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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1969 Un influyente en la Convención

14 de Noviembre de 1969
  • •             La Política, Suprema Emoción
  • •             Variaciones Sobre un Discurso
  • •             Sombreros, Bigotes y Abogados

ABEL QUEZADA

"Aquí en el cine Internacional debe haber más de 10 000 gentes… "Es la Asamblea Nacional del PRI.

"Para comenzar, no me dejaban entrar sin una credencial roja. Tuve que decir que era influyente —como suele hacerse en estos casos—, y ya estoy adentro.

" ..Habla el diputado campesino Mateo Camacho y dice solemne: «Compañero don Alfonso Martínez Domínguez, ha llegado el momento. . .»

"Y seguramente ha llegado, porque todos aplauden.

"El entusiasmo, sin embargo, no es por el discurso: pocos ponen atención en el resto de las palabras y sólo aplauden cuando oyen que el orador pronuncia nombres propios, claro de políticos del momento; pero no pronuncia todavía el más importante de todos los nombres: el del candidato.

"Es que, como en las funciones de boxeo, apenas estamos en las peleas preliminares...

"El orador siguiente, Alfonso Sánchez Madariaga, cultiva el estilo antiguo: se le adelgaza la voz a medida que le sube el entusiasmo.

"Se antoja que use los lugares comunes más populares: «Codo con codo en torno al Primer Magistrado de la Nación». «Respaldamos con entusiasmo...» «Cumplo el honroso deber de dirigirme a ustedes...»

"Aplausos y otro orador.

"Félix Vallejo Martínez baja de su asiento y desde lejos se le nota, en el bolsillo izquierdo del saco, un amenazante montón de pa-peles: ¡su discurso! ¡Qué horror!

"¡Qué aburrido está esto!

"Y yo, ingenuo, llegué en busca de la suprema emoción de la política…

"Sigue el señor Manuel Rivera Anaya: cabellera negra, lisa, hacia atrás, anteojos, bigotito (no faltaba más) y un dedo flamígero que enarbola a cada frase para darle más significación a sus palabras, palabras que son más o menos las mismas que las de sus antecesores y serán sin duda iguales a las de los que le sigan en el uso de ellas, cosa que, por otra parte, sólo prueba la indiscutible unidad nacional…

"Ahora sube Vicente Fuentes Díaz, que aparte de usar también el imprescindible bigotito tiene un estilo disculpante:

«Es imposible hacer un resumen de obra tan enorme...»

`"Todos los discursos parecen contestaciones a informes presidenciales.

"No hay opiniones en contra.

"Por fin, sube a la tribuna alguien que no tiene bigote: es una mujer, Delia de Paz Rebolledo.

"¿Su discurso? El mismo, sólo que dicho desde el punto de vista de nosotras, en vez del de nosotros...

"Y ahora un joven desbigotizado, Fidel Herrera Beltrán, que trae algunas novedades: no usa un dedo, sino dos, uno de cada mano, para enfatizar lo que dice, y parece no leer sino saberse de memoria el discurso; y sí que se lo sabe bien, todos lo reconocemos: es el mismo que dijeron los anteriores".

(Excélsior, 14-XI-1969.)