Editorial del New York Times
12 de Octubre de 1968
"La apertura de los Juegos Olímpicos debería ser una ocasión festiva. En lugar de ello, la xIx Olimpiada comienza hoy en la ciudad de México en una atmósfera de enojo juvenil, de perplejidad política y luto familiar.
"Hace diez días, en una de las nuevas plazas de la hermosa capital de México, donde se realizaba una manifestación estudiantil, tropas mexicanas abrieron fuego. Una hora después, cuando terminó el tiroteo, habían muerto más de cuarenta personas.
"El incidente traumatizó a la opinión pública, ya perturbada por tres meses de desórdenes estudiantiles. La pompa y el drama en los campos deportivos, olímpicos contribuyeron a la difícil calma de ahora, pero cuando las delegaciones visitantes regresen a casa México tendrá que enfrentar de nuevo la protesta de su juventud y de otros descontentos.
"Durante la mayor parte de este siglo México ha sido gobernado en el más fuerte y el más durable partido político de Latinoamérica, el Partido Revolucionario Institucional. Esta es una peculiar organización. Los jefes del partido reclaman ser los únicos legítimos intérpretes de la Revolución Mexicana, que ellos ven como un proceso continuo basado en el consenso de empresarios, obreros, campesinos, profesionales, militares e intelectuales trabajando por la justicia social y por el crecimiento económico.
"En efecto, detrás de una retórica revolucionaria gastada por el tiempo, el partido se ha convertido más y más en el servidor de la estabilidad y seguridad de un nuevo establishment. México ha prosperado bajo el partido, pero la distribución de la nueva riqueza entre los 43 millones de habitantes de la nación no es equitativa.
"Los sindicatos y las organizaciones de campesinos son controlados políticamente. La prensa es predominantemente conformista. La que es propiedad del Estado, hábilmente manipulada por el partido, ha silenciado muchas críticas.
"Los estudiantes mexicanos, como los estudiantes de todas partes hoy, están desafiando lo que consideran hipocresía y complacencia oficial. Ellos son los beneficiarios del apoyo de la revolución a la educación, pero carecen de voz en el consenso [social].
"...La represión no es el camino de la renovación revolucionaria de la que el partido afirma ser partidario". (Editorial de The New York Times, 12-X-1968.)
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