Home Page Image
 

Edición-2020.png

Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

Este Sitio es un proyecto personal y no recibe ni ha recibido financiamiento público o privado.

 

 
 
 
 


1960 Con motivo de la Declaración sobre Desnuclearización de la América Latina. Adolfo López Mateos..

Abril 29 de 1963.

 

Compatriotas:

Cuando por mandato popular asumí la primera Magistratura del país, anuncié que la conducta internacional de mi gobierno se ajustaría a dos normas fundamentales: no aceptar nada que vulnere nuestra soberanía y no negar nuestro concurso a ningún esfuerzo que pueda servir efectivamente para mejorar la concordia de los países y la condición de vida de los hombres. A esos dos principios, a esas normas de amistosa convivencia entre las naciones, he permanecido invariablemente fiel; a la condición indeclinable de mantener en plenitud nuestra independencia como nación, hemos aunado nuestro infatigable empeño en favor de la causa de la paz en la justicia.

Para enmarcar debidamente el paso que hemos dado hoy, acerca del cual quiero informarles, estimo pertinente que recapitulemos la actuación de nuestro país en materia de tanta trascendencia como lo es la del desarme y, más específicamente, en lo que se refiere a la proscripción de los ensayos de armas nucleares.

Nuestra vocación pacifista

En la actual situación de "guerra fría", en la que los grandes grupos de poder se confrontan, minuto a minuto, desde sus respectivas posiciones de fuerza, toca a nuestro país llevar a cabo una función esencialmente moderadora. La vocación pacifista del pueblo mexicano exigía, además, que México combinara sus esfuerzos con los de otros estados similarmente dispuestos, para instar con su ejemplo a las grandes potencias a no detenerse un solo instante en la búsqueda de fórmulas que conduzcan al desarme universal y completo.

La invitación que se nos hizo para que participáramos en las tareas del Comité de Desarme ofreció una oportunidad inmejorable para llevar a la práctica los lineamientos de conducta a que me he referido. Instruí en consecuencia al señor secretario de Relaciones Exteriores, para que durante su primera intervención en el debate expresara inequivocadamente nuestra decisión de no poseer ni admitir en el territorio nacional armas nucleares de especie alguna, ni los medios que pudieran ser utilizados para transportarlas. A quienes ofuscados por una visión pretendidamente realista quisieran argumentar que carecemos de los elementos técnicos o económicos para fabricar dichas armas, puede contestárseles que el más ligero examen de la historia mexicana revela que aun cuando fueran nuestros dichos medios, la decisión habría sido la misma: nuestra fuerza se ha finca do siempre en la justicia de las causas que defendemos; nunca en la posibilidad de hacerlas valer a través de la violencia. Fue nuestra intención asimismo, contribuir a impedir la proliferación del armamento nuclear, proliferación cada día más viable a medida que se desarrollan las técnicas de la destrucción masiva.

Episódicas razones que son el dominio común, han impedido hasta ahora que el Comité de las Dieciocho Naciones alcance su elevado objetivo de lograr el desarme universal y completo. Ante tales circunstancias resulta evidente la oportunidad y conveniencia de que en tanto se llega a la concertación de un acuerdo en el ámbito mundial, se proceda a la desnuclearización de vastas zonas geográficas mediante la decisión soberana de los Estados en ellas comprendidos.

América Latina, que tanto se ha distinguido por su valiosa contribución al desarrollo de los grandes principios del derecho y la justicia, está idealmente situada para ser una de esas regiones.

Contra la amenaza nuclear

Con el deseo de dar nuevo aliento a los esfuerzos destinados a erradicar la amenaza nuclear de tierras latinoamericanas, declaré públicamente que el gobierno de México estaría dispuesto a firmar el compromiso de no adquirir a ningún título, ni permitir por ningún motivo que en territorio nacional se almacenen y transporten armamentos nucleares o se instalen bases para su lanzamiento, si un grupo importante de repúblicas latinoamericanas o todas ellas, aceptaran de consumo obligarse en esa misma forma. El adelanto implícito en este pronunciamiento, en relación con el emitido en Ginebra, es evidente: tratábamos de hallar la necesaria cooperación internacional para elevar la obligación asumida mediante una simple declaración unilateral de voluntad, a la categoría de una obligación contractual.

El siguiente paso que mi gobierno ha dado para conseguir la desnuclearización de la América Latina, constituye precisamente la materia de la información que deseo llevar ahora al conocimiento de la opinión pública nacional. Con fecha 21 de marzo próximo pasado, dirigí sendas cartas a los señores presidentes de Bolivia, Brasil, Chile y Ecuador, sometiendo a su consideración la posibilidad de que conjuntamente hiciéramos nuestra una Declaración cuyo texto, por su trascendente significación, voy a leer íntegramente:

Los presidentes de las repúblicas de Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México,

PREOCUPADOS hondamente ante la actual evolución de la situación internacional, que favorece la difusión de las armas nucleares;

CONSIDERANDO que por su invariable tradición pacifista los estados latinoamericanos deben aunar sus esfuerzos a fin de convertir a la América Latina en una zona desnuclearizada, con lo cual contribuirán a disminuir asimismo los peligros que amenazan a la paz del mundo;

DESEOSOS de preservar a sus países de las trágicas consecuencias que acarrearía una guerra nuclear, y

ALENTADOS por la esperanza de que la conclusión de un acuerdo regional latinoamericano pueda contribuir a la adopción de un instrumento de carácter contractual en el ámbito mundial.

En nombre de sus pueblos y gobiernos han convenido en lo siguiente:

l.-Anunciar desde ahora que sus gobiernos están dispuestos a firmar un acuerdo multilateral latinoamericano, por el cual los países se comprometerían a no fabricar, recibir, almacenar ni ensayar armas nucleares o artefactos de lanzamiento nuclear.

2.-Dar a conocer la presente Declaración a los jefes de Estado de las demás repúblicas latinoamericanas haciendo votos por que sus gobiernos se adhieran a ella mediante el procedimiento que estimen adecuado.

3.-Coadyuvar entre sí y con las demás repúblicas latinoamericanas que adhieran a la presente Declaración, a fin de que la América Latina sea reconocida lo más pronto posible como una zona desnuclearizada.

Como mexicano, como hombre de este continente me es satisfactorio informar a ustedes que he recibido respuestas de los jefes de Estado mencionados en las que, inspirándose en el sentir pacifista de sus respectivos pueblos, han dado su entusiasta apoyo a la Declaración sobre Desnuclearización de la América Latina. La Declaración queda en esta forma solemnemente adoptada por nuestras cinco repúblicas.

No quiero dejar pasar esta oportunidad sin rendir un cálido homenaje a los señores presidentes Paz Estenssoro de Bolivia; Goulart, de Brasil; Alessandri, de Chile; Arosemena, de Ecuador por la forma, espontánea y entusiasta, en que han brindado su apoyo a esta gestión.

Resta tan sólo explicar la razón por la cual habiéndose siempre distinguido México por sus sentimientos de fraternal amistad y respeto a todos y cada uno de los pueblos latinoamericanos, decidí dirigirme en esta primera fase de nuestra empresa, únicamente a los jefes de estado mencionados. La razón, bien sencilla por cierto, es la de que tocó a esos cuatro países el singular honor de haber copatrocinado en el último período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, un Proyecto de Resolución que tendía asimismo hacia la desnuclearización de América Latina. A petición de uno de los coautores del proyecto, la discusión del mismo fue aplazada. Consideré pues, que era a esos cuatro estados a los que debería sugerir la conveniencia de invitar a las otras repúblicas hermanas a que aunáramos esfuerzos en favor de la proscripción de la amenaza nuclear de tierras latinoamericanas. Por lo demás, me es muy grato anunciar que sin pérdida de tiempo dirigiré mensajes fraternales a los jefes de estado de los otros países de la América Latina, haciendo los más fervientes votos por que podamos contar con su inapreciable colaboración en esta empresa común.

Mexicanos:

Ha sido con singular complacencia que he venido a dar cuenta de la forma en que, interpretando los sentimientos y los anhelos del pueblo mexicano, hemos dado un primer paso en la magna tarea de salvaguardar a la América Latina de los grandes peligros implícitos en toda confrontación nuclear. México tiene ante sí un deber claro y preciso que cumplir: prometo a ustedes que por arduo que sea el camino de recorrer, no escatimaré esfuerzos en el logro del objetivo en el cual hemos empeñado nuestros afanes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: Adolfo López Mateos. El Itinerario de la razón y la elocuencia. Instituto Mexiquense de Cultura. 1994.