partidos políticos. Su participación hizo posible integrar la Comisión constituida por acuerdo del Presidente de la República para recibir la consulta. Gracias a ellos no nos redujimos a escuchar una muy amplia serie de ponencias, asistimos a un debate intenso.

Durante las 20 sesiones en las que participó la Comisión, y a lo largo de otras tantas sesiones tenidas en las sedes regionales donde se recibió la consulta, se produjeron planteamientos amplios y diversos. Esta consulta ha sido, como lo ordenó el Presidente de al República, una consulta sin reservas.

Nunca, ni siquiera en razón del tiempo disponible para desahogar en su totalidad la lista de ponentes, se puso un límite, un obstáculo, una restricción a la libre participación de los protagonistas de la consulta.

A lo largo de su desarrollo tuvieron lugar acontecimientos nacionales y locales que cobraron, en este foro, una particular resonancia y que matizaron con tonos diversos el planteamiento de las cuestiones que le fueron propias. Es natural. En un ejercicio en el que han participado todas las fuerzas y se han expresado las distintas posiciones ideológicas, es inevitable que las posiciones razonables y razonadas, todas ellas respetables, reproduzcan en realidad el pluralismo prevaleciente en nuestra democracia.

El Presidente propuso, y los partidos y las instituciones participantes aceptaron, abrir un amplio foro de discusión que permitiese a las formaciones políticas expresar y a la Nación entera escuchar los problemas y las alternativas para resolverlos que suscita nuestra organización electoral; un foro que permitiese a la ciudadanía de la capital de la República conocer y apreciar las alternativas a la participación ciudadana en el gobierno del Distrito Federal. Se ha tratado así, en primer término, de una jornada de reflexión con un profundo propósito formativo e informativo.

En la consulta se presentaron, además de las posiciones de los partidos políticos, las reflexiones de los expertos, los puntos de vista de los ciudadanos y también las conclusiones de diversos foros paralelos que se congregaron para estudiar los distintos aspectos de la organización electoral. Asociaciones de derecho electoral, instituciones de educación y de investigación y academias auspiciaron la realización de foros de estudio y discusión y trajeron a esta Comisión sus conclusiones. Es digna de mencionar la contribución de la Universidad Nacional Autónoma de México por la organización de un foro internacional cuyas conclusiones fueron puestas a disposición de esta Comisión.

Puedo decir que hemos cumplido con la encomienda del Presidente de la República: hemos pulsado el sentir de los diversos componentes de nuestra sociedad política. Cumplimos también con el ejercicio formativo e informativo concomitante a esta reflexión. En particular, expreso el más amplio reconocimiento del gobierno de la República a los medios de comunicación, a los comunicadores y a los reporteros que nos han acompañado a lo largo de estas jornadas, porque con su profesionalismo y su competencia han hecho posible tener informada a la Nación y obtener resultados sensibles en el ámbito de la opinión pública.

El radio y la televisión han llevado a toda la población del país abundantes materiales sobre estas discusiones. El país ha seguido con interés el desarrollo de los debates. Los partidos políticos solicitaron un esfuerzo adicional de comunicación que fue atendido a través de las series de televisión que están actualmente en curso.

Esta ha sido una consulta particularmente amplia, no sólo por la intensidad, la profundidad y el número de las participaciones, sino por la variedad y la frecuencia con las que estas reflexiones se hicieron llegar a la opinión pública nacional.

La mejor organización de nuestra República, mediante el perfeccionamiento de nuestro sistema electoral, ha suscitado inevitablemente, de un modo permanente, las más amplias críticas respecto de nuestra organización política. Aquí han sido respetadas todas las posiciones expresadas y ha gozado de plena libertad para expresarse quien ha querido hacerlo. Se ha dicho todo lo que se ha deseado y se han suscitado las más detalladas respuestas sobre asuntos especializados.

Esta consulta, en consecuencia, es obra de la libertad. No la ha inspirado la simulación; no constituye un ejercicio formalista; no es un dispositivo para cubrir las apariencias. Aquí se ha dicho todo. Eso, de suyo tiene un gran valor democrático.

Este foro no ha tenido como sentido llevar a cabo un debate en el que resulte substituida la representación nacional que corresponde al Congreso de la Unión; tampoco se inspiró la convocatoria en una supuesta carencia de ideas respecto a los caminos de la democracia mexicana.

Aquí se han perfilado las más variadas posiciones. El saldo resultante son aportaciones valiosas, nuevos caminos, propuestas que convendrá retomar. Esto no quiere decir que todo lo que se ha dicho se pueda incorporar, eso sería literalmente imposible: las posiciones contradictorias no pueden componerse en un todo congruente y operativo. La orientación política que inspire la iniciativa que propondrá el Presidente de la República no resultará de las aportaciones valiosas que sea preciso retomar, resultará de la capacidad real de las propuestas de atender a los sentimientos mayoritarios de la Nación. Contribuir a ello, es la aportación de esta consulta.

El objeto de la consulta es la democratización política electoral; es decir, la atención a una aspiración sostenida.

La premisa de toda discusión sobre la democracia mexicana debe ser la defensa de la soberanía. Fue y sigue siendo simultánea la lucha por la independencia y la lucha por la democracia. La democracia o es la forma de nuestra soberanía o es un formalismo sin contenido. Invitar a la violación de la soberanía en supuesta defensa de la democracia, es atentar contra la libertad y buscar en realidad el sometimiento.

La constante democratización de México no es la ocurrencia de una corriente política o intelectual, ni el resultado de un consejo bien intencionado e inadmisible de observadores extranjeros: es la esencia del proyecto nacional de los mexicanos. Es tarea central del presidente Miguel de la Madrid.

En un tiempo de crisis es explicable la tentación de negar todas las conquistas que ha alcanzado el pueblo mexicano en el combate por la democracia; es explicable que por táctica, y aun por buena fe se exageren y se totalicen las imperfecciones y los límites de nuestra democracia. Pero, afirmar que México no es una República democrática, es afirmar una falsedad. Todos los días se vive la democracia mexicana, el pueblo la vive.

Al calor del debate puede negarse todo lo positivo existente; no por ello pierde un ápice de falsedad dicha negación.

México vive la democracia. Los mandatos mayoritarios, el régimen de libertades, la vigencia de las instituciones están a la vista, son patentes.

La democracia es el hilo conductor fundamental de nuestro proyecto de Nación. Es un proyecto constitucional enmarcado en un régimen de derecho. Es un movimiento que expresa las aspiraciones culturales, sociales, económicas y políticas del pueblo de México. La democracia ha significado tanto la forma de trascender los agravios, las desigualdades, las opresiones que dieron origen a nuestro gran movimiento histórico y de sustituirlos por un sistema de libertad, de derechos y de mecanismos de participación como, simultáneamente, el instrumento para articular las fuerzas sociales fundamentales de la Nación en organizaciones, en instituciones, en estructuras, que dan a México historia, certidumbre, capacidad de acción y soberanía.

En México la lucha por la democracia ha sido la lucha por la organización social; la lucha por la creación de instituciones de educación, salud, de abasto, de vivienda, de servicio a las necesidades fundamentales del pueblo de México; la lucha por el establecimiento de un estado de derecho en el que tengan plena vigencia las libertades y las garantías, así como la lucha por la representación política y, desde luego, la lucha por el sufragio efectivo.

Nuestra Constitución y el orden político que de ella emana consagran la esencia democrática del proyecto nacional, generan las instituciones electorales, amplían la base ciudadana, incorporan al voto a mujeres y jóvenes, protegen a las minorías, establecen las prerrogativas de los partidos a los que confiere constitucionalmente la elevada calidad de instituciones de interés público, integran los órganos que organizan, vigilan y califican los comicios, instauran el sistema mixto de representación proporcional y mayoritaria, y confieren representación a las minorías en todas las legislaturas de los estados y en todos los municipios del país, impulsan la reforma municipal y la planeación democrática y alientan la renovación política electoral. Estos son hechos que nadie puede negar.

La democratización de México no es, en consecuencia, una moda pasajera, es la demanda irrenunciable que explica el empeño de los mexicanos por la renovación nacional, que explica la continuidad en el rumbo y el afán por enderezar las desviaciones.

Hemos registrado permanentemente avances democráticos, pero al mismo tiempo se han operado cambios profundos en la sociedad, en su composición, en su complejidad. El trabajo de los mexicanos ha cambiado el rostro de nuestro país.

La vigencia de la idea democrática y los cambios operados en la sociedad imponen acelerar los ajustes y apurar los cambios, a fin de que la democratización de la sociedad no se rezague.

El primero en reconocer este hecho ha sido el Presidente de la República; ha reiterado la permanencia y el compromiso de apurar el paso.

Nuestro sistema es perfectible. Tiene limitaciones que aquí hemos discutido, pero responde a nuestra historia, es nuestro y a nosotros corresponde perfeccionarlo. Es un sistema con raíces, expresado en leyes y prácticas nuestras, que ha dado lugar a la conformación de un sistema pluripartidista que hoy permite integrar la voluntad política de la Nación; es un sistema que ha hecho posible el consenso sobre lo fundamental y que ha permitido dar peso y significación a las diversas corrientes plurales.

Hemos vivido recientemente campañas políticas intensas. Han concluido varios procesos electorales locales. Todos los días vivimos la confrontación política, respiramos un clima de libertad, expresamos nuestras inconformidades y nuestras demandas.

Durante este año han sido elegidos mil 154 ayuntamientos, 309 diputados locales y 12 gobernadores. Las correspondientes campañas han sido intensas. Algunas de ellas han sido acremente controvertidas. Sin embargo, no debe perderse el sentido de las proporciones.

No comprende su esencia ni conoce sus avances cualitativos quien piensa que el pueblo de México acepta el fraude electoral como forma de gobierno. Nadie ignora que haya podido haber irregularidades en los procesos electorales. Pero son mínimas y precisamente su presencia inspira el propósito de renovación política electoral que hoy nos congrega. La esencia democrática permanece. Es fraudulento, en cambio, hacer intervenir en los procesos electorales a instituciones que le son ajenas; es fraudulento preparar el descrédito de nuestras instituciones políticas con cargos anticipados que prejuzgan sobre los procesos electorales antes de que tengan lugar; es fraudulento invocar la intervención de extranjeros para inclinar las decisiones electorales que sólo corresponden al pueblo de México. En estos casos se atenta contra la esencia democrática.

Estamos protagonizando una concertación nacional por la renovación democrática.

La sociedad entera expreso a Miguel de al Madrid, en el desarrollo de su campaña, un transparente mandato de democratización integral.

La causa de la democracia es irrenunciable. Son inaplazables avances concretos y satisfactorios para asegurar la limpieza en la recepción y en la calificación del mandato electoral. La democratización es un movimiento inherente a nuestro proyecto nacional y es un proceso que hoy encabeza el presidente De la Madrid. La democratización constituye el corazón de la tarea de renovación nacional a la que nos ha convocado el Presidente de la República.

La estrategia es clara: la tenaz continuidad en la construcción democrática, republicana e igualitaria de México. Por eso la lucha por la democracia es la lucha por la patria. Quien vulnera a la patria, quien la ofrece como campo de intervención, cualesquiera que sean sus motivos, no sirve a la democracia.

Creemos en la sinceridad y patriotismo de la oposición que lucha con proyectos claros, mexicanos, por el progreso de México; reconocemos el valor de sus análisis; enriquecen a la Nación, y ofrecen al pueblo alternativas.

La mayoría de la oposición, en el marco democrático que buscamos perfeccionar, harán avanzar la democracia por el cauce de un proceso responsable, auténtico, deseado por todos. Respetamos a todos aquellos que han luchado por la democracia en México, aun desde posiciones que no compartimos.

Estamos en un proceso de concertación democrática. Luchamos juntos por alcanzar más democracia, mejor democracia, mejores mecanismos para encauzar la voluntad del pueblo y sus corrientes, mayor vigilancia de las elecciones para perfeccionarlas y obtener una más apegada traducción de sus resultados en posiciones representativas.

De un año de democracia, de libertad, de lucha del pueblo por la soberanía podrá informar dignamente el presidente De la Madrid a la Nación,

Al concluir la recepción de la consulta resta hacer llegar al Presidente de la República su valioso contenido.

Al convocamos a participar en sus trabajos, el presidente De la Madrid afirmó que adoptará iniciativas que inspiren nuevas avances en materia de democratización y que propondrá al Constituyente Permanente o al Congreso de la Unión, según corresponda, las medidas de avanzada que marquen un nuevo hito en la marcha de nuestra República independiente, democrática, igualitaria.

 

Fuente: Secretaría de Gobernación, Renovación Política, Número 3, México, 1986.