Luis Echeverría Alvarez
14 de Agosto de 1973
Me complace mucho la gentil invitación que personalmente han querido ustedes venir a hacerme para ir -después de muchas visitas a diversos municipios del Estado- a la capital y comprobar su gran progreso.
En muchas conversaciones con el señor Gobernador del Estado, hemos reflexionado acerca de que los Estados circunvecinos del Distrito Federal representan ahora, dentro de una política de planeación nacional, algo que en particular queremos destacar: la gran expansión demográfica de la ciudad de México; el crecimiento de los municipios del Estado de México, que están dentro del Valle de México, han hecho muy claro en este sexenio desde los primeros días, el imperativo de incrementar una política de descentralización para las actividades diversas.
Por una parte, hemos postulado la necesidad de que la provincia crezca y de que sus formas de trabajo y de cultura en todos sus matices florezcan, y que ya no se piense que es el centro del país forzosamente el foco del cual irradie todo entusiasmo; que desde los pequeños pueblos, hasta las ciudades importantes de los Estados y de los Territorios y sobre todo sus capitales, debe de venir un impulso renovado a la capital de nuestro país; que todas sus formas de agrupación de compartir esfuerzos, deben ser igualmente estimuladas, y que así este proceso de descentralización y de macrocefalia que históricamente se ha desarrollado, encontrará una compensación que evite los colonialismos y desequilibrios interiores. Esto es una tesis económica y sociológica que es básica en los planes del desarrollo nacional.
Estamos impulsando el desarrollo de la frontera. Desde los primeros días del sexenio se desarrolla un activo plan de colaboración de todos los órganos del Gobierno Federal y de todos los instrumentos de los Estados fronterizos y este plan incluye al Territorio de Baja California, para que sea aquella zona una trinchera que en lo cultural y en lo económico afirme a México.
Respecto a la capital de la República, el centro del país en donde ya sumamos, entre el Distrito Federal y los municipios de la entidad vecina -en que ustedes viven con tanto patriotismo-, sumarnos seguramente cerca de 10 millones de personas. En ese proceso de descentralización concebimos a la gran zona circundante, en la cual prepondera el Estado de México, como parte de la zona metropolitana del país. Y esto sí significa la proyección de muchas actividades fuera de la cuenca hidrológica y atmosférica -si es que técnicamente esta expresión no es muy forzada, pero sí es gráfica-; si esto significa un imperativo -en el terreno de la cultura, en todas las actividades-, es preciso que la descentralización que propugnamos, vea, en primer término, a esta zona circundante que rodea al Valle de México y en donde hay más agua, hay espacio vital, en donde el hombre puede estar en contacto todavía con la naturaleza y en donde la propia presión demográfica nos va indicando el camino en el crecimiento, y la expansión industrial nos está señalando también una ruta segura, para que con los incentivos que hay en la gran zona central del país, donde vivimos, no exista esa tendencia, dentro del Valle de México, a la aglomeración y se piense en zonas posibles de desarrollo dentro del propio centro del país, sin que, sin embargo, se contribuya a la macrocefalia.
En esta tarea y en estas perspectivas, es fundamental la convicción de los habitantes del Estado de México para que no piensen solamente, como lo han estado haciendo, en una patria chica independiente o dejando de ver sus perspectivas, las necesidades de la patria grande y de la capital de la República, sino que, como lo ha estado haciendo -y ahora lo hacemos de un modo más consciente, de común acuerdo-, signifique un conjunto de perspectivas planeadas para que la explosión demográfica, la aglomeración de muchas actividades, pueda distenderse paulatinamente y, así, hacerse mejor organizada y más sólida.
Hablamos desde el principio de nuestra Administración, de ciudades satélites, con todas las necesidades, con posibilidades de ser satisfechas, con satisfactores económicos y culturales, con periódicos y universidades, con agricultura, con industria, con ganadería, que no significaran simplemente un lugar donde dormir para venir a la capital de la República a trabajar o estudiar.
El caso de Toluca es típico -y los grandes adelantos que constataremos, si ustedes me lo permiten de una vez fijarla fecha, el día 29 de este mes, señor Gobernador, estaríamos por allá; si otras contingencias no nos lo impiden-, el caso de Toluca es representativo de una, primero instintiva y luego consciente, descentralización respecto a la capital de la República, en donde hay la suficiente distancia para que sus habitantes no tengan la inclinación a venir para atender a muchas de sus necesidades y, sin embargo, están suficientemente cerca para disponer de las facilidades que brinda la vecindad con la capital de la República.
Aspiramos a que diversas ciudades de provincia tengan, conscientemente, este carácter: a que siendo gran parte de la zona metropolitana del país, sin embargo tengan una vida con satisfactores propios y su centro de gravitación en su propia ciudad.
En el Distrito Federal, a veces, dentro de esta misma política, pensamos -y lo estamos haciendo dentro de la política habitacional-, que quienes trabajan en oficinas públicas o privadas puedan llegar a pie, para no contaminar la atmósfera y para no contribuir a hacer más complejo el tránsito, a los lugares donde trabajan o a donde van a estudiar.
A veces la descentralización significa la centralización de algunas actividades, como un complemento de otras, para no hacer más abstrusa la circulación y el tráfico humano en todos sentidos; y a veces significa irse a la periferia, por ejemplo con la política de habitación, para que quienes viven en la periferia tengan allí también, en su vecindad, los sitios de su principal actividad.
Es una compleja política de población, que la marcha acelerada del crecimiento demográfico nos ha llevado a perfilar y que no podría establecerse en códigos o en planos reguladores estrictos, que solamente en los escritorios pueden hacerse, sino en una consciente distribución de estímulos, de reservas territoriales, de facilidades, dentro de circunstancias a veces muy complejas, pero dentro de un plano rector que informa a la administración pública.
Por eso vamos a Toluca con una gran satisfacción, a ver los grandes progresos, ya de un modo completo, que nuestros compatriotas que viven en la capital del Estado de México y en sus aledaños, han logrado realizar de modo tan entusiasta y en forma tan patriótica.
Les agradezco mucho esta visita, señores, a esta sala que está saturada de artesanías del Estado de México, que hemos reunido con una gran satisfacción. Quiero que ustedes lo observen, y eso es sólo un testimonio de reconocimiento a la gran dedicación, al talento y al esfuerzo con que se vive en el Estado de México.
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