Noviembre 10 de 1914
La Convención ha resuelto su separación del Poder y mi designación como Presidente, y no puede usted, sin perder su seriedad y su prestigio, reconsiderar acuerdos que son del dominio público, y de los cuales está pendiente la nación y el extranjero.
Yo no solicité la presidencia ni trabajé por ella ni sospechaba que sería yo electo.
Antes de la elección la Asamblea estaba dividida en dos bandos: una gran mayoría se había comprometió a votar por el c. Antonio I. Villarreal, y la minoría se opuso a la designación de este candidato, proponiéndose entonces una candidatura de transacción, habiendo surgido la mía, que fue aprobada.
Al tomar posesión, protesté por mi honor cumplir con mi deber. Uno de estos deberes es procurar que pronto vuelva el país a su tranquilidad, constituyendo un Gobierno establecido, y no debo detenerme para lograr esto. Las dificultades internacionales que han surgido en estos días, me obligan a dar seriedad a mi Gobierno, para que pueda resolver los problemas nacionales, una vez que usted consienta en prestarnos su apoyo.
Debo hacerle notar que aunque mi elección es por veinte días, necesarios según el texto de mi nombramiento, no cesaré en mis funciones sino hasta que la Asamblea rectifique mi nombramiento. Mientras esta rectificación no se verifique en la Asamblea, seguiré siendo Presidente provisional, aunque expire el plazo de veinte días.
Soy la autoridad legítima del país; no represento a fracción alguna, sino a toda la Revolución. Usted y sus partidarios no deberán ver un enemigo en mí ni en mi Gobierno, sino que deberán tratarnos como a correligionarios que han asumido ahora la dirección de los asuntos nacionales, por la voluntad de todos. Nosotros protestamos a usted y a los suyos nuestro reconocimiento `por los servicios eminentes que en épocas de prueba han prestado, especialmente usted, a la causa común.
Espero por lo mismo, que reflexionando serenamente, será usted el primero en apoyar mi Gobierno, obrando en esto con el patriotismo que en otras veces ha demostrado usted en grado extremo.
Mi Gobierno no será jamás instrumento de fracción alguna; acepté el Poder, porque en la Convención estaban representados todos los elementos revolucionarios, y se comprometieron todos a sostener su voto y los acuerdos de la mayoría. Es por esto completamente injustificada la actitud de los que hoy protestan por los acuerdos de la Convención y me desconocen.
No habría aceptado el cargo que represento, si no estuviera seguro de que mi nombramiento no se debe a maquinaciones de la reacción, sino al acuerdo de todos los revolucionarios. Si la obra de la Revolución quedare destruida, el país se vería destrozado por una lucha de meras ambiciones personales. Aquí ya no hay villistas, ni carrancistas, ni zapatistas, sino convencionales y simpatizadores del Gobierno nacional.
Yo esperaba que usted no vacilaría en aceptar la soberanía de la Convención, toda vez que usted reconoció la soberanía de la Convención de México, al presentar usted ante ella su renuncia; y si a esa Convención la reconoció usted, mayor razón hay para que reconozca a la de Aguascalientes, en la cuál están representados todos los elementos revolucionarios, mientras que en la de México sólo estaban presentes unos cuantos generales de los invitados por usted.
He visto en la prensa de la capital una circular en la que llama a las armas a todos los partidarios de usted, a fin de que desconozcan a la Convención. Esta labor es contraria, y no sólo a los jefes que faltaren a su compromiso con la Convención, sino antipatriótica. Espero que, poniendo en práctica su patriotismo, indicándoles su deber, pues desde hoy a las seis de la tarde no deben reconocer, ni ellos ni nadie, otra autoridad que la mía.
El general Villa se ha separado ya de hecho del mando de la División del Norte, y está ya nombrada la comisión que ha de recibir los archivos, etc. Y las fuerzas, desde ayer, dependen de la Secretaría de Guerra, bajo mis órdenes; pero la comisión no ha pasado a recibir del general Villa los documentos, y el mismo general está aún aquí, porque hemos estado pendientes de la resolución de usted. Tan pronto como usted manifieste que acatará los acuerdos de la Convención, el general Villa se retirará de una manera absoluta, toda vez que de hecho está ya retirado.
Lamento tener que hacerle observar que, mientras la Convención ha estado procurando la concordia de la paz, hemos interceptado mensajes de generales adeptos, en los cuales se daban órdenes para desconocer a la Convención y atacarla.
E. GUTIERREZ.
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