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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1915 Manifiesto del presidente convencionista Eulalio Gutiérrez.

Enero 13 de 1915

Mexicanos:

La Revolución constitucionalista creyó consumado su triunfo cuando el señor general Álvaro Obregón ocupó la ciudad de México, después de que el usurpador Huerta huyó del país. Sin embargo, pronto se vio que aquel triunfo meramente militar no era el término de la lucha social. Todas las dificultades que han venido después, surgieron principalmente a causa de que el jefe de la Revolución, señor don Venustiano Carranza, se obstinó en no condensar en su programa definitivo las aspiraciones nacionales; se negó a precisar el tiempo que debía durar su primera jefatura y la fecha en que debían celebrarse las elecciones, y se negó igualmente, a dar garantías y libertades para que se reuniera en la capital de la República una Convención verdaderamente nacional que se ocupase en deliberar sobre todos los problemas de urgente resolución para la República.

Ante estas circunstancias, contra las cuales protestaban en silencio algunos jefes y expresamente toda la División del Norte, que era la que más se había distinguido durante la campaña, y ante la amenaza de una rebelión de los valiosos elementos que la integraban, contra la autoridad del señor Carranza, un grupo de jefes, animados del deseo de restablecer la concordia, provocó la Convención de Aguascalientes, la cual celebró sus sesiones en territorio neutral y con la asistencia de representantes de la absoluta mayoría los elementos armados del país. Una de las principales tareas que se impuso la asamblea soberana, fue la formación del gobierno de la República.

El país, en aquellos momentos, estaba dividido en tres grandes zonas militares: la del noroeste, la del norte y la del noreste. Esta última apoyaba al señor Carranza y la del norte exigía su separación. La Convención consideró que era de interés para el país que no estuvieran al mando de un solo hombre grandes núcleos de fuerzas, y resolvió que era necesario, para garantizar nuestras instituciones, para asegurar el cumplimiento de los fines de la Revolución y para evitar que de nuevo se entronizase un caudillo militar, proceder a la inmediata desintegración de los cuerpos de ejército, y con ese objeto, se acordó que debían cesar en el mando los señores generales Francisco Villa, Álvaro Obregón y Pablo González, pasando todas sus fuerzas respectivas a depender de la Secretaría de Guerra. Al mismo tiempo se resolvió que don Venustiano Carranza, cesara como Primer Jefe del Ejército y encargado del poder ejecutivo de la nación; se determinó también que oportunamente, y cuando el general Zapata se sometiese a la Convención, se le exigiría que abandonase el mando de sus fuerzas.

El país entero acogió estas medidas con beneplácito, esperando que ellas lo salvarían del caudillaje militar que ha venido padeciendo durante casi toda su penosa historia.

La Convención de Aguascalientes procedió en seguida a elegir Presidente Interino de la República y por mayoría de votos fui honrado con esta designación.
Desgraciadamente, a raíz de mi elección, numerosos jefes, a causa de su adhesión personal al señor Carranza, comenzaron a manifestar su desacuerdo sobre las decisiones de la Convención. Abandonaron la ciudad de Aguascalientes y muchos llegaron a desconocer abiertamente a la Convención y al nuevo gobierno que de ella había emanado.

En vista de la situación militar creada por la división de tan buenos elementos, la cual aprovechó el señor Carranza para seguirse titulando Jefe Encargado del Poder Ejecutivo, y obligado como estaba yo a hacer respetar los acuerdos de la Convención, decidí nombrar al general Francisco Villa que por acuerdo de la misma asamblea acababa de dejar el mando de la División del Norte, jefe de las fuerzas que apoyaron a la Convención...

La Revolución ha caminado tan dificultosamente en los últimos meses y ha realizado tan poco, a causa de su división en facciones, que ha degenerado en el personalismo. Son malos revolucionarios los que siguen a Zapata, los que siguen a Villa y los que siguen a Carranza, como lo es todo aquel que lucha por personas y no por principios, y es necesario que todos los buenos mexicanos, en estos momentos que son de grave crisis para la nación, se unan por fin en la defensa de los principios.

He vacilado antes de tomar esta resolución, que quizá sea de consecuencias graves y que tal vez nos lleve a mayor derramamiento de sangre, porque tienen a su lado fuerza material los que no han sabido respetar el gobierno que con el concurso de ellos mismos se formara. Pensaba también en que algunos elementos carrancistas obstinados en sostener a un hombre se aprovecharían de la escisión en el partido de la legalidad para sostener la guerra que nos han declarado. Pero al fin, de acuerdo con las personas que integran mi gabinete y sentir de algunos patriotas honrados a quienes también he consultado, me resuelvo a tomar un camino que puede no ser el del triunfo, pero si el de la honradez y, pidiendo a todos los mexicanos que cumplan con su deber, apoyándonos en esta decisión del gobierno nacional, he tenido a bien acordar lo siguiente:

I.-Cesa en el mando de la División del Norte y de todas las demás fuerzas que hayan estado bajo sus órdenes, el ciudadano general Francisco Villa.

II.-Cesa igualmente el general Emiliano Zapata en el mando de las fuerzas que están bajo sus órdenes y que sean leales a la Convención.

III.-EI gobierno seguirá exigiendo el retiro absoluto del señor Carranza y aceptará el concurso de los jefes militares que hasta hoy le han secundado si desisten de seguirlo sosteniendo.

IV.-Se hace saber a todos los jefes militares y a todos los elementos armados del país, leales al gobierno creado por la Convención de Aguascalientes, que sólo deberán cumplir las órdenes que emanen directa o indirectamente de la Secretaría de Guerra.

V.-Desde luego saldrán comisiones que comuniquen estos acuerdos a las fuerzas que no han querido reconocer a mi gobierno porque exigían el retiro del señor general Francisco Villa, con el objeto de pedirles su concurso, si fuere necesario, para que sean cumplidos.

Constitución y Reformas.

Dado en el Palacio Nacional en la ciudad de México, capital de la República a los 13 días del mes de enero de 1915.

Eulalio Gutiérrez, Presidente Provisional de la República. Gral. Lucio Blanco.-Gral. José I. Robles.-Lic. Manuel Rivas.- Lic. Miguel Alessio Robles.- Gral. Mateo Almanza.- Lic. José Vasconcelos.- Gral. Eugenio Aguirre Benavides.-Gral. Daniel Cerecedo.- Corl. Carlos Domínguez.