Manuel Pérez Treviño, 31 de Octubre de 1932
Honorable Asamblea: Sólo voy a emitir unas cuantas palabras en pro del dictamen" vertido por la Comisión, ya que los argumentos fundamentales de este asunto han sido, por decirlo así, agotados en la Ponencia del Comité Ejecutivo y en los considerados de la proposición de la Comisión Dictaminadora ellas serán las que formen mi discurso.
Deseo hacer antes una explicación, con referencia precisamente a los motivos que tuvo el Comité Ejecutivo para incluir en los pinitos de la Ponencia el relativo a la ampliación del período de tiempo de Diputados y Senadores, y la elección de estos últimos en su totalidad, en vez del sistema actual de elección por mitad.
Primero deseo establecer que no es ajena la idea de consignar estos puntos en la Ponencia. al principio de No Reelección. pues se relacionan íntimamente con lo que vamos a discutir, porque es espíritu, no digamos del Partido Nacional Revolucionario, representado por sus Comités Ejecutivo y Directivo Nacionales. sino el de al opinión toda del sector revolucionario del país. es el que tiene interés profundo en definir clara y precisamente los términos en que debe inscribirse en el programa del Partido el principio de la No Reelección.
Nunca consideramos los miembros del Comité Ejecutivo que única y exclusivamente los puntos que a nosotros se nos ocurrieron serían los que vendrían a discutirse aquí. Hemos venido con amplitud de espíritu para que la Asamblea soberana discuta. Como lo considere pertinente. todo lo que se refiere a esta materia.
Dos puntos complementarios, podemos decir. forman parte del proyecto comprendido en la Ponencia del Partido, y son: La ampliación del período de Diputados y Senadores a tres y seis años, respectivamente. y la elección de la Cámara de Senadores en su totalidad y no por mitad. como ahora se verifica.
Ambos puntos tienen relación con el antirreleccionismo. que venimos aquí a discutir: el primero. porque subsana inconvenientes que se han señalado ya en diversas ocasiones a la No Reelección de los ciudadanos Diputados y Senadores. Se ha dicho que dos años de actuación en la Cámara de Diputados no es tiempo suficiente para que elementos políticos de extracción popular. como deben serlo, desconocedores de las prácticas parlamentarias, se enteren debidamente y puedan desarrollar una labor eficiente y benéfica para sus representados. Si esto fuere así. el Partido ha opinado que en un periodo de tres años desaparece en absoluto esa objeción. y es lapso suficiente para que los CC. Diputados justifiquen, con una labor consciente y activa, la elección que en ellos haya hecho la opinión mayoritaria de su Distrito.
Respecto al segundo punto. o sea la elección del Senado de la República por mitad y vamos a hablar con toda claridad, pero sin referirnos a personas porque estamos tratando un asunto de principio— debemos ir a la médula de la cuestión. El Senado de la República. al elegirse por mitad, deja siempre un número de Senadores que representan la Legislatura que termina y tienen una preponderancia absoluta en la calificación e ingreso de los compañeros que por mitad son electos para ir a completar esa Cámara. Y los intereses creados y las amistades acrecentadas a través de una larga actuación. y muchas otras consideraciones de interés puramente personal. hacen que haya una tendencia a violar el sufragio en favor de elementos que ya han contraído esas ligas de amistad y esos compromisos políticos con los que se quedan. Por este motivo sí tienen relación lo que se refiere a la duración de los períodos con el principio antirreeleccionista. y por eso inscribió ambos puntos el Comité Ejecutivo en el proyecto de programa que presentó para la discusión que estamos llevando a cabo en esos momentos.
El principio de la No Reelección. como lo dicen las exposiciones de la Ponencia y el dictamen de la Comisión, es un principio que ha venido sustentando el pueblo revolucionario de México desde épocas históricas muy lejanas. La generación revolucionaria de 20 ó 25 años acá, ha visto ese principio aunado con el de la efectividad del sufragio. El postulado de Madero, el Apóstol de nuestra Democracia, de Sufragio Efectivo y No Reelección, ha sido la fórmula que se ha grabado en nuestras conciencias de ciudadanos libres. Y se ha dicho que hay contradicción entre los dos términos de este postulado: la efectividad del sufragio y la no reelección. Porque si lo que interesa esencialmente es la efectividad del sufragio, si lo que interesa es que los hombres sean realmente representativos y no entren a las Cámaras por el chanchullo ni por el favoritismo, sino por la verdadera representación popular... ¿Por qué queremos evitar que en un hombre que guarde esas condiciones de la opinión pública, de respaldo de las mayorías, no pueda volver a ocupar, si ya la ocupó, una curul o un puesto de elección popular en el Gobierno? Es, a mi juicio, fundamental, que el principio esté por encima del derecho. La posibilidad de reelegirse es un derecho de ciudadano; la necesidad de renovarse es un principio de la Revolución. El derecho de los individuos, por debajo del derecho de las multitudes.
Venimos, pues, a quemar un derecho en aras de un principio. Un derecho indiscutible, un derecho de ciudadanos. Por encima de los derechos de los ciudadanos, repito, están los principios, que son el derecho de las multitudes.
Así, pues, esta Asamblea viene a dar forma completa y práctica a un principio que podemos decir ha existido arraigado, pero más o menos disperso, incoherente, en el ambiente revolucionario. Las ideas no tienen ningún valor mientras no se concretan, mientras no realizan una necesidad social o individual, mientras no se condensan en un pensamiento preciso o en una expresión estética definida. Y el principio de la No Reelección, llevado a términos concretos por esta Asamblea. va a ser un principio útil, va a ser la idea exacta, va a ser la idea hecha expresión práctica; el principio de la No Reelección tendrá, de hoy en adelante, una expresión clara y una garantía completa: la expresión que le dé esta Asamblea y la garantía de ser proclamado por el Partido Nacional Revolucionario.
El sentir de esta Asamblea, que vibra seguramente con mayor entusiasmo porque como una gran antena de radio recoge los pensamientos de todos los revolucionarios del País que tienen puesta su atención en los trabajos que nosotros realizamos aquí, tiene que aquilatar la verdad revolucionaria en relación con el principio de la No Reelección, y ese sentir saldrá de aquí en términos precisos, claros, sin que dé lugar jamás a diversas interpretaciones de cómo el Partido de la Revolución inscribió en su programa este postulado. Y repito: el Partido Nacional Revolucionario, representativo de todo el sector de opinión, que no sólo se limita a grupos reducidos de hombres ni a pequeños grupos directores ni a directivas de partido a la vieja usanza sin masas que los respaldaran, sino que cuenta en cada Entidad Federativa con todas las masas de campesinos, con todas las masas de trabajadores, que tienen confianza en sus hombres directores, y fe, sobre todo, en la bondad y en la virtud de sus principios, será la mejor garantía, y, puedo decir sin hipérbole, la única garantía de que el antirreeleccionismo se convertirá en el futuro en una positiva realidad.
Fueron agotadas todas las razones de fondo en la exposición del Comité Ejecutivo y en los considerándoos de la Comisión Dictaminadora; será largo, no sería propio ocupar extensamente la atención de esta Asamblea ante una cuestión que brota ya con gran entusiasmo de todos los corazones sinceramente revolucionarios.
No hay obra positiva, no hay obra meritoria si no está fundada en actos de sinceridad. La obra que estamos realizando será obra positiva, será obra meritoria, porque está fundada esencialmente en actos de sinceridad y de renunciación de derechos.
Así pues, compañeros, yo espero que como un solo hombre, sin ninguna excepción. nos pronunciemos, por aclamación si es preciso, en favor del dictamen que ahora se discute en lo general, que nos da ya los primeros barruntos de que saldremos de aquí habiendo cumplido con nuestro deber de ciudadanos, con la conciencia limpia y el pensamiento alto, porque hemos, repito, sacrificado o quemado un derecho en aras de un principio.
Discurso pronunciado el 31 de octubre de 1932 en la sesión de la Convención Nacional Extraordinaria celebrada en la ciudad de Aguascalientes.
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