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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1928 Manifiesto a la Nación en el que el general cristero Enrique Gorostieta informa que acepta el nombramiento de Jefe Militar del Movimiento Libertador otorgado por la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa.

Los Altos, Jalisco, a octubre 28 de 1928

 

1. Hace más de dos años que el pueblo mexicano, harto ya de la oprobiosa tiranía de Plutarco Elías Calles y sus secuaces, empuñó las armas para reconquistar las libertades que esos déspotas le han arrebatado, especialmente la religiosa y de conciencia. Durante ese largo periodo, los "Libertadores" se han cubierto de gloria y los tiranos no han logrado otra cosa que hundirse más en el cieno y la ignominia, al pretender ahogar en sangre los pujantes esfuerzos de un pueblo que los detesta y que está decidido a castigarlos.

Cierto es que no se ha obtenido la victoria final, pues son muchos los recursos materiales con que cuentan nuestros opresores, pero también es verdad que así se ha probado al mundo que el pueblo ha empuñado las armas contra sus tiranos, no movido por un transitorio sentimiento de ira y de venganza, sino impulsado y sostenido por altísimos ideales. Los "Libertadores" han derramado generosamente y sin medida su noble sangre; la juventud, la edad viril, la ancianidad y hasta la niñez y la mujer, han escrito brillantísimas páginas que inundarán de gloria a las generaciones que nos sucedan y el triunfo nuestro, en esta lucha sangrienta contra la bárbara disolución bolchevista, será el cauterio para las Américas y tal vez el principio de la curación universal.

Dolor tan intenso, valor tan grande, tan sublime heroísmo, serán inconmovibles bases en que se asienta la futura grandeza de la Patria y ante el magnífico espectáculo que México está ofreciendo al mundo, éste ha prorrumpido en exclamaciones de asombro y ha dado muestras ardientes de admiración, a pesar del silencio con que en la sombra las gloriosas hazañas, la abnegación, la fe, la perseverancia y el heroísmo de los luchadores.

2. Pasó a la historia el valeroso gesto de Serrano y de Gómez, quienes acompañados de un grupo de revolucionarios se enfrentaron a los déspotas en defensa de un ideal que ayer fue bandera y, a pesar de disponer de grandes recursos materiales, sucumbieron a los traidores golpes del puñal que en la sombra dirige el tirano, su antiguo amigo. Los "Libertadores" iniciaron su lucha antes que ellos, y su desventura, hija de pérfida traición, no acobardó a las fuerzas libertadoras y el enemigo ha sido impotente para doblegar su inquebrantable fe, no obstante su pobreza, a pesar de que se les ha negado todo recurso exterior, a pesar de que muchos que deberían estar con ellos les han negado, cobardemente, su ayuda y cooperación.

3. El Embajador de una nación poderosa que ha intentado resolver los problemas nacionales poniéndolos en armonía con los intereses de su Patria ha tenido que confesar, después de una labor perseverante de nueve meses, que es imposible resolver esos problemas, si antes no se resuelve el primero: el de nuestra libertad. Porque, entretanto, el erario estará exhausto por las continuas sangrías que le ocasiona una guerra que no puede terminar sino con la caída del Gobierno opresor.

4. La actitud admirable de los "Libertadores" es tanto más asombrosa cuanto que ha roto con las prácticas y los procedimientos que han seguido en México cuantos han requerido las armas para defender sus derechos contra la autoridad para satisfacer sus ambiciones.

Nuestros guerreros hasta ahora han carecido de Jefe Supremo, de un Caudillo; y no han exigido, para combatir contra los opresores de la Patria, la adopción de un plan: esto, en un país de incurable caudillaje y en donde los planes y los programas son el obligado señuelo para los pueblos. Es indudable que esas circunstancias han sido una de las causas que han retardado la victoria, pero también demuestran que los "Libertadores" combaten por un ideal firmísimo que inflama su corazón y los sostiene en esta larga lucha: todo su programa, todas sus aspiraciones, han quedado simbolizados en un grito santo que sintetiza la civilización y la libertad cristianas, y las bases fundamentales de la patria y de la nacionalidad: "¡Viva Cristo Rey!" y "¡Viva la Virgen de Guadalupe!"

5. Sin embargo, es menester declararlo: aunque haya faltado un jefe visible y aunque no se haya cristalizado un programa, las más altas aspiraciones que agitan intensamente el alma de la Patria, sus más nobles anhelos, sus sentimientos de dignidad ultrajados por los opresores, han hallado un órgano para encauzarse y organizarse; órgano creado por la viva necesidad sentida, y él se ha encargado hasta ahora, de un modo superior y casi invisible, de dirigir esos esfuerzos, de orientar esas aspiraciones, de hacerse cargo de todo el movimiento de resistencia contra los tiranos: la LIGA NACIONAL DEFENSORA DE LA LIBERTAD RELIGIOSA. Así ella, con todo derecho, se ha convertido en la genuina y legítima representación nacional.

6. EI desarrollo de los acontecimientos exige que se ponga ya remedio a las deficiencias apuntadas. Por eso, la misma Liga, respondiendo a las justificadísimas exigencias de los combatientes y de cuantos anhelan el derrumbamiento de los tiranos, y sujetándose con toda lealtad a las bases constitutivas de su existencia, ha resuelto que se dote al movimiento de defensa, tanto en el orden civil como en el militar, de jefes visibles que acaben de dar unidad a la acción libertadora, y que sepa el mundo de un modo concreto qué es lo que pretendemos, cual es nuestro programa y la forma de realizarlo.

7. Por esa causa, ha determinado nombrarme Jefe Militar del Movimiento Libertador y, en nombre de la nación, me ha investido de las facultades necesarias en Hacienda y Guerra para cumplir con la ardua misión que me ha encomendado. Ella responderá ante la nación, ante la historia y ante Dios, de por qué me ha designado a mí.

Soy militar, conozco y siento la alta misión que me corresponde desempeñar en estos esfuerzos que la Patria hace para recuperar sus libertades, y desde hace más de un año he abandonado todo, hasta lo que hay de más caro para el corazón del hombre, y no puedo retroceder ante la orden que me impone la representación nacional. Acepto, pues, resuelto el cargo que se me confiere y desde ahora contraigo el formal compromiso, amparado con mi juramento de soldado, de ponerme a las órdenes del Jefe Civil del Movimiento Libertador, en el acto que se haga la designación respectiva y acatar sus disposiciones y resoluciones.

8. El programa que adopta el Movimiento Libertador, de acuerdo con la Liga, y que responde en un todo a mis convicciones, puede concretarse en esta sola palabra: LIBERTAD. Libertad de conciencia y religiosa, libertad de enseñanza, libertad de asociación, libertad de trabajo, libertad de imprenta: ¡todas las libertades!

9. Para alcanzar ese fin, se han tenido en cuenta las consideraciones que a continuación expreso, a efecto de escoger los medios de que el Movimiento Libertador debe valerse. No es menester romper con el pasado, aunque en él haya mucho de malo y deplorable. Durante sesenta años, la Constitución de 1857 fue la norma jurídica de la nación, la que sirvió de base a las relaciones internacionales, y aunque en verdad no traduce el sentir real y efectivo del pueblo mexicano, es necesario fijar una base existente que sirva de punto de partida.

Es menester evitar a todo trance que nuestro movimiento se manche con los brutales atropellos y las infamias que caracterizaron el periodo preconstitucional: y como el convocar y celebrar un congreso constituyente traería consigo motivos de perturbación y de inseguridad, que deben evitarse al organismo nacional, y entre la vieja Constitución de 1857, pura y genuina, sin Leyes sectarias de Reforma, y los inauditos despropósitos de la de 1917, la elección no ha sido difícil.

10. Además, los acontecimientos actuales han proporcionado el medio de suprimir las asperezas que la vieja Constitución contenía. El pueblo mexicano, por medio de dos millones de firmas, ha manifestado de un modo indudable su voluntad en un plebiscito nacional. Este plebiscito fue emitido en momentos en que el alma de la Patria podría revelarse de la mejor manera, porque no se trataba de plegarse a la voluntad del tirano, sino de enfrentarse con él. El número considerable de firmas, el corto tiempo en que se recogieron y los obstáculos, muchas veces vencidos heroicamente, que los opresores y sus secuaces opusieron para que el pueblo aclamase por ese medio su libertad, son razones concluyentes para reconocer y declarar que, desde luego, deben tenerse por incorporadas en la Constitución las reformas pedidas el día 16 de septiembre de 1926 por los ilustrísimos prelados mexicanos, y las ampliaciones contenidas en el "Memorial de los católicos" presentado a las Cámaras el día 3 de septiembre de 1928. He ahí un caso en que debe aplicarse el precepto contenido en el artículo 39 constitucional, porque la soberanía del pueblo no sólo debe ejercitarse para determinar la forma de gobierno, sino las bases que norman el pacto fundamental. El pueblo entonces ejercitó su soberanía y expresó clara y terminantemente su firme voluntad.

11. Pero si la voluntad de la nación se ha expresado ya una vez, debe conservarse expedita la vía para manifestarse. Si las leyes se dan por la sociedad y para la sociedad, la sociedad puede manifestar su voluntad soberana, no sólo por medio de sus representantes, que muchas veces son infieles o malos interpretes, sino directamente, por medio del " referéndum" y del "plebiscito”. Por eso,  desde ahora, se reconocerá que la Constitución podrá ser reformada no sólo por el procedimiento único que ella señala en el penúltimo de sus artículos, sino por votación directa, por medio del "plebiscito" y del "referéndum".

12. Si es cierto que no debemos romper con el pasado, también es cierto que debemos tener clara conciencia de las necesidades actuales y de la evolución que los pueblos van poniendo en el sentido de elevar a las clases populares. Esa tendencia, esas aspiraciones, deben ser reconocidas y son aceptadas por los "Libertadores" sin temor. Todavía más, ellos que no son otra cosa que el pueblo mismo, verdaderos representantes de la clase humilde por ser salidos de ella y por ser ella la que los sostiene y los alienta en esta epopeya contra la barbarie, para cumplir hasta con un deber de mera gratitud, declaran: QUE EXIGIRÁN CATEGÓRICAMENTE Y TENDRAN COMO VÁLIDAS cuantas disposiciones se hayan dado por gobiernos revolucionarios o no revolucionarios en favor de las clases populares, sin más límite que el que impongan en cada caso el derecho natural y la justicia.

Refiriéndonos al llamado problema agrario, declaramos: que habiendo la revolución creado ciertos intereses más o menos ilegítimos, cuyo desconocimiento lastimaría el bien público en grado sumo, nuestra autoridad tomará medidas conducentes a lograr un convenio equitativo entre expropiados y despojadores y sentará las bases para que aquellos reciban la justa indemnización; y éstos, títulos de origen sin tilde o lacra.

13. Cuando las naciones pasan por los duros y gloriosos trances por que va atravesando nuestra Patria, toman resoluciones radicales en su vivo anhelo de salvarse. Con todo valor debemos ver el porvenir, no sólo para aceptar con los brazos abiertos las reformas sociales en el mundo del trabajo, sino también para aceptar entusiasmados la colaboración que la mujer debe prestar en los trabajos de redención patria. Ella ha sido, sí, y hay que declararlo con legítimo orgullo, la que en gran parte ha despertado la conciencia nacional: la que ha llevado a los hombres, en estos días de prueba, a la cúspide del heroísmo; la que, con una perseverancia y un valor sin igual, ejecuta a diario, en forma admirable, actos heroicos que permanecen ocultos, pero que algún día serán inmortalizados por las artes en sus más elevadas manifestaciones. La mujer mexicana, la bendita guardiana de la santidad del hogar y de las patrias tradiciones, no podía permanecer indiferente en esta lucha. Y si ha sido el agente poderoso y decisivo en los momentos de defensa, tiene todo derecho para continuar desarrollando, vigorosa y resuelta, su acción salvadora, en la hora de la reconstrucción nacional. Mentira que sólo los hombres estamos interesados en resguardar las instituciones fundamentales; que seamos los únicos destinados a ello: para defender la santidad del hogar, nada tan grande y formidable como el corazón y las virtudes de una esposa y de una madre mexicanas. Por eso, siguiendo las modernas tendencias democráticas, es de justicia que la mujer pueda emitir su voto cuando se trate de decidir los puntos fundamentales de la vida de la nación y de la libertad; cuando el pueblo, en ejercicio de su soberanía, manifieste su voluntad en los "referéndum" y en los "plebiscitos".

14. Como se ve, estas bases sólo pueden desagradar y despertar aversión entre los opresores y los que por interés o por vileza de alma aman la tiranía. Es bien sabido que los tiranos y sus amigos del exterior quieren hacernos aparecer, a los que luchamos con las armas en la mano, como promoviendo una anacrónica guerra de religión. Mentira: luchamos por todas las libertades, por la dignidad humana ultrajada y por la civilización. Que no se asombren ni se escandalicen los defensores de los tiranos: los anacrónicos, los retrógrados, los fanáticos, los que quieren hacer retroceder a México hasta los tiempos de Huitzilopochtli, son ellos, los que odian la libertad y la civilización cristianas.

15. Supuesto lo dicho se declara:

I. Nombrado por la genuina representación nacional, asumo el cargo de Jefe Militar del Movimiento Libertador.

II. El Movimiento Libertador, tanto en el orden civil como en el militar, queda sujeto, desde luego a las siguientes bases:

III. Se confirma el desconocimiento que los "Libertadores" han hecho de todos los poderes usurpadores, así de la Federación como de los Estados.

IV. Se decreta el restablecimiento de la Constitución de 1857 SIN LAS LEYES DE REFORMA; pero desde luego quedan incorporadas a sus preceptos y por tanto reformados los artículos correspondientes, las modificaciones que exigió el plebiscito nacional efectuado en 1926, respaldando el ocurso formulado por los ilustrísimos prelados mexicanos, con fecha 6 de septiembre del mismo año, y las ampliaciones contenidas en el "Memorial de los católicos" presentado a las Cámaras el día 3 de septiembre de 1928.

V. La Constitución podrá ser reformada por el procedimiento establecido en el artículo 127 de la misma y por "plebiscito" y "referéndum", para que todos los ciudadanos, armados o no, puedan manifestar sus deseos y así el pueblo mexicano tenga, por fin, una Constitución verdaderamente suya, nacida de sus anhelos y tradiciones, y que corresponda a las necesidades populares.

VI. En los casos en que se haga uso del "plebiscito" o "referéndum", la mujer mayor de edad tendrá obligación de votar.

VII. Se tendrán como validas cuantas disposiciones hayan sido expedidas hasta la fecha, que tengan por objeto reconocer el derecho de los hombres de trabajo para sindicalizarse, hacer valer sus derechos, defenderlos y mejorar su condición, siempre que sean justas. La aplicación de dichas disposiciones será efectiva para aquellos en favor de quienes se expidieron y no en beneficio de favoritos.

VIII. En materia de dotaciones ejidales, el Gobierno Libertador establecerá comisiones que arreglen convenios entre los ejidatarios y los propietarios y adoptará procedimientos adecuados para que la indemnización que se deba pagar a éstos sea efectiva y justa. Además, se continuará, donde sea necesario y útil para el bien común, la distribución de propiedades rurales pero en forma justa y equitativa y previa indemnización; de este modo se procurará hacer la propiedad asequible al mayor número.

IX. Nuestras fuerzas libertadoras se constituyen en "Guardia nacional", nombre que usarán oficialmente en lo sucesivo, y el lema de la "Guardia Nacional" será "Dios, Patria y Libertad".

X. El Jefe Civil del Movimiento Libertador será nombrado por el Comité Directivo de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa, previa consulta de sentir de la Guardia Nacional, y, entretanto, el Jefe Militar reconocerá como Autoridad Suprema a la persona que sea nombrada de común acuerdo entre el Comité Directivo y el Jefe Militar.

XI. EI efe Militar tendrá todas las facultades que sean necesarias en los ramos de Hacienda y Guerra.

XII. Este plan no podrá ser modificado, sino de común acuerdo entre el Comité Directivo de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa y el Jefe Militar.

XIII. Una vez nombrado por el Comité Directivo de la Liga nacional Defensora de la Libertad Religiosa el Jefe Civil, el Militar conservará las facultades que le corresponden y reconocerá en aquel la Autoridad Suprema del Movimiento Libertador.

XIV. Al tomar la Capital de la República y restablecerse el orden en la nación, se procederá a la reconstrucción política de la misma, conforme a los preceptos de la Constitución de 1857.

Mexicanos: El movimiento libertador se ha conquistado la entusiasta admiración del mundo entero, y han sido vanos los esfuerzos del tirano para ocultar la verdad.

Mexicanos: Los "Libertadores" desnudos y hambrientos, casi sin armas y sin organización, obtienen victoria tras victoria sobre el Ejército del déspota pletórico de elementos de guerra. ¿Qué significa esto? Qué ¿acaso somos otro pueblo o mejores soldados? No. Es que las causas justas traen, de inmediato o a la postre, aparejado el triunfo. La guerra de Independencia, después de once años de terrible lucha, dio por fruto la enseña de las tres garantías. La simiente de La Piedad y Bayacora fructificará mañana en nuestro triunfo. La fecunda sangre de nuestros mártires, el valor, la abnegación de que han dado pruebas nuestros soldados, son seguro presagio de la victoria; no desmayéis en el sostenimiento de la santa lucha; no os canséis de prestarnos la generosa ayuda que venís impartiéndonos.

Revolucionarios de verdad: campeones de un principio, defensores de un ideal, que desafiasteis las iras del déspota y que sufrís persecución y exilio; venid, venid a nuestras filas, que nuestra bandera es la vuestra; la bandera de México. Queremos que ella a todos nos cobije, que nadie quede fuera.
Compañeros del antiguo Ejército, camaradas de Chapultepec: La Nación os contempla y muy pronto dictará su fallo justiciero. Aun es tiempo de hacer olvidar una claudicación que entrega a la sociedad, inerme, en manos criminales; la tropa está lista y formada; soldados mejores que ayer van a entrar en combate; de hecho ya están combatiendo. Con tales soldados, la victoria es muy fácil si contamos con quien los dirija. La Nación os lo premie. Si van solos, triunfarán, ¡vive Dios! Pero arroyos de sangre costará la victoria. La Historia os lo demande.

Y vosotros, compañeros de lucha ¡Compañeros de derrotas! ¡Compañeros de sufrimientos! ¡Vencedores de Troneras y San Julián, de Jalpa, Manzanillo y Asís! Con mi nuevo carácter, nada nuevo tengo que deciros. Seguiré con vosotros como antes; como antes, sufriré con vosotros el hambre y la sed. Como siempre pelearé a vuestro lado. Como siempre exigiré lealtad y obediencia, valor y abnegación. Como antes os ofrezco, llegar hasta el fin y como antes, por único premio: la satisfacción de la dignidad propia y la de haber cumplido con el deber; ánimo, la victoria está cerca y ahora más que antes, esto sí; os exhorto a que a todos los vientos y a toda hora sólo se oiga nuestro grito de guerra: ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Muera el mal Gobierno!

Dios, Patria y Libertad

Los Altos, Jalisco, a 28 de octubre de 1928, Fiesta de Cristo Rey.

 

E. GOROSTIETA, JR.

 

Fuente: Fuentes para la Historia de la Revolución Mexicana. I Planes Políticos y otros documentos. México. Fondo de Cultura Económica. 1974. 353 pp.