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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1942 Discurso ante la manifestación obrera que desfiló en conmemoración del Día del Trabajo

Manuel Ávila Camacho. 1º de Mayo de 1942

En este día en que celebramos una de las más puras fiestas del hombre, la del Trabajo, deseo hacer pública la viva satisfacción que me causa el ver, por primera vez, a todas las centrales obreras del país representadas aquí, dentro de un espíritu de concordia que revela se han iniciado las horas de las avenencias y que las clase trabajadora, consciente de la magnitud de su participación en el progreso de la República, asume con dignidad las responsabilidades del presente y ofrece a la opinión nacional un elevado ejemplo de acción común. El Gobierno de la República otorga especial atención a evitar el encarecimiento indebido de las subsistencias. El aumento de precios que como efecto de la guerra se advierte en todas las naciones de América, puede observarse también en nuestro mercado interior y afecta principalmente a la gran masa trabajadora.

A las causas internacionales derivadas de la contienda se añaden factores internos de varias clases que en conjunto ocasional el encarecimiento. Todos los aspectos de esta grave cuestión son atendidos por las autoridades, mediante la adopción de una política congruente, de hechos eficaces, que va más allá de las simples medidas legislativas.

Hay dos circunstancias fundamentales con las que se pretenden justificar el alza de precios, aparte de las causas de carácter internacional: la primera es al mejoría de salarios lograda por el esfuerzo conjunto de las organizaciones obreras y del Gobierno, que hace cumplir las leyes protectoras del trabajador y realiza por su cuenta esfuerzos tales -como el aumento de diez por ciento a los sueldos ferrocarrileros-, que a no dudarlo las empresas privadas verán común un estímulo que las induzca a revisar sus propias tablas de salarios; la segunda circunstancia estriba en la precisión de conservar un nivel de precios para los productores agrícolas que ofrezca incentivos al agricultor y lo mantenga en condiciones de prosperar y de conceder a los asalariados del campo una remuneración aceptable...

El Gobierno está tomando y tomará todas las medidas necesarias contra el acaparamiento, la especulación y el encarecimiento. Y no consentirá que nadie se enriquezca con la miseria del pueblo.

El país espera que los trabajadores petroleros, comprendiendo el carácter nacional de las tareas que les incumben, se consagrará a ellas íntegramente, limitando a extremos notables sus demandas y teniendo en cuenta, en todo momento, la necesidad de que la Administración y los obreros cooperen indefectiblemente, para alcanzar los altos fines perseguidos por las medidas de exportación que el Gobierno del señor Presidente Cárdenas adoptó con tan noble energía y tan patriótica visión.

Sé que se hallan presentes en este acto numerosos trabajadores de la enseñanza, a los que dirijo también un espacio y les expreso mi simpatía. El maestro es por definición, el más natural de los libertadores. Su obra no se limita al presente, sino que abre horizontes al porvenir y eslabona a las generaciones de hoy con las generaciones más prósperas de mañana.

México tiene sed de conocimiento. El manantial destinado a apagar esa sed está entre las manos de nuestros educadores. Su primer deber, por consiguiente, es el de no enturbiarlo con agitaciones políticas que se hallan en desacuerdo con la majestad de la misión que les fue confiada: sacerdocio laico que no admite violencia ni intolerancia.

Lo que las nuevas generaciones esperan de los maestros no es tan sólo una instrucción especial, para fines prácticos e inmediatos, sino la creación de un sistema capaz de organizar adecuadamente la homogeneidad de nuestra cultura, constituyendo así, sobre bases firmes, la definitiva unidad nacional_ Yaya esta empresa, necesitarán despojarse de todo lo que no sea austeridad, abnegación, entusiasmo y devoción por la pureza de los principios que rigen su magisterio. Divididos por cuestiones de bandería o por intereses de grupo, o por táctica de personas,

perderán el prestigio que sus labores requieren urgentemente. En cambio, unidos por la causa de un México libre, auténtico y generoso, servirán mejor a la Patria y merecerán de ella estímulo y gratitud. Afortunadamente los primeros pasos para su unidad se han dado y el Gobierno confía en resultados positivos.

Igualmente saludo aquí a los representantes de las diversas organizaciones de los trabajadores al servicio del Estado.

La importancia de las actividades gubernamentales es en estos años más ostensible que nunca. Todos los problemas de la vida nacional e internacional suscitan actualmente un trámite nuevo, un procedimiento distinto, y exigen de los empleados públicos una iniciativa constante, una honradez acrisolada y un celo sin concesiones.

La seguridad que les han conferido las di posiciones del Estatuto Jurídico es una conquista que soy el primero en aplaudir y en reconocer. Pero tales disposiciones se verían lamentablemente desviadas de su propósito original, si los empleados quisieran considerarlas como un baluarte para la protección de la ineptitud o de la pereza. Ante los riesgos que nos circundan, es menester que los servidores del Estado sientan todo el valor del crédito moral que el pueblo les hace y correspondan a él con un máximo de laboriodad, ayudando lealmente al Gobierno a hace frente a las situaciones que se ve en el caso de resolver...

Gravitan sobre nosotros responsabilidades tan decisivas que no tenernos derecho para omitir el menor esfuerzo. Cuando se halla en peligro la perduración nacional, los intereses de clase deben coordinarse de tal manera que la unidad del conjunto se sobreponga, pues lo que saldrá aumentado o disminuido de esta crisis de la civilización no es un determinado sector de la población mexicana, sino México mesuro, México entero...

El obrero y el campesino han sido objeto del constante cuidado de las administraciones surgidas de nuestra Revolución. Al nuevo juramento del obrero y del campesino se han orientado, durante años, nuestros mas fervientes empeños y nuestras leyes más redentoras. Ahora, que el porvenir de la Patria incita a una exaltación general de nuestros esfuerzos, es natural que volvamos los ojos al obrero y al campesino y que esperemos de ellos, de todos ellos, un absoluto espíritu de colaboración y de solidaridad. Solidaridad en la fábrica y en el campo; acción en las sementeras y en los talleres; producción constante, tenaz, pródiga que nos permita afrontar las difíciles circunstancias en que el destino nos ha colocado. El Gobierno estará atento a sus esfuerzos, su tarea no será ímproba ni estéril, sino justipreciada y fecunda.

Dirigiéndome ahora al conjunto de los presentes, agregaré que en estos tiempos de prueba, todos nuestros días, todas nuestras horas, son propiedad intrínseca de la Patria. Cada ciudadano debe vivir con la convicción de que todas sus actividades físicas y espirituales acordes finquen un futuro de justa prosperidad y libertad.