Noviembre 30 de 1960
En el escenario de la historia contemporánea, la revolución ocupa un sitio de honor.
Al cumplir la Revolución Mexicana su primer medio siglo de existencia, es indispensable ofrecer una visión panorámica de las realizaciones logradas por el país en todos los órdenes de la vida social, bajo los principios y el régimen revolucionarios. Con tal finalidad el gobierno que presido planeó la redacción de esta obra, cuyos diversos capítulos fueron confiados a distinguidos especialistas en cada materia, con el objeto de lograr un estudio, lo más completo posible, de los problemas nacionales. Todos los colaboradores que participaron en ella respondieron con el entusiasmos idoneidad y patriotismo que tan importante tarea reclamaba.
Así pues, aquí se ha logrado el doble propósito de explicar la Revolución y de patentizar la conciencia del mexicano respecto de un período histórico particularmente significativo.
Los pueblos avanzan hacia metas superiores cuando tienen una percepción precisa de su pasado, asumen con entereza las responsabilidades de su presente y atisban con diafanidad su insustituible destino. La evolución de nuestro pueblo no ha evadido por cierto tales condiciones y así ha podido ejecutar las tareas que se ha propuesto en las distintas etapas de su desarrollo. Los grandes momentos de nuestro devenir demuestran que la salvaguardia de la integridad nacional la han realizado aquellas generaciones entre cuyas virtudes esenciales destacó el conocimiento profundo de nuestra historia, de nuestras realidades y de nuestras costumbres.
En la hora actual no podemos dejar de advertir que algunos sectores minoritarios de las nuevas generaciones con frecuencia parecen vivir en un peligroso apartamiento que les impide conocer y sentir los orígenes de la sociedad en que viven, con riesgo de situarse en un espacio ajeno a las necesidades de su pueblo. Por esta causa es indispensable que los hombres jóvenes de hoy, llamados a forjar el porvenir de la gran Nación mexicana, se percaten de lo que el país debe a la Revolución.
Los dones de la Revolución están a la vista
La Revolución Mexicana constituye una gran hazaña del pueblo y de sus guías visionarios. Ha reivindicado para la Nación las riquezas fundamentales del subsuelo y los energéticos, para afirmar nuestra independencia económica. A fin de investir al trabajo humano de la dignidad que por siglos le fue desconocida, lo ha rodeado de garantías y ha entregado la tierra a quien la trabaja. En el terreno de la cultura, ha creado nuevas formas que responden y expresan nuestra peculiar naturaleza y antecedentes históricos, Y cuyo contenido coincide con los más altos ideales del hombre. Su más grande conquista, sin embargo, consiste en haber estimulado en el mexicano su actividad constructiva y fortalecido en él su optimismo y su dignidad de vivir.
La Revolución no surgió bajo la influencia de otros movimientos semejantes. Fue realizada teniendo siempre a la vista necesidades específicamente mexicanas, en un siglo de profundas transformaciones sociales. Hoy, después de media centuria, podemos afirmar que la Revolución es la obra suprema del pueblo. Su originalidad se hace patente en el reconocimiento de las garantías sociales, sin vulnerar los inalienables derechos de la persona humana.
Bajo la vigencia de los principios revolucionarios, concebimos al Estado como promotor de la justicia social. Por consiguiente, su acción se orienta a favorecer a las clases populares y a procurar la elevación de sus niveles de vida mediante la mejor distribución de la riqueza, las normas tutelares del trabajo, la seguridad social y la enseñanza.
Quienes sostenemos con renovado vigor los ideales que han dado vida a las luchas populares, estamos decididos a llevar la Reforma Agraria -eje de la Revolución- hasta sus últimas consecuencias. Nuestra Reforma Agraria es un movimiento dinámico orientado a la mejoría de la tierra y del hombre; de la tierra, para hacer posible que su explotación rinda con abundancia sus frutos; del hombre, para llevar a quienes han hecho del campo el escenario de su vida, los factores que propicien el pleno desarrollo de su existencia. Por eso, en la Reforma Agraria está implícito el concepto más amplio de justicia social, en cuyo logro nuestra Revolución ha empeñado sus mejores esfuerzos.
La Revolución, fuerza dinámica y activa
Cuando la Revolución entró a su etapa creadora, demostró que la estabilidad política no tenía por qué pagarse al precio de la perpetuidad en el mando ejercido dictatorialmente. Merced a la conciencia cívica de los ciudadanos y a la justicia que va impartiendo la Revolución, el país vive un período de plena estabilidad dentro de la cual la transmisión pacífica del poder permite la continuidad de programas constructivos.
No podemos afirmar que la Revolución haya conquistado todas sus metas; consideramos que el logro de cada una de éstas representa un punto de partida hacia realizaciones superiores que la misma dinámica de la Revolución nos impone. Este aniversario es propicio para medir el camino recorrido y ejecutar balances que nos permitan percibir con claridad cuánto y cómo hemos cambiado y en qué medida ese cambio ha contribuido a robustecer nuestra propia identidad nacional. Sin ello, la celebración del Cincuentenario de la gesta redentora de 1910 estaría privada del sentido creador. En las páginas que siguen se encuentran los índices verdaderos del adelanto que México ha obtenido por la senda revolucionaria en su lucha contra la miseria, la ignorancia y la insalubridad; así como el cuadro de las necesidades no satisfechas y de los propósitos aún no alcanzados.
En el escenario de la historia contemporánea la Revolución ocupa un sitio de honor. Fue el primer movimiento popular de este siglo que propugnó la idea de justicia social como el único medio para forjar la verdadera prosperidad y grandeza de las naciones. Esta afortunada circunstancia nos coloca en la vanguardia de las luchas sociales. Los revolucionarios abrigamos la certeza de que en el mundo del futuro la humanidad se verá libre de injustas desigualdades y discriminaciones; de la miseria y de la guerra. Ya la construcción de esa era superior México habrá contribuido con su pensamiento y con el tenaz esfuerzo de sus hombres.
Fuente: Adolfo López Mateos. El Itinerario de la razón y la elocuencia. Instituto Mexiquense de Cultura. 1994.
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