San Antonio, Texas, noviembre 14 de 1940.
Sr. General de División
Juan Andreu Almazán Baltimore,
Maryland, USA
Muy estimado señor General y fino amigo:
Guiados por un espíritu de sincera amistad hacia usted, deseosos también de aportar nuestro modesto contingente en una hora excepcionalmente difícil para la causa común, y correspondiendo además a la amable invitación hecha por usted a sus amigos de ésta para que le expresen su opinión acerca de la situación creada por las declaraciones del gobierno de este país, reconociendo al de Ávila Camacho, cumplimos, por nuestra parte, con el deber de exponer a usted nuestros puntos de vista.
El reconocimiento anticipado del gobierno de Ávila Camacho, al que se ha agregado, ostentosamente, la nota aparatosa y teatral del envío como Embajador Extraordinario, de la más alta personalidad del gobierno estadounidense, como lo es, sin duda, después del Primer Magistrado, la del Vicepresidente Wallace, así como la concentración, ya perfectamente planteada, de una alianza militar, económica y política entre el gobierno de Roosevelt y el de Ávila Camacho; estos dos trascendentales acontecimientos -decimos- están indicando con toda evidencia que el gobierno norteamericano apoya desde ahora y seguirá apoyando, con todo su poder, al de Ávila Camacho, y que se opondrá, por lo mismo, a cualquier movimiento revolucionario en México que viniese a romper "la unidad de la defensa del continente", según la frase consagrada.
En consecuencia y en estas condiciones, el hecho de penetrar al territorio mexicano en son de guerra y con propósito de subvertir el orden de cosas establecido actualmente de hecho en nuestro país, constituiría el principio de una loca aventura que no podría tener más que cualquiera de estos dos desenlaces: o la consumación de una tragedia inútil, y por lo mismo criminal, con el consiguiente estéril sacrificio de vidas; o bien, el más ridículo de los fracasos, más temible aun que la tragedia misma.
De estas consideraciones lógicamente se deduce la necesidad inaplazable de que usted dirija un manifiesto al pueblo mexicano en que explique el por qué la actitud del gobierno norteamericano, visiblemente favorable a Ávila Camacho, lo pone a usted en la imposibilidad, material y moral, de emprender una aventura revolucionaria que, además de estar condenada a seguro fracaso, sentiría únicamente para suscitar gravísimas complicaciones de carácter internacional, que pondría quizá en peligro hasta la soberanía de México, dada la enorme trascendencia de los problemas que en relación con la defensa común del continente pesan sobre éste y los países que lo integran.
Esto, por otra parte, no sería sino la aplicación a la situación actual del criterio sustentado por usted, cuando indicó a todos los directores del PRUN en la junta celebrada en México, pocos días antes de las elecciones, que si bien usted estaba absolutamente dispuesto a enfrentarse con la dictadura de Cárdenas, de ninguna manera lo haría con el poder formidable de la nación norteamericana -el máximo poder militar y económico en el mundo, según juiciosamente agregó usted.
Después d cumplir con este deber de amistad, al externar a usted sin reserva alguna nuestro pensamiento, nos es grato repetirnos de usted con todo afecto, sus atentos amigos y seguros servidores.
Ramón P. de Negri.- (Rúbrica).- A. Díaz Soto y Gama (Rúbrica).- F. Paura (Rúbrica).
Fuente: Aguayo Quezada Sergio. La Transición en México. Una historia documental 1910- 2010. México. Fondo de Cultura Económica – Colegio de México. 725 pp.
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