Diciembre 8 de 1923
A la nación:
Después de nuestras luchas intestinas, en que el pueblo necesitó comprar al precio de su sangre, las libertades cívicas de que disfruta y las reformas sociales que han de servir de base a su tranquilidad y bienestar, después de consolidadas las nobles conquistas de la Revolución y convertida en leyes nuestra Carta Magna, cuando la nación entera había logrado conquistar su respetabilidad dentro y fuera de sus propias fronteras a base de cruentos sacrificios desarrollados por el poder público, sin contar con más apoyo que la inmensa fuerza moral que le han prestado la mayor parte de las clases sociales del país, con el concurso y apoyo de la eficiente y noble labor desarrollada por el Ejército nacional, para sostener su integridad y nuestras instituciones, y cuando se desarrollaba por el gobierno de la Unión el programa social avanzado, que sirvió de guía a los hombres todos que empuñamos el fusil en busca del mejoramiento colectivo, surge de nuevo el espectro pavoroso del motín encabezado por los generales del Ejército Guadalupe Sánchez y Enrique Estrada, con algunos de los jefes que estaban a su mando, sin tener para justificar su atentado ni siquiera un razonamiento que satisfaga la conciencia pública.
En las presentes condiciones, el Ejecutivo de la Unión, contando como cuenta con la lealtad y la disciplina del Ejercito nacional, y con la adhesión casi unánime de todas las clases laborantes de los campos y de las ciudades y de la inmensa mayoría de las clases populares y media, que son las que han derramado su sangre para defender nuestras instituciones, está seguro que muy pronto serán castigados los infidentes que cedieron a los halagos y al cohecho de la reacción, pretendiendo destruir, con sus espadas envilecidas, las sagradas conquistas de un pueblo que no está dispuesto a permitir que se le conculquen; y el propio Ejecutivo declara, con la entereza y sinceridad con que ha sabido afrontar todas las crisis pasadas, que procederá con el más alto decoro a defender las instituciones que nos rigen, sin omitir un sólo sacrificio, para que se salven de este nuevo atentado del Partido Conservador los principios que la Revolución supo conquistar.
A. Obregón.
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