Home Page Image
 

Edición-2020.png

Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

Este Sitio es un proyecto personal y no recibe ni ha recibido financiamiento público o privado.

 

 
 
 
 


1934 Máximas para los revolucionarios mexicanos. Vicente Lombardo Toledano.

Junio 7 de 1934

 

 

Máximas para los revolucionarios mexicanos

1.- Amarás la vida intensamente, no por lo que ella es, sino por lo que debe ser mañana.

2.- Vivirás siempre pobre. Sólo tomarás de los bienes materiales que te rodean la parte necesaria para satisfacer tus exigencias biológicas y para ensanchar tu cultura y para alimentar y educar a tus hijos; lo demás pertenece a los que tienen menos que tú.

3.- Al concluir tu jornada, por larga que haya sido, ten el remordimiento de no haber hecho por la causa a la que sirves, todo lo que deberías haber realizado.

4.- Nunca olvides que la moral que guía tus actos te coloque a ti en el último lugar de tus afanes.

5.- No pierdas ni un minuto de tu tiempo en cosas pueriles. Ni en las horas dedicadas al descanso puedes olvidarte de la grave responsabilidad que tienes contraída.

6.- Sé sobrio en todos los placeres. Los instintos son como los perros: se les puede educar para morder o para callar. El revolucionario debe vivir constantemente acuartelado en su interior, como los soldados listos para la acción inesperada.

7.- No veas nunca la vida a través de las personas con quienes tratas: son meros accidentes en tu camino. Juzga siempre a los hombres y los hechos sociales en relación con el proceso general de la historia.

8.- Que no entorpezcan tu labor ni la calumnia ni la intriga ni el desprecio de tus enemigos, y que no te envanezcan ni la lisonja ni el aplauso de los que parecen estimarte: tú no luchas por ti ni por los que te rodean; trabajas en realidad por gentes que no han nacido aún y que probablemente ignorarán quién fuiste.

9.- Si por circunstancias de la lucha ocupas puestos de responsabilidad, de cualquier índole que sean, trabaja en ellos con la pasión que se pone en las obras que duran toda la vida; pero vive siempre con la maleta al lado, para dejarlas en cualquier instante en que tu permanencia en ellos sea un obstáculo para tu convicción.

10.- No gastes tu energía ni la ajena en batallas estériles; pero cuando sea preciso actuar emplea toda tu fuerza en la obra hasta el fin, sin importarte las consecuencias personales que tus actos puedan producirte.

11.- El revolucionario es un hombre que vive anticipadamente el porvenir: acúsate a ti mismo de miopía o de egoísmo si no hallas en la misma lucha la compensación de tus privaciones y sufrimientos.

12.- Desprecia al burgués por convencimiento de la inutilidad de su vida, no por impotencia de no ser como él: hay muchos virtuosos que no han prevaricado por no haber tenido la oportunidad de hacerlo.

13.- Para propagar con éxito la visión de una nueva vida, antes necesitas vivirla en ti mismo. Sin la posesión anticipada de una nueva verdad, la prédica resulta moneda falsa que nadie toma.

14.- Habla siempre con claridad y con sencillez. Los discursos floridos sólo gustan a los afeminados; únicamente la verdad expuesta con lógica convence a los hombres.

15.- No confíes en el poder de que disfrutes en un momento dado; no se debe a ti, sino a un conjunto de factores que quizá no hayas advertido. No olvides que en el instante en que dejes de ser útil tendrás que desaparecer. Si te empeñas en conservar tu situación, perecerás arrastrado por los mismos que constituían tu apoyo más firme.

16.- El peor error en que puede incurrir un revolucionario, es el de creer que forzosamente durante su vida personal debe realizarse el ideal por el que lucha. No olvides que el hombre es sólo el acelerador del destino histórico, y que lo mismo cometes un delito contra tu causa regateando tu acción renovadora, que pretendiendo precipitar inútilmente los hechos que han de venir más tarde.

17.- Mientras no se cumpla tu ideal, vive en inconformidad perpetua y en acción apasionada y permanente.

18.- A lo más a que puede aspirar un revolucionario verdadero, es a que digan de él, cuando haya desaparecido: fue un hombre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Universal, 7 de junio de 1934.