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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

Este Sitio es un proyecto personal y no recibe ni ha recibido financiamiento público o privado.

 

 
 
 
 


1929 El presidente Portes Gil ante el Congreso. (Fragmentos)

Septiembre 1 de 1929

 

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SECRETARÍA DE GOBERNACIÓN

Cultos y Cuestión Religiosa:

En declaraciones que publicó la prensa americana en el mes de mayo, el señor Arzobispo del culto católico Romano, Leopoldo Ruiz y Flores, expresó los propósitos del Clero para reanudar el culto católico en la República, y como consecuencia de tales declaraciones el que habla manifestó que de parte del Gobierno no había inconveniente alguno en que la Iglesia Católica Romana procediera a dicha reanudación, siempre y cuando los sacerdotes de ese credo se sometieran a las leyes de la República vigentes en materia de cultos.

Hasta la fecha se han entregado a los sacerdotes católicos 858 templos en la República.

El resto permanece en poder de las Juntas Vecinales establecidas por la ley, salvo los que se han retirado del culto, de conformidad con el artículo 27, fracción II de la Constitución General de la República, para el establecimiento de diversos servicios públicos.

La Secretaría de Gobernación ha enviado distintas circulares a los Gobiernos de los Estados, tendientes al cumplimiento de las disposiciones constitucionales: artículos 24, 27 y 130, a las disposiciones reformatorias del Código Penal en materia de cultos, y a la Ley Reglamentaria del Artículo Constitucional anteriormente citado.

El avenimiento de los sacerdotes del culto católico a cumplir con las leyes de la materia y las declaraciones del Gobierno ya referidas, han traído como consecuencia la terminación de la revuelta que los fanáticos habían emprendido contra el Gobierno de la República, y casi se puede afirmar que en la actualidad no existe un solo rebelde por ese motivo en el país. Este resultado satisface plenamente al Ejecutivo de mi cargo y lo hace afirmar en su creencia de que en el arreglo de esta cuestión religiosa ha cumplido estrictamente con su deber.

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SECRETARÍA DE GUERRA Y MARINA

Me es grato rendir a continuación el informe respectivo, acerca de las funciones más importantes llevadas a cabo por la Secretaría de Guerra y Marina, durante el ejercicio de 1928-1929.

Este periodo ha comprendido una efectiva acción militar sobre los grupos rebeldes, enfrentados contra el Gobierno y sostenidos por los fanáticos que supieron explotar su ignorancia. La situación no revistió en sí el carácter de un problema militar, pues se había logrado reducir las actividades sediciosas confinándolas a las serranías; cuando a principios de marzo del presente año la asonada militar que brotara en Veracruz, Sonora, Chihuahua, Durango, y parte de Coahuila, vino a complicar la situación; pero no obstante que en el primer momento esta complicación revistió aspecto de serio problema, horas después en que se tuvo la certidumbre de que el estado de moralización del Ejército repudiaba el atentado, vino el convencimiento de que la causa de la legalidad se abriría paso en poco tiempo castigando severamente a los prevaricadores.

El general de división Plutarco Elías Calles, dando un ejemplo más de su patriotismo, asumió la dirección de las fuerzas leales y en una demostración de su pericia, secundado por el resto de los comandantes de las grandes y pequeñas unidades, con la cooperación de nuestros abnegados jefes, oficiales y soldados, pudo en unos cuantos días sofocar la rebelión.

El rotundo fracaso de los ambiciosos ha traído como consecuencia la convicción íntima de que el Ejército actual depurado ya, sabrá responder en lo futuro a la confianza que en él han depositado el Supremo Gobierno y el pueblo, y podemos estar seguros de que aquélla fue la última manifestación de caudillaje avieso.

El Ejército entero, después de haber limpiado sus armas y sacudido su equipo, se dedica a trabajar buscando su mejoramiento intelectual por medio del estudio y la práctica.

Podemos decir que fue benéfica la última asonada militar, pues nos dio oportunidad de echar fuera de la familia revolucionaria a los malos elementos; nos dio oportunidad de convencernos de que el Ejército es el digno guardián de las instituciones, y nos dio oportunidad de ver que buen, parte del pueblo está del lado del Gobierno, es decir, de la Revolución, y esa parte del pueblo se encontró debidamente representada por el elemento agrarista y las defensas rurales que contribuyeron de manera elogiosa al triunfo de las armas nacionales, al triunfo de la legalidad y repito que fue benéfica la oportunidad, pues ese grupo de ciudadanos armados .y esa concentración de elementos de línea nos puso en condiciones de intensificar la persecución de los rebeldes fanáticos, lográndose sobre ellos un triunfo definitivo que ha traído como consecuencia la pacificación completa del país.

Los ciudadanos armados regresaron ya a sus labores cuotidianas y el Ejército, como ya dije, se encuentra dedicado a sus trabajos de ilustración y adiestramiento.

La labor educativa de la Institución está basada a la fecha en un verdadero plan de enseñanza que se iniciará próximamente como sigue: escuelas de primeras letras para la tropa y escuelas de clases; el Colegio Militar asumirá el verdadero papel que le corresponde de escuela de formación de oficiales y para complementar la instrucción de todos los elementos, están por establecerse las escuelas de aplicación y de perfeccionamiento, figurando entre las últimas la Escuela Superior de Guerra, que será en la que, además de formarse los verdaderos técnicos de la milicia, recibirán nuestros representativos de grados superiores la parte de la enseñanza que necesitan para elevar su nivel intelectual.

Por lo que respecta a las condiciones materiales en que se encuentra el Ejército, tenemos que confesar que son deficientes, pues dada la precaria situación económica del país no ha sido posible hacer erogaciones de importancia para construir cuarteles y campos de concentración indispensables; pero no obstante, en medio de las economías impuestas por la necesidad, mucho hemos logrado.

Ya para terminar, me permito informar que están elaborándose las bases de organización y funcionamiento para la creación del Estado Mayor del Ejército y de la Inspección General del mismo, y podemos asegurar que con estos organismos de colaboración para el alto mando, el engrandecimiento de la Institución será un hecho, toda vez que contamos con el elemento fundamental sano como lo es el grupo de ciudadanos que integran el Ejército.

En cuanto al funcionamiento de las oficinas dependientes de esta Secretaría, con datos detallados sobre el particular, se acompaña una memoria glosada de todas las labores desarrolladas en el periodo de referencia.

Siendo lo expuesto una síntesis del trabajo realizado, aseguro que la finalidad puede quedar reducida al afán de demostrar con la acción, la participación que el Ejército toma para llevar adelante la obra revolucionaria que se ha impuesto el Gobierno de nuestra patria.

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AUTONOMÍA PARA LA UNIVERSIDAD NACIONAL

Creyendo que el conflicto estudiantil, iniciado en los comienzos del mes de mayo, obedecía no tanto a las razones fútiles y de poca importancia con que se inició, sino a causas más profundas relacionadas, por una parte, con el ansia de la Juventud para tener una injerencia más directa y determinante en los asuntos de su propia educación, y por otra, con la necesidad de reformas en la Universidad más trascendentales de las que se habían ya implantado y, por otra parte, deseando aprovechar la situación negativa creada por el conflicto estudiantil, para iniciar una reforma positiva, que a la vez que resolviese el conflicto cumpliese con uno de los ideales de la intelectualidad revolucionaria, solicité y obtuve facultades extraordinarias para expedir la Ley de la. Universidad Autónoma.

De acuerdo con la línea de conducta que el Ejecutivo se ha trazado en éstos casos, formulado el proyecto de ley, fue publicado invitándose a los interesados a hacerle observaciones.

Connotados miembros de la grey universitaria, profesores y alumnos y algunas agrupaciones particulares, presentaron observaciones y puntos de vista.

Aquilatadas las críticas y sugestiones, se formuló definitivamente la Ley de la Autonomía Universitaria, que fue publicada en el Diario Oficial el día 26 de julio.

Los considerandos de la Ley señalan los motivos que guiaron al Ejecutivo al formularla; y las razones que justifican sus diversas modalidades.

En términos generales, la Ley establece la autonomía de la Universidad sin más taxativa que la que la ética y la responsabilidad sociales puedan imponerle, comprometiéndose el Gobierno a la ministración dé una subvención anual tan amplia como las presentes necesidades de la Universidad demandan.

Para asegurar la armonía entre el Gobierno y la Universidad, y para garantizar el cumplimiento de ciertos compromisos fundamentales de la Universidad ante la Nación, el Ejecutivo Federal propone en terna al rector y queda investido con facultades de veto en casos determinados.

En la nueva Ley fue vigorizada la Universidad con la adición de algunos institutos de estudio e investigación con que el Ejecutivo estimó pertinente dotarla; pata asegurarle mayores facilidades en el cumplimiento de la alta finalidad qué persigue.

La autoridad suprema en la Universidad queda constituida por el Consejo Universitario, Cuerpo representativo de los diferentes grupos e intereses de la Universidad, en el que alumnos y profesores, tienen equilibrada representación.

Dentro de sus respectivas escuelas, por medio de las Academias de Profesores y Alumnos y luego en el Consejo Universitario, los estudiantes tienen una injerencia de significación.

Estas son a grandes rasgos las características que la Ley del 26 de julio del presente año imprime a la Universidad Nacional.

Los corolarios de libertades y atribuciones que el nuevo ordenamiento establece para dicha institución, son evidentes. con la Creación de la Universidad Autónoma ha quedado satisfecho un justo y viejo anhelo de los buenos universitarios y cumplido uno de los más grandes propósitos del Gobierno Revolucionario, el de crear instituciones funcionales responsables.

No desconoce el Ejecutivo de mi cargo la seria responsabilidad que echó sobre sus hombres al haber decretado la autonomía de la Universidad, pero estima que ha cumplido con un deber hacia el país y hacia la Universidad, la que queda ahora enteramente responsable ante la Nación del uso que pueda hacer de la libertad que se le ha concedido.

Deseo reiterar en esta ocasión de una manera enfática, que la autonomía universitaria pagada por la Nación se justificará solamente si los que la manejan saben patrióticamente identificarse al desenvolver su programa de acción universitaria con la fuerte y noble ideología de la Revolución Mexicana.

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DEPARTAMENTO DEL DISTRITO FEDERAL

Las funciones políticas y de gobierno en el Distrito Federal han sido ejercitadas desde el primero de enero de este año por el Ejecutivo de mi cargo, de acuerdo con lo prevenido en la Ley Orgánica del Distrito y Territorios Federales, expedida por el H. Congreso, y que entró en vigor desde la fecha que antes indiqué. Estas funciones estaban antes encomendadas a los Ayuntamientos y a la Dependencia del Ejecutivo que se llamó Gobierno del Distrito ; pero al transformarse el sistema, después de haber sido reformado en la fracción VI del artículo 73 constitucional, se inició el creado por dicha Ley Orgánica, desarrollándose por consiguiente, las atribuciones que antes correspondían a los Ayuntamientos y al Gobierno del Distrito, por el Departamento del Distrito Federal, dependiendo éste directamente del Ejecutivo Federal.

Los primeros trabajos del Departamento del Distrito Federal, debieron necesariamente encaminarse en el principio de su gestión, a fusionar los organismos desaparecidos, estudiando desde luego la mejor distribución de actividades, con tendencia a la especialización técnica de las distintas materias que habían de atenderse, a fin de conseguir, como resultado de una distribución correcta, la eficacia en la atención de los servicios públicos del Distrito.

A este efecto, se elaboraron proyectos primordiales por expertos en organización de oficinas y puede asegurarse que si por este momento el Departamento del Distrito Federal no ha llegado a la perfección, su funcionamiento va mejorando de una manera franca y evidente.

El problema de reorganización de esta dependencia tiene el doble aspecto originado en la dualidad fiscal y administrativa de las actividades que le son propias.

Siendo un organismo que debe recaudar directamente los impuestos que por ley le corresponden y distribuir el producto de los mismos en el mantenimiento de los servicios públicos cuya atención tiene encomendada, fue desde luego necesario hacer un estudio con el fin de formar el presupuesto de egresos, ajustándolo al cálculo de ingresos probables, adoptándose en su formación la práctica que en esta materia ha desarrollado en los últimos años la Secretaría de Hacienda.

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Ciudadanos Diputados y Senadores:

Juzgaría no haber cumplido satisfactoriamente con mi deber, si después de haber dado cuenta con las actividades de las distintas dependencias de la Administración, no diera también cuenta, para conocimiento de la Representación Nacional y del país entero, con las preocupaciones más íntimas a las que he debido hacer frente durante mi corta, gestión.

Tales preocupaciones se han derivado del deseo constante de cumplir con los compromisos contraídos, de desarrollar el programa esbozado, y de ponerme a la altura de la enorme responsabilidad que la investidura que ostento trae aparejada; y para señalarlas de un modo metódico, considero conveniente volver a las declaraciones que formulé el día que rendí mi protesta como presidente de la República.

En aquella ocasión aseguré que el Gobierno provisional no tomaría partido en la elección presidencial que ya se avecina, y que dejaría a los partidos políticos para que se disputaran el triunfo en el terreno de la lucha democrática; y puedo declarar con satisfacción que tal propósito ha venido cumpliéndose y que se cumplirá del modo más estricto hasta el día de la elección.

Mi mayor satisfacción a este respecto es la de que los mismos candidatos han reconocido mi apartamiento de la pugna electoral y no han siquiera señalado la participación de empleados federales de categoría inferior en ninguna de las actividades de carácter electoral.

Manifesté también que la moderación de los grupos políticos simplificaría mi tarea y ahorraría sacrificios a la Nación, y quiero aprovechar este momento para reiterar la misma súplica a los candidatos y partidos contendientes.

Ya en marzo, la falta de ecuanimidad y el afán imposicionista del grupo valenzuelista, desencadenaron una lucha que, afortunadamente no fue ni larga ni sangrienta, la proximidad de esa pugna estéril y criminal deberá servirnos para moderar nuestra contienda política, llevándola a un terreno de compostura y de decencia, que dignifique nuestras prácticas electorales y que haga menos escabrosa la posición de las autoridades federales.

Ofrecí igualmente prestar acatamiento a los preceptos constitucionales que garantizan nuestra reforma social, y puedo vanagloriarme de haber sido leal a mi promesa.

En materia agraria, en el mismo mes de diciembre elevé al conocimiento de las Cámaras un proyecto de ley que facilitaba la resolución de nuestro problema agrario, y tal proyecto,

discutido por las Cámaras y elevado a la categoría de ley, ha servido para desarrollar una intensa labor de dotación y restitución de tierras, que se ha completado con un programa general de educación y organización campesina.

En materia obrera, el proyecto de Código del Trabajo, que se principió a discutir con toda anticipación, se envía ya a las Cámaras y a éstas corresponderá refrendar el cumplimiento del deber que ya dejó satisfecho el Ejecutivo al formular su proyecto, y al enviarlo sin ninguna vacilación, afrontando los ataques y las críticas que fácilmente hubiera eludido con sólo abstenerse de laborar en la materia.

Prometí no usar del Poder para constreñir la libertad de expresión y afirmé que para definir mi prestigio y aun la misma respetabilidad de la Administración, confiaba íntegramente en el buen juicio de la masa consciente del país, y puedo igualmente proclamar que no he faltado a esta promesa.

La voluntad del Gobierno no se ha movido para detener la pluma o para moderar la fogosidad de quienes en cualquier forma me han atacado.

Las intemperancias del grupo valenzuelista no fueron siquiera contestadas, porque pensé que hacerlo habría significado tomar parte contra un grupo político al que por deber de funcionario debía dar toda clase de garantías.

Y también he permanecido inalterable cuando agitadores impreparados, que inútilmente tratan de ostentar una representación obrera que nadie les ha dado, aprovecharon una discusión de carácter doctrinario para alardear de valerosos, lanzándome ataques que resonaron en un local ofrecido por el Gobierno y que fueron lanzados a conciencia de que no se ejercerían represalias, ni se guardarían rencores, ni se cobrarían venganzas.

Ofrecí, finalmente, que escogería mis colaboradores de entre los hombres mejor preparados y que procuraría que ninguno de los altos funcionarios de la Federación ostentaran un boato que estuviera en disonancia con la situación económica del país y con el apostolado revolucionario que sustentamos, y espero que en la conciencia nacional viva la impresión de que tal ofrecimiento ha sido cumplido por mí en lo personal y también por mis colaboradores más íntimos.

El ofrecimiento relacionado con substituir los hombres leales a los hombres, por los hombres leales a los principios, considero también haberle dejado satisfecho de modo especial en la integración de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cuyos componentes, varios de ellos desconocidos para mí en lo personal, merecieron al ser designados la confianza de la Nación, y ya durante su actuación el aplauso y la confianza de todos los ciudadanos del país.

Y antes de terminar permitidme que, remontándome para recorrer el cielo anterior de nuestra Administración, recuerde por unos instantes los terribles días de luto nacional que transcurrieron a raíz de la muerte del Presidente electo general Álvaro Obregón, y la clarinada de esperanza que significó el mensaje presidencial del señor general Plutarco Elías Calles.

En aquella ocasión, sin saber quién ocuparía la Primera Magistratura de la Nación, y sintiendo hervir cerca de sí los gérmenes de la conjura que habría de estallar meses más tarde, el general Calles se elevó sobre las mezquindades de los egoísmos pasajeros, y con la fórmula: "país de instituciones y no país de hombres", presentó ante la faz de la Nación un programa que dignificaba nuestro medio politice que hacía florecer en nuevas conquistas el martirio desgraciadamente irreparable del general Obregón.

Abogó entonces el señor general Calles por la abolición del caudillaje, y por la necesidad de dar un paso definitivo que nos pasara de la categoría de pueblo y de gobierno de caudillos, a la condición pacífica y civilizada de pueblo de instituciones y de leyes.

Planteó el mismo Estadista la necesidad de eliminarse personalmente y de que sus sucesores, inspirados exclusivamente en conveniencias patrióticas, hicieran un apostolado de la tolerancia política y del respeto a la ley.

Tales declaraciones, que tuvieron toda la fuerza moral de un testamento político, y una fuerza real mucho mayor que la de cualquier testamento, porque fueron dictadas no por un despechado o por un valetudinario, sino por un hombre que estaba en la plenitud de sus facultades mentales y que había tenido a más la fortaleza de sobreponerse a las sugestiones de quienes le aconsejaban perpetuarse en el Poder, como único caudillo superviviente de nuestras tragedias intestinas, fueron recogidas por mí con la más íntima devoción, y quiero vivificarlas al contacto de la Representación Nacional para declarar que me sirven de guía y que me reconfortan en los momentos de prueba.

Necesito expresarlo así para poder desmentir de la manera más rotunda y definitiva las especies criminales que se han propalado, haciéndome aparecer como un ambicioso vulgar que después de haber llegado a la presidencia de la República en cumplimiento de un deber, trata de afianzarse en la Primera Magistratura de la Nación dando el más innoble ejemplo de deslealtad y de falta de patriotismo.

No trataría siquiera sobre tópico tan penoso, si en los últimos días no hubieran circulado al respecto las opiniones más descabelladas, y no haría tal, porque no tengo las proporciones de un caudillo que fuera capaz de arrastrar al Ejército o al pueblo en una aventura tan absurda como la que algunas imaginaciones calenturientas han fraguado, ni tampoco he recibido la más ligera insinuación que me permitiera creer en la posibilidad de que un sector honorable de opinión, por pequeño que éste fuera, aceptara de buen grado la prolongación de un mandato que habría de venir aparejado con la bancarrota de la ley.

Pero que conste de todas maneras, no para satisfacción mía, ya que esto habría de conseguirse de todos modos el 5 de febrero próximo, sino para desahogo de la Nación que quiere un estado social de tranquilidad que le permita trabajar y producir, que no hay la menor razón para sospechar que yo trate de iniciar, o de sugerir, o de prohijar ninguna maniobra que tienda a cambiar la fecha de las elecciones y a prolongar mi mandato, mandato que desempeñaré sin ninguna pretensión de marcar etapa, pero sí con la satisfacción de haber iniciado la etapa institucional que anunció el general Calles y por la cual estamos obligados a luchar todos los buenos ciudadanos, poniendo en la empresa todo el amor y todo el desinterés de que seamos capaces.

Y al retirarme de este recinto, purificados por el fervor dé un patriotismo que habrá de poner óleos de santidad sobre las llagas de nuestras imperfecciones, que nos ilumine a todos la magnitud de nuestra responsabilidad, y que nos dignifique la convicción de que somos no los amos, sino los servidores del país, ocasionales mantenedores de un poder que por esencia sólo pertenece al pueblo, y al decir pueblo quiero designar exclusivamente a la masa productora, a la mayoría desamparada que es también constructora del orden social que un programa generoso y revolucionario está tratando de reedificar sobre bases de respeto mutuo y de justicia social.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente:
Los presidentes de México ante la Nación: informes, manifiestos y documentos de 1821 a 1966. Editado por la XLVI Legislatura de la Cámara de Diputados. 5 tomos. México, Cámara de Diputados, 1966. Tomo 3. Informes y respuestas desde el 1 de abril de 1912 hasta el 1 de septiembre de 1934.