Gustavo Díaz Ordaz, 29 de Abril de 1968
Tuve el agrado, en pasada ocasión, de convivir con ustedes unos momentos en el Auditorio Nacional, pero pot desgracia no pude repetir esa satisfacción en días pasados, cuando inc hicieron el honor de invitarme nuevamente para el acto en que iba a tomar posesión el Comité Ejecutivo Nacional de la Confederación de Trabajadores de México, electo en la anterior oportunidad; pero si no asistí en presencia física, ustedes saben muy bien que sí lo hice en presencia espiritual en ese nuevo acto con los viejos compañeros de lucha y antiguos amigos que integran la CTM.
Muchas gracias, sinceramente expresadas, por la generosidad de sus conceptos en el acto mencionado y que usted, don Fidel, rne acaba de repetir en este momento.
Ponemos en la tarea que nos ha sido confiada, ya que son escasas las luces y corta la experiencia para la magnitud de la gran misión, ponemos —decía— la mejor voluntad, la más encendida pasión, pero — sobre todo— la entrega sin límites, amplia, fecundamente correspondida y entendida por el pueblo mexicano, que es al fin y al cabo el autor de los aciertos, cuando éstos existen.
Gracias por haber recogido con eficaz interés y con simpatía, ideas expresadas por mí con anterioridad y que pudieran, bien llevadas a la práctica, redundar en importantes beneficios para la clase trabajadora, concretamente a puntos contenidos en los documentos que me acaban de entregar.
Ya en la campaña presidencial, durante el recorrido por diversas partes de la República, expresaba mi preocupación por el problema de la falta de lugares donde ir acomodando a tantos miles y miles de mexicanos que, preparados o no, llegan a la edad en que necesitan un medio lícito por el cual sostenerse a sí mismos, sostener sus hogares y satisfacer sus necesidades, y que esta angustia ya existente se veía agravada por el problema creciente de la automatización industrial y la necesidad de conjugar, porque no podemos —lo sabemos por viejas expriencias— oponernos terminante, definitiva, frontalmente, al avance del progreso; necesidad de conjugar la utilización de las más avanzadas técnicas con la posibilidad de emplear también, al mismo tiempo, la mayor cantidad posible de mano de obra, como medio de satisfacer esa ingente necesidad socioeconómica de nuestra República, y veo que ustedes comparten conmigo esa gran preocupación.
Recogieron también mi inquietud por el aumento de la productividad —como me lo acaban ustedes de expresar—, y a reserva de leer estos documentos, repito que es indispensable que se produzca más por hombre y se produzca más por unidad de capital, para que esta mayor producción se reparta en forma equitativa, justa y proporcional entre los diversos factores que intervienen en ese aumento de productividad, lo que también podrán repercutir en forma favorable para los propios trabajadores y para aumentar la riqueza nacional.
Y, por último, en esta tarea de expresar mi reconocimiento, gracias muy profundas y emocionadas por la solidaridad que se expresa ahora, en forma concreta, definida, de los trabajadores que integran la CTM, para con sus hermanos campesinos menos favorecidos que la clase obrera.
Unos y otros son la base fundamental de nuestras instituciones socio-económicas, preocupación esencial de nuestro movimiento revolucionario, pero, por obvias razones, el campesino se ha quedado rezagado en relación al trabajador.
No es fenómeno exclusivo de México; se ha presentado en todas las partes del mundo en que ha habido un desarrollo industrial. Las fábricas pueden multiplicarse; las tierras no pueden extenderse; las que existen, existen y no puede agregarse más, salvo mejorarlas de calidad, hacerlas susceptibles de cultivo en algunas extensiones, mejorar la técnica para que produzcan más, ponerle más pasión y más amor a la tarea de arrancarle al avaro terreno de gran parte del campo mexicano una mayor producción.
Gracias, repito, por el humano rasgo de solidaridad, y inc parece además perfectamente atinado que conjuguen ustedes también sus esfuerzos con la Central que agrupa al mayor número de campesinos en el país, para canalizar los fondos provenientes de ese sacrificio que van a realizar los trabajadores de la CTM, como aportación al progreso, mejoramiento y condiciones del campesino; que participen en los ruodos y términos de distribución de ent ega, de administración y de gasto. Que, incluso, participen no sólo en el aspecto de vigilancia sino principalmente en el manejo para mayor seguridad de los dirigentes y satisfacción de quien realizó el pequeño sacrificio que, sumado a los pequeños sacrificios de muchos miles de trabajadores, puede representar un importante aspecto en el desenvolvimiento de la situación del campesino; para que sepa hasta el último trabajador de la CTM, en qué y dónde han, sido empleados sus ahorros y sus aportaciones; que sepa quiénes de sus compañeros campesinos han recibido la cooperación solidaria de los obreros y qué han hecho esos campesinos, qué han logrado con el esfuerzo y con el sacrificio de sus hermanos trabajadores.
Sólo me resta, al expresarles mi satisfacción por tener la oportunidad de saludarlos nuevamente, felicitarlos porque lograron la confianza de sus compañeros para dirigir los destinos de la más importante central obrera mexicana, como es la Confederación de Ios trabajadores de México, en cuanto al número de sus organizaciones, de sus agremiados, a la recta línea de conducta revolucionaria seguida, desde su nacimiento hasta la fecha, y desearles iras mejores éxitos en las delicadas tareas que muchos cientos de miles de mexicanos han encomendado a ustedes.
Que tengan mucho éxito, no sólo por prestigio de la CTM, no sólo para satisfacción de los integrantes de este nuevo Comité Ejecutivo, sino principal y esencialmente para beneficio de sus agremiados.
Muchas gracias.
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