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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1980 Aniversario de la Expropiación Petrolera

José López Portillo, 18 de Marzo de 1980

Compañeros Trabajadores:

Qué satisfacción para un Presidente de la República celebrar hoy aquí, con ustedes, una de las fechas fundamentales de la historia mexicana.

Qué importante escuchar los datos macizos, precisos, recios, de un director responsable; y qué profunda satisfacción escuchar la voz vibrante, limpia, sencilla, de un dirigente sindical ejemplar y también macizo: Chava Barragán, unidos en un gran propósito, en el que el destino del país los puede unir, pero sin claudicar ni arredrarse, sin conceder ni dar marcha atrás. Ese ha sido, lo he dicho muchas veces, el secreto del éxito nacional y de su estabilidad: un sindicalismo combativo que busque la justicia para quienes trabajen y un entendimiento con un Gobierno que busca el interés general.

Así, entre quien busca la distribución por la vía del trabajo, y la justicia por la vía de las prestaciones y de los avances sociales, se va construyendo este país. Y aquí se ha dado un buen ejemplo de ello.

Pero, compañeros trabajadores, no he venido aquí a hacer un elogio ni de la empresa ni del sindicato. He venido porque quiero hacer aquí algunos pronunciamientos generales ante la faz de la Nación; en estos momentos que considero importantes y definitorios.

La fecha, el 18 de Marzo, está conmemorada. Se ha rendido tributo a quien lo merece como pocos mexicanos: Lázaro Cárdenas; se ha reconocido el esfuerzo, la eficiencia de los trabajadores petroleros; se han rendido limpias cuentas a la Nación de una de las responsabilidades fundamentales del Gobierno de la República. Eso ya está dicho y bien dicho.

Me corresponde ahora, ante ustedes -y aprovechando este foro-, hacer algunas afirmaciones respecto de las cuales la Nación espera definiciones.

Ningún otro foro mejor que éste, en el que se conjugan trabajadores, responsabilidades, sindicato y el recurso fundamental de la Nación; en donde se conjugan, pues, naturaleza y hombres. Hombres, trabajadores organizados, que en los momentos más graves de la crisis, al darnos su solidaridad, acreditaron que el Gobierno tenía suficiente estabilidad y apoyo político para resolverse. Su hazaña, trabajadores mexicanos -y me refiero a todos porque ustedes a todos los represen tan-, fue precisamente restaurar la confianza del país. ¿Por qué? Porque se acreditó que había una clase responsable, una clase que en los momentos importantes daba respuestas concretas y positivas.

El secreto de la recuperación nacional está dado, no tanto en el sacrificio cuanto en la capacidad de respuesta, en la responsabilidad de los trabajadores de México.

Ya se ha dicho aquí que la plataforma de producción petrolera que nos habíamos fijado para 1982, gracias a la generosidad de nuestro subsuelo, pero fundamentalmente al trabajo de ustedes, se está alcanzando en este año. Será este año en el que empiecen a recibirse los beneficios que durante tres hemos anunciado. Ustedes lo han hecho posible.

Les pido ahora a los trabajadores, a los administradores, que conviertan esa cifra -que no es una cifra mágica sino una proporción armónica de las capacidades del país conjugadas con sus necesidades, sus posibilidades, su estructura, su coyuntura- en una plataforma, esto es, en un plano de apoyo consolidado que nos permita, de aquí a 1981, mantener la capacidad creciente de suministro que requiere el país y que nos permite consolidar una garantizada exportación de un millón 105 mil barriles, como aquí se ha indicado por el Director de Petróleos Mexicanos.

Esto es lo que les pido y señalamos como plataforma de producción. Siempre hablamos de que para 1982 habríamos de alcanzar entre dos millones 250 mil a dos millones y medio de barriles; éstos se alcanzarán este año. Les pido un esfuerzo para darle la flexibilidad al país de alrededor del 10 por ciento más para garantizar suministro, exportación, y darle capacidad de respuesta a nuestro país para resolver cualquier eventualidad y cualquier riesgo adicional.

¿Qué significa esto, compañeros trabajadores? Significa que vamos a disponer de recursos suficientes para autodeterminarnos económicamente; que con ésta que hemos llamado "plataforma consolidada", que oscilará entre los dos millones y medio y los dos millones 700 mil, con ese 10 por ciento adicional de esfuerzo que les estoy demandando, podremos ya liberar, en lo interno, recursos hasta ahora destinados a este gran esfuerzo nacional, y que dispondremos de divisas suficientes para emprender la consecución de las otras metas prioritarias que hasta ahora, infortunadamente, no hemos logrado.

Podremos así, siguiendo el ejemplo de este sindicato ejemplar -pésele a quien le pese-, siguiendo su ejemplo del que tan clara cuenta ha dado Chava Barragán, producir energéticos y alimentos.

Por ello, y desde este foro, convoco a los mexicanos que puedan hacer el esfuerzo, a establecer sólidamente el Sistema Alimentario Mexicano. Es este un programa totalizador que proponemos a la Nación para alcanzar la otra meta prioritaria que no habíamos logrado hasta ahora. Lo hemos dicho muchas veces: energéticos y alimentos son las prioridades nacionales. Los energéticos los produce el Estado; el Estado ha podido resolverse y ha tenido el éxito que ustedes han hecho posible. Pero el Estado no produce alimentos; los alimentos los producen los campesinos. El Estado tiene que ser guía, fomentador, promotor; pero con este Sistema Alimentario Mexicano que estamos proponiendo, queremos ir más lejos. El Estado mexicano quiere avanzar en la Alianza para la Producción y correr riesgos con los campesinos.

A partir de metas nutricionales realistas, puestas en nuestra posibilidad de producción estamos proponiendo un programa -ya lo dije totalizador, en el que se precisen objetivos, acciones; se imputen responsables, se concierten acciones, se hagan y se finquen compromisos, que se fijen estos compromisos específicos en el tiempo y en el espacio; que sepamos dónde y cuándo -para que no queden en el aire ni en los cajones-, quiénes, cómo, con quién. Esta es la proposición del Sistema Alimentario Mexicano, en el que el esfuerzo en el área agropecuaria, en la pesca, en la industria de los alimentos y en la tecnología alimentaría, nos permita enriquecerlos y nos permita conservarlos. Es un enfoque integral de producción, de distribución y de consumo.

Comprende cada uno de los subsistemas clave de la alimentación nacional: en los granos, en las oleaginosas, en las frutas, en las verduras, en la carne, en el pescado, en la leche, en los huevos. El objetivo es la autosuficiencia nacional. Vamos a organizar al país para producir alimentos en una circunstancia dramática, en la que se está acreditando que la fuerza estratégica definitoria de las prepotencias es, precisamente, el alimento que ha sabido producir.

Sería doloroso para nosotros que habiendo resuelto el problema energético, tuviéramos que caer en la trampa de perder por la boca. ¡Eso no lo vamos a tolerar!

Vamos a hacer un gran esfuerzo nacional, como el que están ustedes haciendo, con sus granjas, con sus establos, con sus hortalizas, con su producción de alimentos enriquecidos, con sus tiendas, con sus sistemas distributivos. Es así el Sistema Alimentario Mexicano: lo que están ustedes haciendo, sólo que a nivel nacional y totalizador.

Vamos -ya lo dije- a compartir riesgos, a inducir cambios tecnólogos, a apoyar una organización campesina de orden superior; vamos a aumentar la productividad; vamos a abrir nuevas tierras; vamos a dar estímulos preferenciales a la industria alimentaría; vamos a establecer sistemas de enriquecimiento de alimentos, de su conservación; vamos a establecer una red distributiva, en la que podamos partir del acopio, el almacén, hasta el abasto. Vamos, finalmente, a realizar una vigorosa campaña de promoción y educación para reencuadrar los hábitos alimenticios, que frecuentemente son defectuosos, en gente que aún puede pagar alimentos. Muchos de nuestros marginados realizan y aceptan prácticas alimenticias que los desnutren, todavía más, de lo que a su miseria los obliga.

Vamos, pues, a hacer un esfuerzo totalizador en eso que estoy llamando Sistema Alimentario Mexicano, un plan total, del que ustedes, trabajadores petroleros, son avanzada, son pioneros.

Vamos a inscribir, obviamente, esta acción dentro del Plan Global que, inducido de los planes sectoriales, tenemos ya prácticamente concluido y que publicaremos en un plazo muy breve. Un Plan Global que cobije, que recoja, que induzca los planes sectoriales que ya son de su conocimiento.

Se trata de realizar un esfuerzo sólido, un esfuerzo renovado para mantener, por lo menos, un crecimiento económico de 8 por ciento y hacer un esfuerzo en el plan de empleo, que nos permita aumentar en 4 por ciento anual la oferta de trabajo a los mexicanos. Lo hemos ya logrado en los dos últimos años, lo podremos mantener si el esfuerzo nacional se cumple macizo, como lo podemos hacer.

Sobre estos lineamientos generales, el plan que será, repito, puesto en conocimiento del pueblo de México en un plazo muy breve, propondrá las metas específicas, sus características, sus modalidades, con la idea fundamental de convertir las necesidades de los mexicanos en auténtica demanda por la vía en que el mexicano quiere resolver sus carencias: la del trabajo. Los mexicanos demandamos trabajo, no dádivas, no caridad, sino trabajo para saber resolvernos a nosotros mismos y a las necesidades de nuestras familias, ¡y trabajo es lo que les vamos a ofrecer!

Estamos conscientes de que un esfuerzo sostenido para crecer al 8 por ciento, produce, necesariamente, presiones inflacionarias en un mundo en el que la inflación está generalizada. No se trata de inflar la economía, se trata de controlarla, partiendo del supuesto posible de controlar la inflación; pero la inflación no por el camino de abatir la demanda, sino aumentar la productividad. De ahí que nuestra reciente proposición, nacida de la que nos formulara el movimiento obrero organizado, entrañe la solución de este problema en sus aspectos fundamentales -la productividad-, para aumentar consumos, para aumentar ofertas, para combatir la inflación por el único camino deseable en México: la productividad.

Aquí se han dado cifras verdaderamente dramáticas. Un país en el que se subsidie el insumo energético en la forma en que lo realiza PEMEX. merece de todos -empresarios, trabajadores, administradores un esfuerzo concomitante de productividad. No es posible que con energéticos baratos no seamos capaces de competir con los productos extranjeros. Esto también lo tenemos que hacer y lo vamos a hacer: un esfuerzo fundamental de productividad.

Mientras resolvemos el esfuerzo de productividad, incrementaremos el todavía no resuelto Programa de Productos Básicos, y caminaremos, más aceleradamente, por el de los programas de apoyo a los marginados y desposeídos, que ya están en marcha y son de ustedes conocidos.

Se trata, pues, de establecer, en función de un crecimiento económico, que entrañe empleo, una política distributiva y redistributiva.

Plantearemos a la Nación, con base en nuestra filosofía política, en nuestra norma constitucional y en la riqueza ideológica y programática de la Revolución Mexicana, una relación más justa entre salarios, precios, utilidades y fisco, con lo que éste significa: transferencias al consumo, a la satisfacción de las necesidades nacionales, pago de servicios públicos. La productividad tendrá que obligar al sector paraestatal, que también tiene una responsabilidad redistributiva del ingreso. Avanzaremos, obviamente, como lo hemos ofrecido, en la Reforma Agraria, porque todo ello: salarios, precios, utilidades, fisco, eficiencia de las paraestatales, Reforma Agraria, son los medios que tiene el país y sus instituciones de distribuir y redistribuir el ingreso. Lo que dicho en las palabras que le gustan a Chava, sin terminología tecnocrática, es la forma de ser más justos y más parejos.

Para ello, tendremos que reorientar los subsidios, que se han venido acumulando durante años, destinados a diferentes objetivos, muchos de los cuales ni se justifican ni se explican. Cientos de miles de millones de pesos se dedican a objetivos que ya están obsoletos, que ya son viejos, que ya no sirven; otros benefician a quienes no lo necesitan, y muchos más no benefician a los que realmente lo requieren.

Estamos dentro de este propósito planeado y programado, en la disposición de reorientar los subsidios a la producción de lo que el país requiere y al consumo de quienes es justo que los reciban, no a los que lo reciben sin necesitarlo. Esta política está ya en proceso de implementación y se ilustra muy claramente con los ejemplos de los subsidios petroleros, de los subsidios petroquímicos, y tendrá que resolverse por el camino de la producción, de la productividad y, repito, de la orientación a los consumos justos.

Estamos en un mundo lleno de conflictos, nadie los desconoce. Basta leer el periódico de cualquier mañana para darnos cuenta de ello. Un mundo en el que la incertidumbre es el signo de los tiempos. Momentos en los que incluso el comercio exterior y sus reglas son inciertos.

Se ha planteado así la posibilidad, por un grupo responsable de mexicanos, de que el país entrara al GATT en el proceso de liberalización del comercio. Esos funcionarios mexicanos han hecho el más limpio de sus esfuerzos y han negociado el mejor de los protocolos que pudiera haberse logrado. Ha sido sometido a la consideración nacional, y a través de los sectores del Gobierno hemos recogido las contradictorias versiones de los intereses que, legítimamente, deben expresarse en algo tan importante como el destino de México en el comercio mundial y sus modalidades.

Es, como todas las del Ejecutivo, una responsabilidad del Presidente que ante ustedes, amigos petroleros, en los que veo a los representantes de los trabajadores de México, esto es, a los que trabajan en México, después de recibir las opiniones variadas y contradictorias, he resuelto que no es el momento oportuno en el que México deba entrar a ese sistema comercial.

No se recogen los elementos plenamente necesarios de protección e impulso que requiere la flexibilidad de nuestro desarrollo económico conforme al Plan Global y a los planes sectoriales. Sus ventajas son más aparentes que reales, aun cuando están resueltas las normas que se estiman fundamentales, muchas cuestiones todavía no están definidas. Y, dentro de las negociaciones multilaterales, como los códigos de salvaguarda, la naturaleza del código que va a resultar de lo que los técnicos llaman La Ronda de Tokio -seguramente no le gusta la expresión a Chava, pero así se llama, Chava, La Ronda de Tokio-, las negociaciones al acceso de suministro de las partes contratantes, es una de las cuestiones que más nos inquieta en sus términos y en relación con nuestro propuesto ante las Naciones Unidas: Plan Mundial Energético.

Consideramos que no bastan las normas liberalizadoras del comercio para promover un orden económico mundial más justo. Veríamos comprometida la certidumbre y objetivo de nuestro plan mundial con posibles variantes en el suministro a contratantes, y preferimos avanzar en la concepción de un nuevo orden económico más justo, aunque tengamos que acudir, fuera del GATT, a las negociaciones bilaterales, como hasta ahora lo hemos hecho.

Por todas estas razones y las que en detalle dirán los cabeza de sector de las zonas productivas, industria y agricultura, del área del trabajo, del área de relaciones internacionales y del área financiera, nuestra decisión es aplazar, posponer nuestro ingreso al GATT.

Estoy consciente que difícilmente, en el futuro, podremos encontrar condiciones tan favorables como las que lograron nuestros negociadores, a los que rindo un tributo de reconocimiento por su entrega y por su eficiencia. No es su capacidad de negociación, sino la filosofía misma del instrumento y la oportunidad en la que se encuentra nuestro desarrollo, la que me lleva a tomar la decisión que ante ustedes he hecho pública.

Compañeros trabajadores: esta es, para mí, una fecha importante en la historia del Régimen que me honro en presidir. Ha sido para mí satisfactorio y grato hacer estas afirmaciones ante ustedes, en el convencimiento de que todas ellas, juntas, apoyadas por millones de hombres, como ustedes le permitirán a México realizarse como lo soñó Lázaro Cárdenas, y ustedes lo están haciendo posible.