Home Page Image
 

Edición-2020.png

Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

Este Sitio es un proyecto personal y no recibe ni ha recibido financiamiento público o privado.

 
 
 
 


1927 El presidente Calles al abrir las sesiones ordinarias del Congreso.

Septiembre 1 de 1927

 

SECRETARÍA DE GOBERNACIÓN

-----

En materia de Gobernación la Secretaría del Ramo ha dictado todas las disposiciones de carácter general que ha creído conveniente para la conservación del orden y para cooperar con las demás secretarías de Estado al desarrollo y bienestar de la República.
El 18 de enero de este año se publicó en el Diario Oficial la Ley Reglamentaria del artículo 130 Constitucional, relativo al ejercicio de cultos religiosos.

Esta ley, expedida por este H. Congreso a iniciativa del Ejecutivo, no hizo más que confirmar y reglamentar los preceptos contenidos en el citado artículo 130.

Su publicación se ha hecho estrictamente por la Secretaría de Gobernación, y puede decirse que el conflicto religioso, ocasionado por la rebeldía del Clero, ha concluido prácticamente, pues todas las leyes, circulares y disposiciones sobre el ramo, se han cumplido no obstante la inútil resistencia del Clero Católico, la que no ha traído consigo más que una patente demostración de que el pueblo mexicano, indiferente a la suspensión del culto, ha dado su fallo en este caso condenando la conducta de los rebeldes a las instituciones de la República.

A medida que las Secretarías de Estado, los gobiernos y ayuntamientos de los Estados, han solicitado los edificios que poseía el Clero, estos edificios se han ido dedicando a servicios públicos, de conformidad con la parte relativa del artículo 27 de la Constitución.

A los sacerdotes y miembros de los cultos que han manifestado su voluntad de sujetarse a las leyes, se les ha permitido ejercer su ministerio.

En general, puede decirse que la agitación que con motivo de este asunto existía a fines del año pasado y principios del presente, ha cesado casi por completo, sin que esto signifique que el Gobierno deje de estar dispuesto a sofocar en cualquier momento algún movimiento de rebelión o de público desconocimiento de las leyes dictadas sobre esta materia.

-----
SECRETARÍA DE RELACIONES EXTERIORES

La vida internacional de México se ha señalado en los últimos meses por aspectos contradictorios, anunciadores, unos, de los más halagüeños frutos de nuestra bien cultivada amistad con algunas naciones y reveladores, otros, de amenazantes crisis producidas por la celosa defensa que de los grandes intereses nacionales y en consonancia con la evolución social del país, mantiene el Gobierno de la República.

Así, por ejemplo, los puros y nobles tradicionales lazos de familia que nos unen con las naciones latinoamericanas, no se han relajado ni por un instante, sino que, cada vez más comprensivos estos países de la analogía de sus mutuos problemas; más cercanos por la experiencia de sus propias necesidades; hermanados en la constante lucha de reafirmar los soberanos derechos de que son dueños como pueblos libres, adquieren cada día, con más firmeza, el sentimiento de la inteligencia cordial que debe unirlos en la grandeza y en la adversidad; y México, cuya personalidad internacional en el continente es como un fiel barómetro para la observación de problemas sociales, sostiene con inquebrantado esfuerzo este difícil y peligroso papel, y sin la base de potencialidades militares y financieras que lo hicieran aparecer confiado en tales fuerzas materiales, emplea únicamente las de su propio espíritu, alentadas en el inmanente derecho de las naciones soberanas y robustecidas en las ansias nacionales de democracia, de libertad y de justicia.

Consecuente con sus propias convicciones México ha rechazado, rechaza y tengo fe en que rechazará siempre, el empleo de la agresión para el buen mantenimiento de sus relaciones internacionales; pero no admite, al mismo tiempo, que para su conveniencia con otros países, se le fijen normas extrañas en desdoro de la dignidad nacional, ni con privilegio contra los intereses de la República; acepta, y aun desea, la cooperación de todos los extranjeros, pero en armonía con los mexicanos, que son los dueños indiscutibles de su país; otorga a los amigos y extraños la hospitalidad de la nación, pero sin preeminencias que no se conceden a los nacionales; acoge de buena fe el capital y el esfuerzo extranjeros, pero bajo la condición irrecusable de respetar y acatar las leyes que México se ha impuesto a sí mismo.

Tales concepciones del derecho, de la justicia y de la equidad, que son para nuestro país normas constantes de sus relaciones con los demás pueblos, susténtalas el Ejecutivo de mi cargo como irreprochables preceptos que fijan y conducen nuestros negocios internacionales; y si por desgracia, como sucede, salen con frecuencia al paso de tales principios obstáculos cuya fuerza material es difícil de afrontar a nuestro país, el Gobierno de la Nación continúa sorteándolos con ánimo sereno, con rectas intenciones y con patriótica resolución; de antemano convencido de que en tan ardua pugna está velando por el porvenir nacional y de que una vacilación puede hacer fracasar nobilísimos ideales que tantos esfuerzos dolorosos han costado a la Patria.

Y en consecuencia de tan claro programa de amistad con las naciones, México, con la Argentina y Cuba, elevan sus representaciones diplomáticas al rango de Embajadas; nuestros delegados van al Brasil a participar en la Conferencia Pan Americana de Jurisconsultos, de la cual, pocos días después, han de derivarse resoluciones de la más alta trascendencia para el Derecho Internacional en América; sostiene ante el caso Nicaragua, sus principios de dejar a cada pueblo otorgarse libremente el Gobierno reclamado por la voluntad del propio país y acoge con espíritu fraternal todas las acciones tendientes a fomentar entre las naciones de Centro y Sud América un entendimiento pacífico y cooperativo, de donde surja la más grande colaboración que los pueblos de este continente deben realizar con los demás del mundo.

Como signo irrecusable de su buena voluntad y de sus sentimientos equitativos, accede a prorrogar con los Estados Unidos de América, la Convención General de Reclamaciones entre ambos gobiernos, cuyo primer lapso terminó el 30 de agosto; como pocos meses antes y por iguales causas, negoció una prórroga semejante con el Gobierno de Francia; concluye con Bélgica la formación de un Tribunal Administrativo de Arbitraje; inicia los trabajos de la Convención concluida con España; concierta con la Gran Bretaña e Italia convenios de Reclamaciones; reanuda con Austria y Hungría relaciones diplomáticas directas; firma un Tratado de Amistad con la República Turca y se prepara a concurrir, por medio de una delegación adecuada, a la Sexta Conferencia Pan Americana que se reunirá en Cuba al principio del año entrante.

Fomenta, al mismo tiempo, las actividades de su servicio consular, abriendo nuevas oficinas en donde los intereses comerciales y migratorios de la República lo demandan; concurre a diversos congresos y conferencias internacionales en donde es necesario que México exponga sus puntos de vista y, en resumen, su actividad en el extranjero, cada vez más experimentada, ofrece todas las seguridades para anunciar a vuestra soberanía que la nación se encuentra nuevamente encaminada por los rumbos de la armonía y de la amistad internacionales.

No son los deseos del Ejecutivo, sin embargo, al formular la anterior declaración, dejarla sin terminar; agregando, como agrega sin eufemismos y con leal convicción, que las relaciones con los Estados Unidos de América, tan fundamentales en nuestra vida internacional, por obvias razones de vecindad y de grandes intereses comerciales, asumen, por desgracia, un carácter de indecisión, que frecuentemente se resuelve en desacuerdo y aun culmina en la polémica de los gobiernos, hasta llegar a registrarse actos que el Ejecutivo de mi cargo considera como deplorables, porque sobre lastimar los sentimientos nacionales que desean una constante y cordial amistad con aquel gran país, lesionan nuestro comercio y estorban nuestro pacífico desarrollo.

Las dificultades fundamentales con el Gobierno de los Estados Unidos radican especialmente, como es universalmente conocido, en la aplicación de las leyes derivadas del artículo 27 de la Constitución y aunque hasta ahora el desacuerdo de los funcionarios de Washington se refiere principalmente al aspecto general de los señalados Códigos, no se han presentado al Gobierno de México actos concretos que señalen con evidencia agresiones o repulsas al capital extranjero invertido en la industria petrolera, a cuyos dirigentes llegados al país sí ha sido posible exhibir actividades cuya rebeldía y desacato no es dable admitir a ningún país independiente.

En cuanto a la aplicación de las leyes agrarias, que también es motivo de reclamaciones del Gobierno de los Estados Unidos de América, la situación se torna a veces dificultosa por causas que tienen mucha semejanza con las anteriores y el Gobierno de mi cargo, que ha ofrecido ocuparse en los casos concretos que se le presenten, con equidad y justicia, espera resolverlos dentro de tales principios y manteniendo, simultáneamente, una de las más caras conquistas sociales que la nación mexicana ha podido alcanzar.

Confía, al propio tiempo, que un espíritu de buena voluntad y de cordial comprensión de nuestros problemas, venga a soplar sobre el agrio debate, todavía latente entre los dos países, para el final arreglo de tan trascendentales negocios.

La más amplia información sobre el complicado engranaje de las actividades internacionales de la República, podréis encontrarla en la extensa Memoria de Labores que este mismo día y en cumplimiento de un precepto constitucional presenta al H. Congreso de la Unión la Secretaría de Relaciones Exteriores.

 

 

Fuente:
Los presidentes de México ante la Nación : informes, manifiestos y documentos de 1821 a 1966. Editado por la XLVI Legislatura de la Cámara de Diputados. 5 tomos. México, Cámara de Diputados, 1966. Tomo 3.