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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

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ISBN 970-95193

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1972 Carta de Lucio Cabañas a los revolucionarios y a la familia de Genaro Vázquez.

Sierra del Estado de Guerrero, a 5 de febrero de 1972.

 

A los Revolucionarios y a la familia de Genaro Vázquez Rojas.
Compañeros:

Es muy triste para nosotros el tener que reconocer que el compañero Genaro Vázquez Rojas ha muerto. Los periódicos de la clase rica y del mal gobierno han dicho muchas mentiras sobre él, por lo que no queríamos creer la noticia de su muerte. Para el pueblo que sufre hambres, cárceles y masacres, la caída del compañero es motivo de tristeza, porque significa un golpe a su esperanza de redención; para los millonarios y para el actual gobierno es motivo de alegría, tal como se alegraron los carrancistas con la muerte de Emiliano Zapata.

De nada les servirá a los tiranos la muerte del compañero Genaro, porque esta nueva revolución que se inspira en los limpios defensores de la Patria como Cuauhtémoc, Hidalgo y Benito Juárez, no podrá ser detenida por ningún accidente, por ninguna traición, ni por ningún ejército bestializado. Los grupos revolucionarios seguirán formándose y elevarán la calidad de sus combates sin que pueda detenerlos el gobierno torturador y asesino que padece la República. De los grupos combativos de ahora surgirán los partidos revolucionarios de mañana que guiarán la triunfal y última batalla de todos los oprimidos.

Al publicar nuestra pena por la pérdida que significa la muerte del compañero Genaro, no queremos apartar de nuestro recuerdo a otros compañeros que también merecieron el cariño del pueblo, como lo son: Arturo Gámiz, quien fuera el comandante de la primera guerrilla rural en nuestro país; Oscar González Iriarte, quien comandó el segundo grupo guerrillero rural; estudiante Angelina Gallegos, muerta por el ejército en Chihuahua; Miguel Ángel Romo, envenenado por la policía, de Aguascalientes; Diego Lucero Martínez y Oscar Montes López, quienes murieron en Chihuahua; Jesús Adolfo Rivero, muerto por la policía de Monterrey; Ramiro Díaz Avalos, torturado y ahorcado por la policía de Chihuahua; Pablo Alvarado Barrera, asesinado en la cárcel por la policía de la ciudad de México; Pedro Rojas, destrozado a golpes por el ejército en Guerrero; Julio Hernández Hinojosa, comisario ejidal de San Martín, quien fue colgado y destrozado a golpes por el ejército en Guerrero; Luis Velázquez, comisario municipal de San Vicente de Benítez, quien fue ahorcado por el ejército en Atoyac de Álvarez, Gro. Estos son unos cuantos crímenes que, sumados a la matanza de 300 estudiantes el Dos de Octubre y cien que murieron el Diez de Junio bajo las balas del gobierno de Luis Echeverría, constituyen una prueba de que en México si hay bandidos y traidores a la Patria, pero que en vez de buscarlos en la sierra, hay que sacarlos de las oficinas del Gobierno.

Nunca hemos sido gente de Genaro; lo aclaramos, porque para el gobierno es doloroso reconocer la existencia de dos grupos revolucionarios en armas con mandos diferentes. Estamos seguros de que, a pesar de la muerte del compañero Genaro, su grupo seguirá adelante con la misma valentía y decisión que mostraron cuando él vivía. Va para sus familiares todo nuestro cariño y nuestro apoyo moral en estos momentos de tristeza.

Por La Brigada Campesina de Ajusticiamiento del Partido de los Pobres: Lucio Cabañas Barrientos, Isidro Castro Fuentes, Agustín Álvarez Ríos, Enrique Velázquez.

 

 

Fuente: Aguayo Quezada Sergio. La Transición en México. Una historia documental 1910- 2010. México. Fondo de Cultura Económica – Colegio de México. 725 pp.