Gustavo Díaz Ordaz, 1o. de Diciembre de 1967
Presidente Gustavo Díaz Ordaz: Señores, muy buenas tardes. Como ya se ha hecho una costumbre cada día primero de diciembre nos reunimos en una breve entrevista de prensa y, en esta ocasión, la televisión me hace el honor de estar en ella.. Yo estoy a sus órdenes.
Pregunta: En este momento, en un día de tan especial significación para México y para usted, y para todos nosotros, deseo hacerle una pregunta: podría usted hacernos un breve balance de la situación del país y de lo realizado en los tres años del sexenio que han transcurrido ya?
Presidente Díaz Ordaz: Sí podría hacerlo, seor Jurado, pero creo que por breve que fuera, resultaría demasiado largo, por una parte, y por otra, creo que son más bien ustedes, los que informan a la opinión pública, los editorialistas que la orientan, quienes deben hacer ese balance y el pueblo emitir su juicio. Porque, además, en un balance de tal naturaleza, no se podrían poner simplemente las columnas del debe y del haber, sino que requeriría un juicio que no debo hacer yo, sino el pueblo al que trato de servir.
De todos modos le agradezco a usted mucho el interés y la cordialidad de la pregunta.
Pregunta: ¿Sería usted tan amable, señor Presidente, de decirnos cuál considera que sea la principal realización en sus tres años de Gobierno?
Presidente Díaz Ordaz: Pienso que ha habido muy importantes realizaciones del orden material, lo mismo en la política vial que en la de captación y distribución de nuestros recursos hidráulicos. Es muy importante haber asegurado, para el desarrollo industrial, el abastecimiento de energéticos, fundamentalmente petróleo y electricidad; es muy importante el número y la calidad de las escuelas que se han edificado; en fin, son rnuy importantes las obras materiales, pero creo que lo más importante que se ha logrado, en estos tres años, es mantener una evidente paz social, derivada de un consenso, no unánime por supuesto, pero sí generalizado, de que los principios y los procedimientos que México ha adoptado para conducir su vida, son los más adecuados a su idiosincrasia, a las actuales circunstancias y a sus posibilidades. Es la paz social y la estabilidad política las que nos permiten el desarrollo económico y las hemos logrado, con el más amplio disfrute de las libertades, y, aunque a veces algunos pretenden no ver que el las existen, los mexicanos tenemos la conciencia de que vivimos en el país de las más amplias libertades. Creo que esa conjugación de orden y libertad que el puebla de México ha logrado, aún con las naturales imperfecciones, es la mejor de sus realizaciones y yo simplemente he sido un modesto servidor de esa causa.
Pregunta: Señor Presidente, sabemos que las obras públicas han creido a ritmo acelerado. ¿Cómo ha sido posible lograr eso?
Presidente Díaz Ordaz: En efecto, ha sabido un acelerado y mejor ritmo en la ejecución de obras públicas. Esto ha sido posible gracias al esfuerzo de muchos sectores; ha sido posible gracias a que México comprendió la necesidad de una política que frenara la iniciación de un proceso inflacionario y nos diera una firmeza económica que nos ha permitido ir aumentado el volumen de las inversiones públicas, al grado de que, el manto de las que corresponden a este año, es el mayor de todos en nuestra historia, y en 1968, seguramente, lo superaremos; ha sido posible gracias a que hemos procurado manejar con el mayor escrúpulo el dinero que el pueblo proporciona para la ejecución de las obras, y al mismo tiempo que procurarnos hacer una rigurosa jerarquización de las necesidades que deben satisfacerse, hemos procurado, y no es inmodesto decir que algo hemos logrado en ese sentido, evitar despilfarros, obras inútiles y lujos ostentosos.
Gracias a eso, hemos tenido la capacidad económica para mantener acelerado el ritmo de las obras públicas y lo demás lo han hecho la preparación y experiencia de nuestros técnicos que, afortunadamente, cada vez los tenernos mejores en los distintos ramos.
Pregunta: En relación con la situación económica y dados los acontecimientos que se suscitaron en Europa en el aspecto financiero, ¿qué situación guarda el peso mexicano?
Presidente Díaz Ordaz: Afortunadamente el peso mexicano está bien firme y no ha sido afectado en forma alguna por la reciente devaluación de la libra esterlina, que orilló a algunos países a devaluar también sus monedas. En primer lugar, nosotros no estamos dentro de lo que se llama la órbita de la libra esterlina; en segundo, atravesamos una época de sana economía y en tercero, hemos ido acrecentando las reservas, que son las que dan vigor y firmeza a nuestra moneda. Tenernos las más altas de nuestra historia, no sólo en dólares sirio también en oro, y nos resultó una acertada previsión el haber estado comprando oro durante los últimos meses, lo que volvió a aumentar nuestra reserva de ese metal y poder hacerle frente a cualquier demanda del público por adquirirlo.
Los acontecimientos al respecto, registrados esta misma semana. son tan recientes, fueron tan evidentes, que no creo que ameriten mayor comentario, máxime que el señor Secretario de Hacienda y Crédito Público también les proporcionó a ustedes amplia información hace unos días y les dio todos los datos numéricos necesarios.
Pregunta: es indudable que el pueblo aplaude la política antiinflacionista que sigue el Gobierno. Sin embargo, se dice que es necesaria una reforma tributaria que haga más justa la carga impositiva. ¿Qué nos podría usted decir al respecto, señor Presidente?.
Presidente Díaz Ordaz: Yo también creo en la necesidad de la reforma fiscal pero no en una nueva, sino en los subsecuentes pasos de la que está en marcha, concebida en sus orígenes por don Matías Romero. Por eso la Secretaría de Hacienda acaba de publicar una memoria al respecto. En esa reforma fiscal hemos venido dando los pasos subsecuentes que tienden fundamentalmente a hacer más justa la distribución de la carga. Esto quiero decirlo no empleando el lenguaje técnico porque en primer lugar no lo soy en la materia, y en segundo la opinión pública no está formada por técnicos. Como les decía, se tiende fundamentalmente a hacer más justa la distribución de la carga, que ésta no gravite sobre un número reducido de causantes, sino sobre el mayor número posible y que sea, además, proporcional y equitativa, como lo manda la Constitución, de tal modo que quien más gane y más tenga, contribuya en mayor cantidad a los gastos públicos y que vayamos simplificando los procedimientos para hacer más fácil el cumplimiento de nuestras leyes sobre la materia.
Claro, esto no puede lograrse cte un solo golpe —¡ojalá se pudiera!— porque tratar de hacerlo así implicaría el riesgo de un desequilibrio, riesgo que no tenemos derecho a correr y, por eso, tanto en el año de 1966 como en este de 1967, a través de las reformas legislativas correspondientes, hemos avanzado lo que se ha considerado conveniente, prudente y posible avanzar.
Pregunta: La política de su Gobierno, señor Presidente, está dirigida a lograr la equitativa distribución de la riqueza. ¿Podría usted decirnos cómo ha protegido el Gobierno la capacidad devcompra de las grandes mayorías de nuestro pueblo?
Presidente Díaz Ordaz: En efecto, la base esencial de la justicia social es la equitativa distribución de la riqueza. Crearla para el disfrute de unos cuantos, es injusticia; no crear riqueza, es el camino seguro para el mayor empobrecimiento de la nación y la desesperación de nuestro pueblo.
No tenernos grandes poderes —constitucional y jurídicamente hablando— sobre la materia, son más bien bastante limitados, pero dentro de ese límite los ejercemos. Mucha gente cree, equivocadamente, que tenemos facultades para fijar o controlar el precio de todos los artículos. Ustedes saben que eso no es cierto, que la lista de los artículos cuyo precio tenemos facultad para controlar es muy limitada, aunque eso sí, es la de los artículos más importantes para la satisfacción diaria de las necesidades populares.
Pero, por otra parte, los fenómenos económicos no se rigen por decretos legislativos. Es cierto que en ocasiones ayudan las disposiciones legales, pero a los fenómenos económicos hay que enfrentarse, esencialmente, con medidas de tipo económico y éstas no se producen por el simple deseo de tomarlas, sino que requieren, a su vez, un largo proceso preparatorio. Para crear la abundancia de determinado artículo no basta con que el Gobierno decrete que el artículo debe ser abundante. Es necesario establecer las bases que permitan una mayor producción de ese artículo para que satisfaga abundantemente la demanda y entonces ese artículo sea barato. Movemos una gran cantidad de pequeños resortes legales y económicos, al respecto.
Ustedes me acompañaron ayer a visitar unos silos en San Andrés Chalchicornula, hoy Ciudad Serdán. Ese es uno, por ejemplo, de esos resortes que movemos para mejorar la capacidad adquisitiva de nuestras clases económicamente más débiles. El precio de garantía no funciona, no opera eficazmente, en parte muy importante porque el campesino es un desvalido desde el punto de vista de la economía. Basta, pues, con que CONASUPO no ligue a todos los lugares de la República, principalmente a aquellos que están más aislados, con la urgencia que el campesino requiere para tener dinero con qué curarse una enfermedad o salvar cualquier otro compromiso, para que el propio campesino caiga en las manos del acaparador, al que tiene que venderle su cosecha al precio que éste quiera pagársela. Digamos, que en lugar de los novecientos cuarenta pesos por tonelada de maíz —que es el precio de garantía—, le ofrece quinientos o seiscientos o menos aún. Pero este intermediario tan perjudicial procede con gran eficacia personal para su beneficio, se presenta con los billetes en la mano de baja denominación, para que sea fácil al campesino cambiarlos en la tienda cercana o pagar los gastos que satisfacen su urgencia; se presenta además con el medio de transporte —un camión— y se lleva el maíz del campesino a un precio irrisorio. Y ni modo que el campesino se aguante y no venda su cosecha, pues no puede almacenar su maíz porque no tiene donde hacerlo.
Pero ahora, con las medidas que vamos tomando, los campesinos han emprendido coordinadamente con la CONASUPO la tarea de construir suficientes lugares de almacenamiento que los pongan a salvo de caer en ruanos de los acaparadores. Ya no tendrán que vender barata su cosecha si es que el agente de CONASUPO no llega inmediatamente, porque tendrán sus propios silos para depositar su maís sin que les estén cargando gastos de almacenaje, con la ventaja de que podrán recibir de los agentes de CONASUPO —la que ha procurado multiplicarlos—por lo menos un anticipo sobre la cosecha, a reserva de hacer urca calificación más estricta del valor de la misma posteriormente.
Son pues esas bodegas uno de los tantos resortes de los que les hablaba, que movemos para proteger la capacidad de compra de las grandes mayorías. Bodegas que, como ustedes vieron, se construyen con un método especial que no requiere acero, ni complicada ingeniería, sino que, con un poco de mortero y la piedra que hay en el lugar, el campesino las va levantando con sus propias manos. Así él está construyendo, junto con nosotros, los lugares de almacenamiento. Para proteger al campesino contra posibles fraudes, esas bodegas se cierran con varios candados y se distribuyen las llaves entre los vecinos más connotados de la localidad, de tal modo que los mismos están cuidando sus propias cosechas, almacenadas a salvo de la voracidad de los acaparadores, a salvo de hurtos, sin gastos de almacenaje y sin mayores desperdicios que las naturales mermas que, cuando son las normales, las absorbe la propia CONASUPO. El grano tampoco sufre detrimento en su calidad y el campesino puede esperar a que llegue el agente de CONASUPO y le pague el precio de garantía.
Como el anterior, son múltiples los recursos que se movilizan para tratar de aumentar la capacidad de adquisión de nuestras gentes más humildes, y muy principalmente el que estamos mencionando: pagar el precio de garantía. Ya sabernos que una tonelada de maíz la podemoscomprar en el extranjero más barata de lo que se la pagamos al campesino, pero si la adquirirmos en el extranjero en lugar de comprársela al campesino, automáticamente bajamos la capacidad de compra de éste. Y si el campesino no compra, entonces, ¿qué vende el comerciante? Y si el comerciante no vende, entonces, ¿qué compra el industrial? Y si el industrial no vende, entonces, ¿para qué produce? Se cierra, pues, el círculo económico, de tal modo que el precio de garantía destinado a beneficiar directamente al campesino viene a beneficiar también, en forma indirecta, a todos los factores que intervienen en el proceso económico de la producción y la distribución.
Pregunta: Considerando que la preparación de técnicos implica siempre sacri fico para el pueblo mexicano, pues éste ha de costear la preparación de ellos, quisiera preguntar a usted: ¿se ha pensado en adoptar alguna política para impedir la fuga de talentos mexicanos hacia el exterior, por falta de oportunidades, en un momento en que el país está demandando la contribución del mayor número de mexicanos preparados?
Presidente Díaz Ordaz: La política que seguimos en este aspecto es conservar el mayor número de oportunidades para nuestros técnicos ya formados e irles aumentando esas oportunidades en calidad y cantidad. Cualquier restricción o prohibición, aparte de que sería atentatoria a las libertades, no solamente a las consagradas por nuestra Constitución sino a las que son consubstanciales del modo de ser del mexicano, no daría resultado. Por eso los esfuerzos están encaminados a abrir nuevas fuentes de riqueza; la Revolución ha hecho durante muchos años obras de infraestructura que ya están produciendo resultados. Las fábricas que hoy visitamos no nacieron porque sí, nacieron porque había los elementos de carácter humano y económico indispensables para constituir una industria que dé dividendos a los accionistas y salarios decorosos a sus trabajadores.
Por ejemplo Puebla, que ha sufrido muchas veces en su economía por la cercanía con la capital, pues no es fácil que el comercio poblano se desarrolle teniendo tan cerca al gran comercio de la capital de la República, como tampoco es fácil que la industria de Puebla se desarrolle teniendo tan cerca a la más vigorosa zóna industrial del paíz, que es la que está en el Distrito Federal y en sus alrededores. Esa desventaja ha tenido Puebla en su economía, pero al misrno tiempo está ubicada casi equidistantemente entre el Pacífico y el Atlántico, entre el gran centro de consumo que es la capital de la República y el puerto que tradicionalmente ha sido el de mayor importancia, Veracruz; tiene, además, muchas vías de comunicación: ferrocarril y carretera; hay electricidad, hay agua, hay gas, por que ya pasa el gasoducto; hay electricidad porque ya pasan las líneas y porque está conectado ya Tinganbato para asegurar el consumo mientras llega la energía de Malpaso, y, porque hay un magnífico material humano Puebla está ahora en un periodo de gran empuje, de recuperación de su rica tradición industrial que había venido a menos. Pero como les decía, ha podido hacerlo a pesar de las desventajas que significa su cercanía a la capital, porque la obra de infraestructura le permite desarrollarse.
Entonces, con el desarrollo se abren fábricas que requieren técnicos y como Puebla tiene escuelas para que se formen aquí, y como habrá ocupación, no tendrán que irse al extranjero. Lo mismo pasará en la zona industrial de Cuernavaca, en la de Querétaro, en la de Durango, etcétera.
La infraestructura permite el desarrollo que crea nuevas fuentes de trabajo que ocupan tanto a obreros sencillos como a obreros calificados y técnicos en diversos niveles y diferentes órdenes.
Sólo me falta agregar esto: a pesar de todo, México es de los países que menos sufre por la emigración de sus valores humanos, dentro de los países que se encuentran en circunstancias similares, porque la sangría que sufre de talentos jóvenes es mucho menor que la que confrontan otros países cercanos. Pero esto, lejos de conformarnos debe animarnos a hacer mayores esfuerzos para aumentar las oportunidades para los mexicanos preparados y que siempre podamos conjurar el peligro que significa su emigración.
Pregunta: ¿Cuál sería, señor Presidente, a su juicio el calificativo apropiado para las relaciones que mantenemos en los últimos años con los Estados Unidos de Norteamérica?
Presidente Díaz Ordaz: Pues mire usted, nuestras relaciones creo que están en su mejor punto. No digo inmejorables porque todo lohumano es perfectible; podemos y debemos hacer permanentes esfuerzos para mejorar nuestras relaciones, pero en la actualidad son sumamentecordiales y basadas fundamentalmente en un absoluto recíproco respeto y en una exposición amistosa de la verdad. Creo que el engaño no tiene justificación ética ni aún entre enemigos, pero entre amigos es imperdonable. El lenguaje de los amigos es el lenguaje de verdad. Yo he tenido oportunidad de platicar acerca de diversos problemas con el señor Presidente Johnson y puedo decirles que siempre he tenido magníficos resultados diciendo la verdad. Y a este respecto permítanme que exprese mi palabra de homenaje a un pueblo que entre sus aptitudes tiene la de saber escuchar, no sólo tolerar, sino escuchar la verdad. La escucha atentamente, medita sobre la verdad que se le dice y obra en consecuencia; ustedes y yo somos testigos de cómo fue escuchada nuestra modesta verdad en el Congreso de los Estados Unidos, no sólo tolerando lo que se decía, sino realmente poniendo atención cordial en lo que se decía, como lo manifestaron ellos mismos, y ese Congreso no es más que representante, en ese aspecto, de una de las virtudes tradicionales del pueblo norteamericano: la de saber decir y saber escuchar la verdad.
Pregunta: El próximo año de 1968 se caracterizará muy especialmente por la celebración de los Juegos de la Décima Novena Olimpíada. Sobre este apasionante tema, señor Presidente, es la pregunta que voy a formularle y que tiene varias interrogantes. Sabemos que las inversiones económicas para preparar los Juegos Olímpicos han sido muy cuantiosas. ¿Reportará algún beneficio económico para nuestro país la celebración de esos juegos? Segunda: ¿Es suficiente la capacidad del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para recibir a nuestros visitantes? Tercera: ¿Para octubre de 1968 se habrán corregido ya las deficiencias técnicas en los servicios del aeropuerto por cuyas causas, parece ser, que se han registrado varios accidentes últimamente?
Presidente Díaz Ordaz: Han sido efectivamente cuantiosas —y lo seguirán siendo hasta septiembre del año entrante— las inversiones que realizan y se realizarán para la construcción de las instalaciones olímpicas. No creo que, por desgracia, redunden en beneficio económico de México. Gastarernos más, bastante más de lo que ingrese, pero la sede no fue pedida para obtener un beneficio económico y los Juegos de la XIX Olimpíada no van a realizarse con ese fin. Nos van a costar dinero, pero México recibirá, a cambio, lo que hoy se llama una gran promoción, es decir, el nombre de México estará en las columnas de todos los periódicos de todo el mundo, en los comentarios de la radio, el cine y la televisión y en la conversaciones familiares, etcétera.
Ciertamente hemos procurado que el gasto económico sea el menor posible, a base de escrupulosidad en la ejecución y proyección de las obras, a base de una sostenida, firme, exigencia para eliminar intermediarios influyentes, etcétera, y obtener las mayores captaciones económicas por los servicios que van a prestar distintas compañías a sus clientes con motivo de los Juegos Olímpicos. En el renglón de ahorro de gastos, hemos logrado por varios conceptos, cifras que ni siquiera hubieran soñado en Tokio, por ejemplo. Por derechos de transmisión de radio y televisión en las distintas partes con las que ya se ha celebrado convenio, lo que corresponde a los Estados IJnidos, el resto del Continente, a Europa y a Asia, nos van a pagar muchísimo más de lo que pagaron en Tokio. Hemos ahorrado también en otras materias, pues defendiendo lo nuestro utilizamos los legítimos recursos disponibles de poner en confrontación las distintas ofertas, logrando así disminución de los gastos o aumento en las percepciones.
Pero de todas maneras México gastará algunos cientos de millones de pesos; sin embargo, a cambio de eso habrá servido a una noble causa de paz en momentos difíciles para el mundo, reuniendo a los jóvenes de todas las latitudes en una amistosa y hermanable competencia atlética y deportiva que también tendrá un aspecto cultural, que México ha restituido a los Juegos Olímpicos yendo al origen de ellos, lo cual es un honor para nuestro país.
Así pues, gastaremos pero no se desequilibrará nuestra economía con los gastos de las instalaciones que, además y por otra parte, terminaremos con tiempo sobrado.
En cuanto al segundo punto, que era, si no me equivoco porque anoté muy rápidamente, sobre la capacidad del aeropuerto; seguramente las informaciones que tienen quienes especulan sobre este asunto son incompletas o erróneas. No sé si ustedes tienen idea de cuál fue el número de vuelos extras que hubo en el aeropuerto de Tokio en los últimos Juegos Olímpicos... ¡Échenle!... No llegaron a treinta y así hay gentes que quieren que gastemos mil odos mil millones de pesos enconstruir otro aeropuerto lo que no se justificaría ni con sesenta, ni noventa ni cien vuelos extras. Por una parte está mal calculada la capacidad de nuestro aeropuerto; por otra está operando en sólo un treinta por ciento de su capacidad total, es decir tenemos todavía un setenta por ciento más de capacidad de administración de vuelos. El promedio de vuelos es de doscientos diarios actualmente, por lo que todavía podemos recibir, digamos teóricamente, otros cuatrocientos vuelos diarios más. ¿Cómo no vamos a poder recibir en cuarenta días vuelos cien extras?
Consideremos además que a Japón, por su ubicación geográfica, fue lógico que el acceso preferido fuera el aéreo. Nuestra situación es diferente porque tenemos otro tipo de accesos, no estamos en una isla, sino en un continente y seguramente, como pasa con todo nuestro turismo, el mayor contingente de quienes vengan a presenciar los Juegos, independienternente de los deportistas, serán norteamericanos que vendrán por tierra en gran parte; pero aun suponiendo que vengan la mitad y la otra mitad por aire, no se producirían un aumento de vuelos tal que congestionara nuestro aeropuerto.
El Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México tiene de sobra capacidad; lo que pasa es que desestimamos lo nuestro. Si por ejemplo vamos a Nueva York y nos tienen en lo que en el argot de los pilotos y de los aeropuertos se llama el carrousel, es decir, dando vueltas en el aire mientras el avión puede aterrizar, y pasa una hora, nadie protesta: se trata de la gran Urbe de Hierro. ¡Ah!, pero que no nos manden en México a dar una vuelta de cinco minutos, porque inmediatamente reclaman los pasajeros, reclaman las compañías, porque gastaron unos cuantos litros de turbocina o de gasavión, y a veces el hecho es noticia de primera plana en algún periódico.
Pero lo cierto es que ningún país del mundo ha llegado a construir un aeropuerto con tantas pistas como aviones llegan para que así nadie tenga que dar vueltas esperando pista para el descenso.
Les repito: capacidad sobra en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
En cuanto a las deficiencias, algunas gentes parecen creer, por mala información, que ellas existen. Pero lo cierto es que nuestro aeropuerto tiene en la actualidad todas las facilidades de aproximación, de despegue y de aterrizaje que son normales y tienen los demás aeropuertos del mundo. Así lo demuestra que salen y llegan aviones de muchas compañías internacionales sin mayor problema. ¿Ustedes creen que vendrían las grandes compañías norteamericanas y europeas si nuestro aeropuerto no tuviera amplios márgenes de seguridad para aterrizaje y despegue? Indudablemente que no.
Porque a la compañía que se le cae un avión, por muy asegurado que lo tenga, se le desploma inmediatamente algo más valioso: el prestigio. Y baja la venta de boletos causando un daño económico tremendo. El daño fundamental que causa a las compañías de aviación un accidente, es la pérdida de la clientela y de la confianza.
Nuestro aeropuerto en relación al número de vuelos que llegan y salen, ha tenido muy pocos accidentes y en ningún caso se ha comprobado que sean imputables al aeropuerto ni a sus radiofacilidades, etcétera. Cuando ha habido algún accidente, minutos y horas antes y después del accidente estuvieron despegando y aterrizando otros muchos aviones sin problemas. Entonces la lógica más elemental indica que el accidente no fue por culpa del aeropuerto, porque todos los demás aviones sí pudieron aterrizar o despegar y si el aeropuerto fuera el malo habría una interminable serie de accidentes por la misma causa. Los accidentes siempre acusan una forma diferente. Y por último, no es que yo desestime a la raza humana a la que pertenezco, pero los aparatos electrónicos se equivocan menos fácilmente que nosotros los humanos y es más fácil, como lo demuestran las estadísticas internacionales, que los accidentes aéreos se deban en mayor porcentaje a falla humana que a falla mecánica o técnica.
Claro que podemos mejorar el aeropuerto y lo haremos cuando lo exija una necesidad permanente, pero por ahora no se necesitan realizar grandes obras; se harán las que ustedes ya conocen porque la prensa ha informado de ellas; aumentar los servicios para despachar más rápidamente al pasaje en migración, aduanas, sanidad, etcétera; hacer más acogedor el aeropuerto al pasajero que tiene que permanecer en él, y, otras por el estilo.
Naturalmente tenernos preparado un preestudio técnico para un nuevo aeropuerto porque hay que prever las cosas con mucha anticipación, pero por ahora, repito, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México es ampliamente suficiente para nuestras necesidades, con o sin Olimpíadas. Y tiene la gran ventaja cíe la cercanía a la ciudad, la cual no tienen la mayor parte de los aeropuertos del Inundo. Esta cercanía significa un gran ahorro para el viajero del aire, en tiempo y dinero.
Por otra parte, un aeropuerto más alejado de la Ciudad de México traería aparejada la necesidad de una autopista quizá de cinco carriles por cada lado, pues ya ven el Periférico tiene tres y en muchas ocasiones se congestiona. "Todo eso costaría mucho dinero y las obras no se justificarían porque no son indispensables, además de otra razón muy importante: ¿de dónde saco yo el dinero para hacerlas?
Ahora si los que creen que nuestro aeropuerto es realmente tan malo, quieren poner el dinero, encantado: ;hacemos otro aeropuerto!
Pregunta: Señor Presidente, ahora que se ha tocado el terna de los Juegos Olímpicos, ¿en materia de alojamiento para los visitantes nuestra capacidad hotelera es suficiente? ¿En caso de cancelaciones, resentiría pérdidas la industria hotelera? ¿El Departamento de 7'urismo ha tornado las medidas necesarias para capacitar técnica y culturalmente a los guías que atenderán a los visitantes que vengan a nuestro país el año próximo?
Presidente Díaz Ordaz: Miren ustedes: también en esta materia creo que las informaciones no han llegado completas a muchas gentes. Tomemos las referencias más cercanas: Tokio y Roma.
En esas ciudades bajaron los índices de ocupación de los hoteles durante la celebración de los juegos Olímpicos y sin embargo la creencia general es que aumentaron.
Pero hay un ejemplo de una persona muy conocida, sobre todo para las cámaras de televisión: Emilio Azcárraga Milmo.
El se encontraba en París durante la celebración de los juegos Olímpicos en Roma, y tenía la imprescindible necesidad, por asuntos de negocios, de viajen a la capital italiana. Se hallaba con algunos amigos y éstos no quisieron aeounpañarlo porque pensaban que estaba tan aglomerada la ciudad, tan llena de gente, que no iban a encontrar alojamiento en los hoteles. Azcárraga se fue solo y al llegar al hotel Excélsior —que es uno de los más famosos de Roma— pidió un cuarto y le contestaron: "Los que usted guste, señor, porque con motivo de estos jueguitos tenemos muchos vacíos".
La verdad es que mucha gente piensa que durante la celebración de los Juegos Olímpicos los hoteles van a estar llenos y vendrían sólo a sufrir incomodidades. Entonces, nuestro turismo habitual —el que no viene atraído por los Juegos Olímpicos— se va a abstener de visitar México.
Creo que con esta explicación he contestado la primera pregunta que usted me hace: la capacidad de los hoteles determina el número de los posibles turistas, el que, por cierto, aumentará notoriamente en los próximos meses, pero no precisamente por razón de los Juegos Olímpicos. Nuestros hoteleros están aumentando la capacidad de sus locales de acuerdo con el incremento normal del turismo; entendieron muy bien la lección de Tokio en donde pensando en un gran alud de visitantes por la Olimpíada, construyeron hoteles en exceso, los cuales no solamente no estuvieron llenos durante los Juegos Olímpicos, sino que pasados éstos, han tenido que estar caterrados porque el movimiento turístico normal posterior no fue bien calculado.
Sería absurdo y antieconómico que nosotros incurriéramos en el mismo error teniendo ya la experiencia de lo que pasó en Tokio. El aumento de nuestra capacidad hotelera obedece fundamentalmente a las previsiones, muy calculadas ya, de un turismo permanente, que es el que realmente favorece a México.
No soy pesimista; al contrario, considero que los Juegos Olímpicos son el evento que dará a México prestigio, nombre, etcétera, pero la realidad es que en lugar de que durante ellos venga el turista que gasta más, viene el que gasta menos por razón natural de la causa que lo atrae. El aficionado a los deportes por ser joven, tiene menos capacidad económica y por consiguiente gasta memos. Así es que este turismo nos dejará un poquito menos, pero no nos desequilibrará económicamente. Esta situación va está bien calculada.
Lo que debemos cuidar muy bien es que no vengan a México quienes no tengan reservación hotelera. Sin embargo, se puede presentar el riesgo de que nos llegue un aluvión de trailers, ocupados generalmente por jóvenes aficionados a los deportes. Pero quienes no hagan oportunamente su reservación y no encuentren alojamiento no podrán echarnos la culpa a nosotros.
Naturalmente, no faltarán muchachos estudiantes norteamericanos, de escasos recursos económicos, que vengan en la carcacha de uno de ellos con la cajuela llena de latas y con bolsas para dormir en la intemperie y que, sí bien nos va, gastarán en comprar unos cuantos refrescos, cuya marca no digo porque está prohibido en la televisión hacer menciones comerciales durante las entrevistas...
En cuanto a la pregunta sobre los guías de turistas, debo decirles que con las imperfecciones o virtudes que tengan —yo no puedo calificar en la materia— ya existen y prestan servicio. Ojalá mejoraran, pero para dar servicio al turismo permanente, porque los visitantes atraídos por la Olimpíada los necesitarán poco, pues no creo que tengan tiempo para ir a los eventos deportivos y además visitar otros centros de atracción turística. Y el deportista sabe de deportes y no necesita guías.
Los esfuerzos, pues, en esta materia, tendrán que ser los normales para el mejoramiento de nuestro servicio turístico y para atender al incremento normal —bastante importante por cierto— de esta industria.
Pregunta: Señor Presidente: quisiera usted ser tan amable de decirnos ¿qué criterio normará la celebración de la llamada Olimpíada Cultural? ¿Se considerarán en ella los diversos valores y manifestaciones de nuestro folklore? ¿O será una repetición semejante a un programa de televisión llamado Nuestro Mundo, en el que participaron los diversos países del orbe?.
Presidente Díaz Ordaz: La primera hipótesis de usted es la acertada. les, con otras muy importantes del mundo que nos han ofrecido mandar punto de vista ajeno a nosotros —como se organizan esos programas—, sino visto por quienes sienten apasionadamente nuestras cosas,y creo que somos los más capacitados para hacerlo. Presentaremos la diversa gama de nuestras manifestaciones de cultura: desde las ingenuas de nuestra artesanía hasta las más elevadas de nuestro arte pictórico, literario, musical, etcétera y naturalmente, tendrá un importante capítulo nuestro riquísimo, bellísimo folklore, presentado con la dignidad y el decoro con que sabernos presentarlo.
Así alternaremos nuestras cosas, nuestras manifestaciones culturales, que otras muy importantes del mundo que nos han ofrecido mandar otros países.
Un periodista: Señor Presidente, ésta no es precisamente una pregunta. Simplemente quiero a nombre de mis compañeros y propio felicitarlo y manifestarle nuestra admiración por la forma infatigable con que usted responde al enorme esfuerzo que demandan todos sus actos de Gobierno.
Sentimos una admiración muy particular por la cordialidad con que estrecha cientos y cientos de manos de personas que lo saludan en los actos y ceremonias a los que usted asiste y a los que tenemos el privilegio de acompañarlo a todo lo largo del país.
Muchas veces hemos pensado en acercarnos también para saludarlo y estrechar su mano, pero no lo hacernos porque después de una larga jornada de saludos, como la que hoy tuvo lugar poco después de la comida y que perdone usted la expresión, siento que equivale a lanzar un juego de beisbol en las Ligas Mayores, pues lo consideramos un poquillo rnás que imprudencia.
Queremos, señor Presidente, felicitarlo nosotros sus amigos de la fuente de la Presidencia y hacer votos por su éxito como gobernante y como persona. Muchas gracias, señor Presidente.
Presidente Díaz Ordaz: Muchas gracias a todos ustedes por su felicitación a usted en forma muy especial por sus palabras, y gracias por la constante colaboración y el aliento que me brindan como en diversas ocasiones he tenido oportunidad de expresárselos.
Me han acompañado, hansufrido conmigo rigores de clima, vuelos difíciles, jornadas largas y nunca han desmayado porque ni ustedes ni yo tenemos derecho a desmayar.
Cuando salimos al extranjero dejan de ser los incisivos reporteros de la fuente que hacen preguntas, de buena o de mala fe, con el propósito de informar a sus lectores; cuando salirnos al extranjero son un grupo de mexicanos más —ya se los he dicho antes— a los que veo cómo sufren conmigo cuando en una entrevista de prensa me lanzan una preguntadifícil o cuando estoy a punto de tener alguna actuación pública de cierta responsabilidad y veo también cómo se les van aflojando los músculos de la cara, porque la tensión va cediendo, cuando yo he encontrado la respuesta adecuada a la difícil pregunta o he salido más o menos bien en una actuación pública de responsabilidad.
Eso vale mucho para quien en un momento dado no sabe ni para dónde voltear la cara. Ver una expresión de aliento en ese momento no se imaginan ustedes qué importante resulta para mí.
En cuanto a la mano, se las estrecharé con mucho gusto como lo hago con mis conciudadanos.
Miren ustedes: no tengo realmente algo mío, mío, que darle a toda esa generosa gente que lo mismo en Puebla, que en Saltillo, que en Chihuahua, que en todas partes, me trata con tanto afecto, con tanta confianza y con tanta cordialidad; me dan las gracias por una obra, pero esa obra es del pueblo mismo, no es mía; entonces, lo único que tengo que darles es mi mano y se las doy con mucho gusto, con mucha cordialidad y con muy sincero afecto, lo mismo que a ustedes. Muchas gracias.
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