Noviembre 6 de 1914
La Soberana Convención Revolucionaria en Aguascalientes, en la sesión verificada el día 3 de los corrientes me honró confiándome el puesto de Presidente provisional de la Republica.
Creo de mi deber manifestar a la Nación cuales fueron los móviles de la H. Convención al nombrarme y cuales fueron los míos al aceptar.
La H. Convención, al reunirse en esta ciudad, tuvo por objeto condensar las aspiraciones revolucionarias en un programa social y político, y lograr la pacificación del país sobre la base de la unidad revolucionaria. Al efecto, juzgó que el medio más eficaz para lograr sus propósitos era nombrar, desde luego, un Presidente provisional reconocido por las diferentes facciones militantes las cuales se obligaron, bajo solemne juramento, a reconocer al Presidente electo en la Asamblea. Las elecciones se verificaron y, por mayoría absoluta, la elección recayó en mí.
Estoy seguro de que el pueblo de la República comprende lo delicado de la misión que tengo encomendada; pero quiero hacer saber que todo sacrificio será pequeño si logro realizarla, puesto que, como revolucionario antes, como Presidente provisional hoy, mis energías y aun mi vida pertenecen a mi Patria. Para vencer las dificultades que he encontrado en mi labor, espero el concurso unánime del pueblo, pues confió en la sensatez, cordura y patriotismo de mis conciudadanos.
Como mi permanencia en la Primera Magistratura de la Nación será breve, no quiero ofrecer nada que no sea prácticamente realizable; mas todo aquello que tienda a facilitar el camino y a poner los cimientos del gobierno de mi sucesor, será objeto especial de mi atención.
Pienso observar una política de verdad, de honradez y de patriotismo, en la que nada se esconderá al pueblo, a fin de que tenga una idea clara de la situación y empiece a tomar parte, con perfecta orientación, en la cosa publica; porque la grandeza de un pueblo y la estabilidad de su gobierno, estriban en la concurrencia de las fuerzas vivas y sanas de que está compuesto.
Hasta hoy ha prevalecido la idea errónea de que un grupo, más o menos competente, era el que debía asumir las funciones gubernativas sin contar con el pueblo, principal elemento en los gobiernos democráticos. El pueblo, en justas represalias, se ha abstenido de tomar participación en la política del país.
Deseo hacer saber a mis conciudadanos, al hacerme cargo del Poder, que haciéndome eco de las justas aspiraciones de los pueblos libres, procurare que los puestos de la administración estén en manos de los hombres mas idóneos, de acuerdo con la opinión publica, a fin de que se cumplan los principios revolucionarios, tanto en el orden político como en el social.
Asentado esto, y una vez que he sido honrado con la confianza de los miembros de la H. Convención, que me ha señalado para tan alto puesto; y a fin de que se realice el pensamiento de ella, hago saber que necesito y solicito la confianza individual de cada uno de los miembros de la gran familia mexicana y en particular de los miembros del heroico Ejercito Revolucionario, que tan grandes sacrificios ha hecho despedazando el llamado Gobierno del Usurpador, a fin de capacitar al pueblo para ejercer sus derechos. Debe este Ejército esperar de mí y de mi sucesor el respeto que merece por sus virtudes cívicas, virtudes que sabrá premiar la Nación a su debido tiempo.
Al retirarme de la Primera Magistratura de la Republica, deseo llevarme la satisfacción de haber realizado el supremo anhelo de la H. Convención que representa al Pueblo Mexicano y ofrezco que para entonces se efectuará, sin presión y sin trabas, la elección del nuevo Presidente de la Republica.
En la protesta que hice ante la Soberana Convención, jure cumplir y hacer cumplir los acuerdos emanados de ella; y sepa la Nación que no escatimaré sacrificio alguno para cumplir ese juramento, ya que, estando interrumpido el orden constitucional, la Soberana Convención es la única capacitada para dictar las medidas que han de guiarme durante mi breve paso por la Presidencia.
Constitución y Reformas
Aguascalientes, 6 de noviembre de 1914.
El Presidente Provisional de los Estados Unidos Mexicanos,
Gral. Eulalio Gutiérrez.
Fuente: Luís Fernando Amaya C. La soberana Convención Revolucionaria 1914-1916. Editorial Trillas. México. 1975. 468 pp.
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