[Periódico El Dictamen, 20 de agosto de 1915.]
UNA MEDIACIÓN ACEPTADA JUSTIFICA LA INTERVENCIÓN SUBSECUENTE
EL LIC. RAFAEL ZUBARAN CAPMANY HACE IMPORTANTES DECLARACIONES A "EL DICTAMEN". VERACRUZ, VER.
Entrevistamos ayer al Lic. Rafael Zubaran Capmany en el despacho que tiene establecido en esta ciudad, pidiéndole su opinión respecto a la ingerencia que en la política de nuestro país han tomado, a instigaciones del señor secretario de Estado de los Estados Unidos, seis repúblicas latinoamericanas.
-He meditado con toda calma sobre el asunto -nos respondió-, llegando a formarme un criterio.
-¿Podría usted expresar este criterio a El Dictamen, manifestando sin reservas la opinión que tenga sobre la acción ejercitada por Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Bolivia y Guatemala, a instancias del señor secretario de Estado, Mr. Lansing?
-Sin duda alguna. Esa acción no es censurable en sí misma; ella está autorizada, si no por los principios, al menos por la práctica internacional. El pueblo hubiera podido esperar tranquilo el desarrollo de los acontecimientos, confiado en que el ofrecimiento de mediación de nuestros asuntos interiores sería indefectiblemente rechazado por el ciudadano que rige los destinos de la nación. Para abrigar esta confianza bastaba saber que una mediación aceptada, justifica la intervención subsecuente y el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, fiel intérprete del derecho y de los sentimientos de independencia del pueblo mexicano, declinaría la mediación que hoy se ofrece, como declinó la propuesta por el ABC con motivo del conflicto surgido por la ocupación de este puerto por fuerzas americanas, mediación que quiso hacerse extensiva a nuestros asuntos interiores.
El Primer Jefe aceptó la mediación en el conflicto internacional (ocupación de Veracruz), manifestando su reconocimiento a los gobiernos de las repúblicas hermanas Argentina, Brasil y Chile, pero declinó invariablemente tratar en esa mediación el conflicto interior (la guerra civil sostenida entonces con Huerta y después con Carvajal). La conducta del Gobierno constitucionalista está plenamente justificada. Obrar de otro modo hubiera sido reconocer poder de policía (1) y de jurisdicción en nuestro propio territorio a los gobiernos mediadores y esto sería atentar contra la propia soberanía de México.
El Departamento de Estado de los Estados Unidos, con Mr. Seward al frente, no procedió de distinta manera cuando la guerra civil desgarraba a su país del 61 al 65 y las naciones extranjeras, principalmente Rusia y Francia, ofrecieron su mediación para hacer cesar la guerra. Entonces el Gabinete de Washington rechazó terminantemente todo ofrecimiento de intervención en sus asuntos interiores.
-Si es una práctica aceptada el ofrecimiento de mediación, ¿cómo explica usted que el solo anuncio de ese ofrecimiento despertara la indignación pública?
-Porque el instinto popular difícilmente se extravía y ha encontrado que la proposición de mediación es extemporánea, que se ha hecho en forma indebida y que tiende a producir un efecto opuesto que el que expresa la nota de mediación. Estas circunstancias han ocultado a la opinión pública las buenas intenciones en que se haya podido inspirar la nota.
-Al calificar de extemporánea la proposición de mediación, ¿quiere usted decir que dicha proposición era de admitirse en otra época de nuestra lucha o en circunstancias diversas de las actuales?
-No. Para mí la mediación de poderes extraños en los asuntos interiores de un país implica siempre la intervención, y debe ser rechazada en todos los casos. Pero si en términos generales, en principio, la mediación en la guerra civil de una nación es siempre injustificable, al menos las circunstancias peculiares del caso concreto podrían explicarla, y en el presente caso la proposición de mediación es inexplicable por inoportuna, por extemporánea.
La mediación es uno de los actos más delicados de la vida internacional. Toda proposición de mediación debe contener la prueba evidente de que está inspirada en el más elevado espíritu de justicia y en la más estricta imparcialidad. Nunca sería excesiva toda la prudencia que se usara en este acto para evitar que pueda revestir un carácter ofensivo o mal encubrir un deseo de prepotencia o una secreta inclinación de dominio.
Si la proposición de mediación hubiera sido hecha cuando los dos contendientes, el Constitucionalismo y la Reacción, se encontraban en un pie de igualdad de fuerza y después de un largo periodo de lucha durante el cual ninguno de ellos hubiera sido capaz de vencer a su adversario, en este caso, el ofrecimiento de mediación habría sido igualmente declinado, por la actitud de los mediadores fácilmente explicable como tendiente a procurar una pronta paz; mas proponer la mediación cuando el Gobierno constitucionalista domina en las nueve décimas partes del territorio nacional y la reacción se refugia, impotente y desalentada, en las montañas de Morelos, o arrastra con Villa su vergüenza a los pies del general Scott, (2) o implora, por conducto del hijo de un ministro de Maximiliano, (3) sobrino del general Miramón, y de un alto Jefe militar, baldón del antiguo ejército mexicano, la intervención extranjera para su propia patria, entonces el ofrecimiento de mediación es inexplicable,
porque en vez de procurar la paz la retarda, dando nuevos alientos a los que ya no pensaban ni podían ofrecer resistencia armada y que sólo debían esperar una benévola amnistía o el castigo de sus crímenes.
-¿Por qué considera usted indebida la forma en que se ha hecho el ofrecimiento de mediación?
-Porque el ofrecimiento ha sido hecho directamente a los diversos jefes del Ejército Constitucionalista y no exclusivamente al Jefe supremo de este ejército, encargado del Poder Ejecutivo de la nación. Este hecho revela por sí solo las erróneas informaciones que de nuestra situación se envían al extranjero. Es evidente que la creencia errónea de que no existe en nuestro país un Gobierno y un ejército disciplinado a sus órdenes, funcionando normalmente dentro de las condiciones naturales de una lucha que termina, es la única causa que pueda justificar tal procedimiento. Pero de hecho, semejante error ha podido dar lugar a que sea interpretado como una tentativa para provocar la insubordinación de alguno o algunos jefes del Ejército Constitucionalista, el beneficio de hacer conocer directamente a los gobiernos extranjeros que en México existe un Gobierno organizado y respetado y que este Gobierno cuenta con el apoyo de un ejército que basa su prestigio en su propia disciplina y en el honor nacional.
-¿Por qué estima usted que el ofrecimiento de mediación producirá un efecto opuesto al que expresan los señores signatarios de la nota circular?
-Porque como ellos mismos dicen, su propósito ha sido averiguar si su amistosa y desinteresada ayuda pudiera ser empleada con éxito para restablecer la paz y el orden constitucional en nuestra República, y creo que en vez de obtener una pronta pacificación, los señores signatarios del ofrecimiento de mediación la han retardado involuntaria y momentáneamente al hacer alentar esperanzas de transacción a quienes se encuentran ya completamente derrotados en el terreno militar y en el campo de las ideas. Sin embargo, juzgo que en definitiva, este intento de mediación producirá buenos resultados para México y para los que, inspirados en el más sincero espíritu de fraternidad americana, lleguen a comprender al fin que no impedir el curso de la Revolución que toca a su término y reconocer al Gobierno del señor Carranza, cuyos títulos dimanan de nuestra Constitución y cuyo poder en nuestro extenso territorio le otorga los atributos de un Gobierno de hecho ante el derecho internacional, serán los actos más justos, más legítimos y más apropiados para contribuir noblemente a la reconstrucción de México y para servir los intereses de los pueblos hermanos representados por sus excelencias los signatarios del ofrecimiento de mediación, para los cuales México sólo abriga sentimientos de fraternidad.
En cuanto a los mexicanos, todos sabemos cuál es nuestro lugar: él está al lado del señor Carranza, que es hoy la representación genuina de la soberanía nacional.
COMENTARIO AL DOCUMENTO
No queda duda respecto al valioso carácter cultural y civilizador del periodismo cuando tiene exponentes como El Dictamen, cuya época de oro en el campo de las ideas directoras nacionales fue aquella en la que el constitucionalismo lo convertía, esporádicamente, en su tribuna.
Esta entrevista que el licenciado Zubaran Capmany concedió a El Dictamen, plantea en términos precisos la cuestión a debate. El autor de los presentes comentarios subraya la alusión que hizo el entrevistado al antecedente histórico norteamericano respecto a la trascendencia de una mediación extranjera en los asuntos interiores de un país en guerra civil, por tratarse de una razón más para justificar la actitud asumida por el Primer Jefe en el caso concreto de México y el ABC.
Cierto es que los principios del Derecho internacional rechazan plenamente la mediación en las cuestiones domésticas de un Estado como medida defensora de la soberanía nacional, especialmente cuando el pueblo y la Alta Parte que lo representa como poder público legítimo no lo solicitan; y al ofrecérsela otras Altas Partes extranjeras rehusa su aceptación. Siendo natural que surja la sospecha respecto a la pureza de las intenciones de la mediación ofrecida si insiste en ella la Alta Parte directora del ofrecimiento. Este fue el caso de México, representado por el Primer jefe, ante los requerimientos pacifistas del ABC, cuando el Gobierno de la Casa Blanca estuvo siendo engañado por los mexicanos responsables de las desgracias nacionales y por los magnates financieros internacionales ajenos a los ideales del pueblo y el Estado norteamericanos.
El licenciado Zubaran pone a cada una de las partes en conflicto en su debido lugar. Es buena su referencia a la genealogía del personaje político porfirista cuyo tronco imperialista -a lo Miramón- dice a las claras el porqué el régimen dictatorial imprimió a sus desviaciones anticonstitucionales el sello de la autoridad plutocrática, enemiga del pueblo, divorciada de la tradición indígena, ausente de la realidad social mexicana.
El licenciado Zubaran concluyó la entrevista afirmando que su puesto de combate, como mexicano patriota, estaba al lado del señor Carranza, que era "la representación genuina de la soberanía nacional".
(1) Ver apostilla 38.
(2) Ver apostilla 37.
(3) Ver apostilla 38.
Fuente:
Fabela, Isidro (Dir.) Fabela Josefina E. de (Coord.) Carranza, Wilson y el A.B.C. Tomo III. México. México. [Serie: Documentos históricos de la Revolución Mexicana, 14] México. [Comisión de investigaciones históricas de la Revolución Mexicana 1974] Editorial JUS. 1963.
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