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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1971 Mensaje a la Nación. PRI.

Noviembre 30 de 1971

 

PARTIDO REVOLUCIONARIO INSTITUCIONAL
COMITÉ EJECUTIVO NACIONAL

 

Documento suscrito por todos los miembros del Comité Ejecutivo Nacional del partido y de los comités directivos, estatales, territoriales y del Distrito Federal; por los dirigentes de la Confederación Nacional Campesina, el Congreso del Trabajo, la Confederación Nacional de Organizaciones Populares, la Confederación de Trabajadores de México y la Plataforma de Profesionales Mexicanos. Dado a conocer por el Presidente del CEN, licenciado Manuel Sánchez Vite, en un acto celebrado en el edificio del partido el 30 de noviembre de 1971, al cumplir su primer año de gobierno el Presidente Luis Echeverría.

 

MENSAJE A LA NACIÓN

EL PARTIDO Revolucionario Institucional y las organizaciones que lo integran han acordado, al cumplirse un año de gobierne del régimen que preside el ciudadano Luis Echeverría, formular un mensaje a la nación para que continúe unida solidariamente en torno al programa que la gran mayoría de los ciudadanos decidió seguir mediante un pacto sellado en sufragio libre el día 5 de julio de 1970.

El partido de la Revolución, que sostuvo la candidatura del Primer Magistrado de la República, manifiesta su profunda satisfacción por el firme cumplimiento que, a lo largo de doce meses de acción política y administrativa, ha dado el gobierno a los propósitos que se fraguaron en diálogo directo con el pueblo y que representan un compromiso para todos.

Las metas hacia las que hoy se orienta el esfuerzo del país han quedado inscritas en la Declaración de Principios y en el Programa de Acción aprobados por la Sexta Asamblea Nacional Ordinaria del partido, en marzo de este año. Estas aseguran la continuidad histórica del movimiento revolucionario y buscan vincular las tareas de los mexicanos para acelerar el cambio social y afirmar nuestra independencia en un clima inalterable de libertad.

La Revolución Mexicana está probando con hechos su madurez y su capacidad de renovación frente a problemas seculares, y ante las difíciles circunstancias por las que atravesamos propone soluciones y actitudes creativas a la comunidad nacional. Una nueva generación, formada en la militancia política y en el servicio público, está haciendo honor a los deberes contraídos con la República.

Cumplimos un año de trabajo conjunto y nos aguardan todavía grandes retos. El Presidente de México y su partido han propuesto al país un desarrollo equilibrado, justo, autosostenido e independiente. Para alcanzarlo es indispensable que se coordinen, espontánea y vigorosamente, todos los sectores. Nuestras carencias no habrán de subsanarse en uno ni en varios años; tampoco el gobierno ha prometido realizar por sí solo lo que únicamente el esfuerzo tenaz y prolongado de la nación entera puede conquistar.

Estamos en el centro de un proceso de cambio. Ninguno de los aspectos de la vida nacional debe quedar al margen de una profunda renovación. Importa desterrar los vestigios de un pasado de sometimiento que todavía entorpecen el progreso nacional. Es preciso que tanto en el campo como en la ciudad, la economía como en la política, en la vida familiar como en el trabajo, todos los mexicanos actuemos con vitalidad creadora.

El camino que tenemos por delante es arduo pero lo estamos recorriendo con firmeza y optimismo. Un deseo de transformación anima el esfuerzo de los mexicanos y norma la conducta del gobierno. Es perceptible el gradual afianzamiento de nuestras libertades, la reforma de nuestras instituciones jurídicas, el impulso a los centros educativos para que autogeneren los cambios que son imprescindibles, la mexicanización de las actividades económicas, la modificación de los sistemas administrativos, la atención prioritaria a los problemas del campo, el aliento a la descentralización industrial, a la productividad, a la exportación; la apertura de oportunidades para los jóvenes y el mantenimiento, contra toda adversidad, de nuestra legalidad revolucionaria.

Es preciso que los mexicanos tomemos más clara conciencia de que el progreso es responsabilidad común: que los sectores privilegiados entiendan que han de renunciar a muchos de los beneficios que han logrado a fin de que, mediante un mercado más amplio de consumidores, se acelere nuestro desarrollo económico y se mantenga la estabilidad social. Es preciso rechazar espejismos y apartarnos de modelos que nos quieren ser impuestos desde países más poderosos y que no son sino un reflejo de las tensiones internacionales. Debemos recordar a las nuevas generaciones que México tiene su propio camino y exhortarlas a que eslabonen su trabajo, su espíritu crítico y su audacia al esfuerzo de nuestra historia, para que podamos seguir viviendo en la independencia.

No ocultamos los requerimientos que pesan sobre nuestros servicios sociales y educativos; sabemos que aun después de haber repartido la tierra subsisten graves desigualdades entre la vida rural y la vida urbana; estamos conscientes de los problemas que han generado las grandes ciudades; también de que nuestra industria no ha logrado repartir sus frutos entre la población ni ser suficientemente competitiva para conquistar los mercados exteriores. Estamos empeñados en reducir la tendencia observada durante los últimos lustros hacia la concentración sectorial y regional del ingreso. No nos arredramos ante los desafíos que nos aguardan. Con la voluntad de todos y por el fortalecimiento de nuestras instituciones, saldremos adelante.

Porque hay autocrítica, estamos dando los primeros pasos para una reforma fiscal que nos permita distribuir la riqueza nacional. Porque hay autocrítica estamos revisando nuestros procedimientos políticos y administrativos. Porque hay autocrítica hemos emprendido una nueva estrategia económica que nos hace menos dependientes del exterior. Porque hay autocrítica estamos realizando una amplia revisión de los instrumentos legales e institucionales con que cuenta el país. Porque hay autocrítica se ha abierto, sin restricciones ni sospechas, la libertad de expresión.

El mundo está iniciando una nueva era en la que naciones mis débiles han de protegerse, irreductiblemente, frente a las viejas y nuevas hegemonías y frente a tendencias colonialistas que pretenden desviar el camino o subvertir las instituciones democráticas que nuestros países se han dado. Nuestras posibilidades de progreso independiente están determinadas por el acceso a los beneficios de la ciencia y la tecnología; por el esfuerzo que despleguemos para desarrollar nuestras propias capacidades; por la autonomía con que procedamos en el ámbito internacional y por la solidaridad que establezcamos con los países que se encuentran en condiciones semejantes al nuestro.

Afortunadamente, tenemos la solidez necesaria para afrontar los riesgos del porvenir. Hace doce meses la Revolución inicio una de sus etapas más lúcidas y constructivas. Un nuevo gobierno asumió las responsabilidades de la República, con el propósito de vincular las raíces históricas e ideológicas de la nación a las necesidades del presente y del futuro. Decidió coordinar et trabajo de los mexicanos para transformar al país en el marco de la Constitución.

Las reformas que hemos emprendido y las que habremos de emprender; el diálogo y la pasión de cambio que presiden la vida del país, garantizan muchas décadas más de esfuerzo creador y de paz revolucionaria.

Frente a las amenazas del exterior, frente a las intolerancias y a las dictaduras, México sigue un camino propio, difícil si se quiere, pero propio, y el único viable para su desarrollo. El vasto programa de transformaciones que implica, sólo podrá realizarse cabalmente si los mexicanos sabemos seguir conjugando, como lo hemos hecho durante seis décadas, una estabilidad dinámica con espíritu de innovación y voluntad de independencia.

El programa del gobierno de la República está en plena marcha. Hemos dado los primeros pasos. Los iniciales. Acaso los más difíciles. Duras jornadas nos esperan. El partido quiere en esta hora llamar a todos los ciudadanos y especialmente a sus millones de militantes a que afirmen, con hechos, su decisión patriótica. Necesitamos no solamente más trabajo, sino también más acción política, más conciencia ciudadana, mayor solidaridad nacional.

Militantes del partido:
Organizaciones revolucionarias;
Hombres, mujeres y jóvenes progresistas de México:
¡Cerremos filas en el esfuerzo creador que, a nombre del pueblo, dirige y coordina Luís Echeverría!

 

 

Fuente: Revista La República. Órgano del Partido Revolucionario Institucional PRI.