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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1959 La reanudación de las relaciones entre México y Guatemala. Adolfo López Mateos.

Septiembre 15 de 1959.

 

Compatriotas:

El 23 de enero anterior informé a la ciudadanía de que, habiendo sido infructuosos los esfuerzos de México para llegar a una solución jurídica, pacífica y cordial en el incidente surgido con Guatemala, me veía en la necesidad de declarar rotas las relaciones diplomáticas de México con el gobierno de nuestro vecino del sur.

La decisión del Poder Ejecutivo de la Nación que mencioné fue resultado de serena meditación, porque en las páginas de nuestra historia y en la pureza de nuestras convicciones palpitan los numerosos antecedentes de fraternidad y comprensión que unen a los pueblos de México y Guatemala, y que deben perennemente servir -como lo dije en aquella ocasión- de elementos constructivos para un acercamiento cada vez más fecundo entre los dos países y ser un ejemplo de amistosa convivencia dentro de la gran familia de naciones americanas.

Ahora, como mexicano, como Jefe de Estado, me congratulo en informar a la nación que por consecuencia de comprensivos contactos realizados por conducto de los gobiernos de Brasil y de Chile, los de México y Guatemala han resuelto reanudar a partir de este momento, sus relaciones diplomáticas.

En declaraciones simultáneas los dos gobiernos hacen hoy del conocimiento público las bases del entendimiento a que han llegado. Bases que enaltecen y honran por igual a ambas repúblicas, las que dentro del más escrupuloso y recíproco respeto, deben inspirar sus relaciones en el propósito común de favorecer el bienestar y el progreso de sus pueblos.

Ya en las declaraciones de los gobiernos se apunta ese propósito de colaboración que tan grandes perspectivas ofrece a las dos naciones vecinas y de ello es. un signo alentador el que la reanudación de las relaciones diplomáticas se realice el día en que por una generosa coincidencia, nuestra patria tradicionalmente conmemora el Grito de Independencia dado por Hidalgo en Dolores y las repúblicas hermanas centroamericanas celebran su fiesta nacional.

Inmediatamente después de la ruptura de relaciones diplomáticas recibimos fraternales testimonios de que muchos gobiernos de este hemisferio compartían nuestro deseo de resolver el conflicto sobre bases compatibles de decoro y dignidad para ambos Estados. Sobre todo a dos de ellos -al de Brasil y al de Chile- deseo expresar públicamente nuestro reconocimiento por el delicado encargo de representar, respectivamente, los intereses de México en Guatemala y de Guatemala en México, que lo llevaron a cabo con un tacto que hace honor a sus Misiones Diplomáticas; fueron éstas también las que hicieron posible dentro de una abierta simpatía, llegar a una solución que constituye una victoria de la paz entre los pueblos y de la armonía entre las naciones.

He querido hacer este anuncio personalmente a la nación mexicana, primero, porque tuve el penoso deber de comunicar la interrupción de relaciones diplomáticas el 23 de enero pasado, y después, porque estoy seguro de que mexicanos y guatemaltecos recibirán con satisfacción la nueva de un entendimiento que, al resolver el conflicto pendiente en un alto plano de dignidad y decoro, abre las puertas a los nacionales de uno y otro país para contribuir con sus redoblados esfuerzos al fortalecimiento de los estrechos lazos de comprensión que los han unido siempre.

El primero de febrero anterior, el pueblo de México puso de manifiesto, en su más absoluta unidad solidaria con el gobierno, la convicción íntima del mexicano de procurar la amistad de los demás pueblos de la tierra, sobre la base del respeto a su decoro y dignidad nacionales, y con una actitud que mucho honra al pueblo de México, siguió las distintas etapas del conflicto con serenidad, firmeza y patriotismo.

Para terminar, me complazco en dirigir un cordial llamamiento a mis compatriotas, con la seguridad de que serenamente y con alteza de miras participen en aquella noble tarea, teniendo presente la necesidad de que por encima de las contingencias y de los quebrantos, se fortalezca la solidaridad continental y prevalezca e impere en el mundo la amistad de los pueblos.