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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

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ISBN 970-95193

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1940 Manifiesto a la Nación. Lázaro Cárdenas, presidente de la República.

Julio 6 de 1940

 

Manifiesto a la Nación

El señor Presidente de la República, a propósito de la campaña electoral, dirige a todos los mexicanos el manifiesto que en seguida publicamos:

A LA NACIÓN:

La presente justa electoral en la que los ciudadanos de las distintas tendencias políticas están tomando activa participación haciendo crítica o defensa del programa de la Revolución, de las autoridades y de las Instituciones, demuestra que el pueblo ha abandonado la indiferencia propia de las dictaduras, donde la opinión no se difunde, sino que se oculta para evitar posibles represalias. El amplio debate nacional que se ha desarrollado prueba igualmente la capacidad cívica del pueblo y permite que el Gobierno garantice la efectiva y pacífica expresión de la voluntad democrática. Y por esto, la lucha electoral que culminará con la participación de todos los sectores sociales, será la expresión directa y auténtica de la mayoría y decidirá la investidura legítima de los funcionarios que deben ser sucesores del régimen actual.

El Ejecutivo Federal ha reiterado en el curso de la campaña su posición desinteresada, obligando a sus colaboradores militantes a separarse de sus cargos y garantizando a los empleados de base la expresión de sus simpatías electorales. Se ha exhortado a las autoridades de los Estados a otorgar amplias garantías a todos los electores y candidatos; cuidando que se cumplan las disposiciones de la Ley Electoral de los desbordamientos de individuos o de grupos exaltados.

La campaña electoral ha servido para encauzar las aspiraciones nacionales porque los requerimientos del pueblo encuentran un camino legal para su realización, sin necesidad de recurrir a procedimientos subversivos, puesto que la voluntad de las mayorías no es reprimida, ni, desdeñada, sino que tiene a su servicio las instituciones que la misma revolución ha convertido en régimen de derecho.

La función electoral ya no es ahora un movimiento desesperado de reivindicación de tierras, de destrucción de privilegios culturales, de manumisión de asalariados, de libertad de pensamiento, sino un acto puramente democrático que servirá para consolidar el régimen institucional a que justamente aspira el pueblo mexicano.

En estas horas en que gran parte del mundo está entregada al culto de la violencia y se atacan los principios de libertad y las fórmulas democráticas, es preciso demostrar que en México no se necesita hacer uso dela fuerza, ni de la persecución, sino que bastará con que el pueblo compruebe que la unidad nacional está íntimamente arraigada en la conciencia de la mayoría de los ciudadanos, y que las instituciones tienen suficiente fuerza moral para hacer imperar el derecho y mantener la tranquilidad social.

Y una vez que hayan cumplido los ciudadanos fielmente con sus deberes cívicos y pasados los instantes álgidos de la lid electoral, debemos contribuir a acallar los antagonismos surgidos por las discrepancias de hombres y de programas y pensar que por encima de ellos, tenemos el deber de preocuparnos por el mayor bienestar de la comunidad, y que al amparo de los nobles principios de justicia social, mantengamos la solidaridad de todos los mexicanos para cumplir con disciplina, cohesión y dignidad, las obligaciones que la hora internacional nos imponga; y, con esta elevación de conducta, cualquiera que sean los escollos que se presenten, sabremos sortearlos con éxito, confiados en que todos los buenos mexicanos lucharán sin escatimar intereses, bienestar y sacrificios, por afirmar y mantener incólumes la unidad y la independencia de la Nación.

Lázaro Cárdenas, Presidente de la República. (Rúbrica).

 

Excélsior. Julio 6 de 1940.