Agosto 12 de 1927
SR. ÁLVARO OBREGÓN
PRESENTE.
Los suscritos estudiantes, de acuerdo con el sentir general de la clase estudiantil del Distrito Federal y de la gran mayoría de los estudiantes de la República, con todo respeto, pero con la mayor sinceridad exponemos lo siguiente: Que la juventud mexicana, como factor que es de renovación en la vida nacional, no puede permanecer ajena a los problemas trascendentales que se plantean hoy en la conciencia meditativa del pueblo de México, y que, por lo tanto, cree oportuno intervenir, dentro de sus posibilidades, en el logro de la mejor solución de esos problemas, siempre en armonía con el sentir de las demás clases sociales.
Antes de pasar al punto preciso que nos hace dirigirnos a Ud. debemos anticiparle que lo hacemos únicamente guiados por un sentimiento de elevado patriotismo y por un ideal sano, proclamando desde luego sin reserva la bondad y la trascendencia de la Revolución de 1910.
Sr. Gral.; ignoramos las causas por las que haya Ud, aceptado su candidatura para la Presidencia de la República, acaso la Historia lo sepa y ella sabrá perdonarle o condenarle, nosotros, en estos momentos difíciles de la Patria, exigimos a Ud.
CATEGÓRICAMENTE LA RENUNCIA DE SU CANDIDATURA,
y seguramente que con esta oportuna rectificación podrá Ud. seguir aparentando ante la opinión pública ser un verdadero paladín de la Revolución, de lo contrario, hasta los mismos muertos sabrán denunciar su pasado: vendrán los espectros de Gustavo Garmendia, Felipe Ángeles, Ángel Flores y Venustiano Carranza a decirle cual ha sido su verdadera actitud durante el periodo revolucionario, al menos desde 1913, que fue la fecha en que Ud, se inició con el grado de Teniente Coronel.
No queremos que Ud. se siga engañando, el pueblo mexicano, el verdadero pueblo, no es ese que ve Ud., que oye y que le rodea, y que no constituye sino un grupo ínfimo de mexicanos a quienes los políticos de profesión, personalmente interesados, dirigen para que le aplaudan, decimos, el verdadero pueblo no está ni estará con Ud. y con justa razón porque Ud. y sus partidarios jamás podrán invocar argumentos que justifiquen su actitud.
Las argumentaciones sofísticas que se nos presentan es que en otros pueblos, y aún siendo Repúblicas como la nuestra, admiten el continuismo en el poder; pero no se olvide Ud. Gral. Que nuestra situación política y social, es fundamentalmente distinta de las de otros pueblos; por otra parte, si hemos luchado durante quince años, si nuestros campos se ha cubierto de sangre en mil ocasiones, si hemos soportados la miseria por largos años, si nos hemos desprestigiado ante la faz del mundo por muestras continuas reyertas intestinas, ha sido precisamente para conquistar el principio de la
NO REELECCIÓN
Si Ud. quiere apoyarse en la fuerza de sus partidarios, debemos decirle que quienes le siguen, son los individuos más débiles, sin criterio y sin prestigio, que Ud. lo sabe, son políticos de profesión.
Le aseguramos a Ud. que mañana cuando se encuentre caído, ellos serán los primeros en traicionarle y darle la espalda como hoy pretenden hacer con la Revolución. Recorra las páginas de la Historia para que se convenza.
Si Ud. cree que es hombre indispensable ¿Acaso somos tan miserables e incapaces de que sólo podamos confiar nuestros destinos a un sólo hombre?, por otra parte, no crea Ud. que es el único que puede proteger nuestras clases desheredadas, principalmente los obreros y campesinos, esa misión es de todos nosotros, y por cierto una misión desinteresada, y no olvide que es un crimen muy grande, que la Historia le reprochará eternamente, el aprovechar a nuestras clases incultas e infelices para sus fines políticos. Las manifestaciones que le han hecho han sido compuestas precisamente de esos hombres que fueron engañados villanamente.
Si Ud. alega que tiene compromisos, principalmente con los Estados Unidos, esa no es razón; los compromisos que haya Ud. adquirido como primer mandatario, debió habérselos dado a conocer al mismo pueblo, para éste los aprobara o los rechazara. En fin, sus compromisos tarde o temprano tendrán que saberse.
EXIGIMOS PUES SU RENUNCIA, esperando así lo haga y satisfará el anhelo de la juventud y del pueblo mexicano; de lo contrario Ud. pasará a la Historia como uno de tantos traidores o como uno de tantos déspotas: Como Antonio López de Santa Anna o como una caricatura de Porfirio Díaz.
México, D. F., Agosto 12 de 1927.
Siguen firmas
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