Veracruz, Ver., 4 de diciembre de 1914
CONTRA FRANCISCO VILLA
Primero. Haber tratado de asesinar, en Ciudad Juárez, al apóstol Madero, iniciando con este acto su vida de traiciones e identificándose, desde entonces, con el tristemente célebre Pascual Orozco.
Segundo. Haberse insubordinado, pretendiendo traicionar al traidor Victoriano Huerta, cuando éste era aun leal al Gobierno del señor Madero, y había la campaña contra el orozquismo.
Tercero. El asesinato del diputado maderista Enrique García de la Cadena.
Cuarto. El asesinato del inglés Benton, que provocó dificultades internacionales, que pudieron haber sido de consecuencias graves.
Quinto. Haber mandado asesinar al general Manuel Chao, Gobernador de Chihuahua, porque éste se negara a pagar un vale contra la Tesorería del Estado, visado por una "señora" a quien no conocía.
Sexto. Su desconocimiento al Plan de Guadalupe, bandera con que había logrado hacerse seguir de varios miles de hombres, desconocimiento que consistió en dirigir a la Primera Jefatura un telegrama insolente, obligando a firmarlo a la mayor parte de sus Jefes.
Séptimo. Haber invitado a la traición al general Obregón, pretendiendo halagarlo, ofreciéndole la Primera Jefatura del Ejército, y haberlo mandado asesinar posteriormente, porque éste se negara a secundar su traición dando la orden para su ejecución, primero en Chihuahua, por segunda vez en Corralitos, y por tercer a vez en Gómez Palacio, al llamado general Almanza. Estos cargos, relativos al que subscribe, les constan a los generales José Isabel Robles y Eugenio Aguirre Benavides, al coronel Roque González Garza y a Luís Aguirre Benavides, secretario particular de Villa; González Garza me acompañaba cuando el general Villa ordenó, por última vez, la ejecución.
Octavo. Haberse apoderado, por la fuerza bruta, de cinco millones de pesos de la Tesorería General de la Nación; de más de doscientos mil de la oficina impresora de billetes constitucionalistas, y haber ordenado la aprehensión del señor Serapio Aguirre, Tesorero General de la Nación, obligándolo a firmar un cheque por cuarenta y un mil dólares, que tenía depositados la Primera Jefatura en el First National Bank, de El Paso, Tex.
Noveno. Fomentar la traición del cobarde ex-Gobernador de Sonora, José María Maytorena.
Décimo. Haber celebrado un pacto con los ex-federales del Distrito Norte de la Baja California, por el cual les reconoció sus grados, admitiéndolos en el ejército que era a sus órdenes.
Decimoprimero. Permitir y fomentar inmorales concesiones de juego en todos sus dominios, en favor de sus familiares, que derrochan el dinero fomentando el libertinaje.
Decimosegundo. El asesinato del coronel Manzanera, delegado del general Domingo Arrieta a la Convención de Aguascalientes, sólo porque éste no quiso secundarlo en su traición.
Decimotercero. Haber telegrafiado al ex-general ex-federal José Refugio Velasco, excitándolo para que no se rindiera, cuando el suscrito exigía la rendición de la plaza de México, ofreciéndole apoyarlo con la división de su mando.
Decimocuarto. Haber aprehendido al teniente coronel Julio Madero, de mi Estado Mayor, quien formaba parte de una comisión que se acercaba al general Eulalio Gutiérrez, para tratar de la solución pacifica las dificultades surgidas.
Decimoquinto. Estar apoyado por la reacción, como lo demuestra su Manifiesto a la Nación; tener en sus filas a muchos ex federales científicos, y su alianza con Maytorena.
CONTRA JOSÉ MARÍA MAYTORENA
Primero. A raíz del cuartelazo de Huerta y de los asesinatos del Presidente y del Vicepresidente de la República, el 23 de febrero de 1913, algunos ciudadanos de Cananea, que pertenecieron al grupo revolucionario de 1910, entre los que recuerdo a don Rito Aguilar, dirigieron al entonces Gobernador Maytorena un telegrama, diciendo: "Si para mañana, a las seis de la tarde, no ordena usted lo contrario, nos lanzaremos sobre .los cuarteles federales, tomándolos por asalto y desarmando a la guarnición federal”. Maytorena. ordenó que con carácter urgente, se transcribiera aquel telegrama al Jefe de la primera Zona militar, general federal Miguel Gil, para su conocimiento, y a fin de que tomara las medidas que creyera convenientes; y a no ser por la oportuna intervención del hoy coronel Francisco R. Serrano, que era entonces secretario particular del Gobernador de Sonora, y don Carlos Randall -quienes acordaron hacer creer a Maytorena ,que ese telegrama había sido transmitido, sin mandarlo a la oficina telegráfica- Aguilar y sus compañeros habrían pagado cara su valentía.
Segundo. Cuando los hoy coroneles Obregón, Talamante y Carpio y el teniente coronel Roberto Cruz se presentaron en la capital de Sonora, ofreciendo sus servicios a Maytorena, para lanzarse a la lucha contra el usurpador, los rehusó, alegando que no deseaba ver perturbada la paz en su Estado.
Tercero. Maytorena, en mensaje que dirigió al hoy general Plutarco Elías Calles, le ordenaba enérgica batida contra los que, a raíz del cuartelazo, se levantaron en armas contra Huerta, calificándolos de traidores y bandoleros.
Cuarto. El 25 del mismo febrero, Maytorena, huyendo al extranjero, sin desconocer al criminal Huerta, ni protestar contra el cuartelazo y sus consecuencias de asesinato en los primeros funcionarios de la República, traicionó a los principios que protestó cumplir y hacer cumplir habiendo enviado a José Jiménez Riveroll, capitán ex-federal, en su representación, para que hablara con el Jefe de la Zona, general ex-federal Miguel Gil, con el fin de ver si era posible llegar a un arreglo con el Gobierno del Centro. Los ahora generales Salvador Alvarado, Benjamín G. Hill, Juan G. Cabral y el que suscribe, nos presentábamos diariamente con Maytorena, rogándole que desconociera al Gobierno de Huerta y ofreciéndole luchar por los principios de la Revolución, que en aquellos momentos recibían tan rudo golpe con los asesinatos de Madero y Pino Suárez; a lo que un día nos contesto: "Es por demás que ustedes pretendan que yo haga tal cosa; yo tengo relaciones de abolengo con todo el elemento que ustedes llaman científico, y mi estómago no está para estar comiendo carnes crudas en las montañas; los federales destrozaron mis propiedades e incendiaron mis haciendas y por último, no soy para el caso."
Quinto. Después de permanecer seis meses en el extranjero, donde llevó su: pusilanimidad hasta el grado de negarse a conferenciar con los revolucionarios, manifestándoles que no quería mezclarse en nada, ya cuando fueron aniquiladas por nosotros las fuerzas federales que se encontraban en Sonora, embotellando y sitiando a la guarnición de Guaymas, regresó Maytorena al Estado, haciéndose nuevamente cargo del Gobierno y creo, arbitrariamente, la oficina que denominó de "Subsidio forzoso de guerra”, para allegarse fondos por medios violentos, sin que su Gobierno tuviera injerencia alguna en las operaciones militares, ni en los gastos que estas demandaban. Los fondos obtenidos de esa manera los hizo depositar en Bancos norteamericanos a nombre de Carlos E. Randall.
Sexto. Maytorena suprimió violatoriamente, las elecciones municipales en el Estado, las de diputados al Congreso local, y de magistrados al Supremo Tribunal de Justicia, cuando había sido expedida ya la convocatoria respectiva por las autoridades competentes.
Séptimo. Mediante una descarada dilapidación de los fondos del Estado, Maytorena sobornó a jefes constitucionalistas subalternos, induciéndolos a la insubordinación y rebeldía, lo que dio por fruto la prisión del general Alvarado, a quien el movimiento constitucionalista debe grandes servicios, entre los que se cuenta el haber sostenido, por cerca de un año, el sitio de Guaymas. Los jefes comprados por Maytorena, aprehendieron también al hoy teniente coronel Roberto Cruz y a otros jefes de menor graduación, que no se prestaron a secundar su traición; y en cambio Maytorena ordenó la libertad de los ex-federales que habían sido hechos prisioneros de guerra en la campaña llevada a cabo por el Cuerpo de Ejército del Noroeste, y que se encontraban en la Penitenciaria de Hermosillo, muchos de los cuales aceptaron su ofrecimiento incorporándose en las filas maytorenistas.
Octavo. Maytorena se manifestó en toda su repugnante traición, rebelándose en Sonora contra el elemento revolucionario constitucionalista, antes de que cayera el llamado Gobierno de Huerta; y para ensanchar esta traición y esta rebelión, no tuvo escrúpulos en ligarse con parte del ejército ex-federal, que se hallaba en la Baja California, y que llevó a Sonora para reforzar sus filas, e hizo sublevarse la guarnición constitucionalista de Santa Rosalía, asesinando villanamente a su comandante, el mayor Abraham Aguayo.
Por último, ha pactado alianza con todos los elementos científicos de Sonora, permitiendo el regreso al Estado de los enemigos que la Revolución había expulsado, y devolviendo a éstos los bienes robados al pueblo, que se les habían intervenido.
CONTRA FELIPE ÁNGELES
Primero. Encontrándose en París, al iniciarse el movimiento libertario de 1910, telegrafió al federal Díaz, ofreciéndole sus servicios para combatir al maderismo, calificado por él de bandolerismo.
Segundo. Durante la "decena trágica", haber retirado su artillería que tenia emplazada frente a la legación inglesa para batir a la Ciudadela, por haberle informado el fatídico León de la Barra -que se hallaba refugiado en la mencionada legación- que había el propósito de deponer al Presidente Madero, y que él, Ángeles, era el candidato más viable para sustituirlo.
Tercero. Haber aceptado en París, una comisión del llamado Gobierno de Huerta, permaneciendo allá algunos meses, y teniendo lugar después de eso su incorporación al Ejército Constitucionalista, lo que demuestra claramente que vino enviado por los científicos, para sembrar la división en nuestras filas, y ser un escalón de la reacción, puesto que, de haber sido un partidario sincero de la causa del pueblo, hubiera ingresado, desde que salió de México, a las filas revolucionarias.
Cuarto. Haber exigido la suma de dos mil dólares para venir de París a incorporarse, en la época en que el movimiento revolucionario carecía de dinero, aun para la compra de pertrechos de guerra.
Quinto. Haber fomentado en José María Maytorena, la idea de la traición contra la Primera Jefatura de la Revolución, siendo Subsecretario de Guerra en el Gabinete Constitucionalista.
Sexto. Haber sido el principal instigador de Villa, para que se insubordinara, como lo patentiza, entre otros, el hecho de haber redactado el primer telegrama de insubordinación que Villa dirigió al C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, y el haber unido a Villa y a Maytorena, cuando era notoria la división que existía entre ambos, pues el primero había dirigido al segundo una carta de rompimiento, llena de improperios. Todavía desempeñaba Ángeles el puesto de Subsecretario de Guerra.
Séptimo. Haberse insubordinado a la Primera Jefatura de la Revolución, acto que le valió ser depuesto del cargo de Subsecretario de Guerra.
Octavo. Haber incorporado a las filas de la División del Norte a muchos jefes y oficiales ex-federales.
Noveno. Haber pretendido cohechar a algunos jefes del Ejército Constitucionalista; entre ellos al coronel Federico Montes, y al mayor médico José Siurob, manifestándoles que contaba con el apoyo del Gobierno norteamericano.
Desafío a todos los que militan bajo las órdenes de Villa, Ángeles y Maytorena, a que desmientan, de una manera franca y categórica, cualquiera de los cargos que dejo señalados, encareciéndoles reconciliarse con su honor y su conciencia, y declarar qué prefieren: que la Patria los considere como hombres honrados o como parásitos del Mal, que por debilidad e inconsciencia, se adhieren a los verdugos de nuestros más caros principios.
Queda señalada la trinidad maldita, que encabeza el movimiento reaccionario.
Ninguna obra puede llevarse a término feliz, cuando se toman como base la intriga, la traición y el asesinato, y es por esto que la reacción no podrá triunfar.
El abnegado pueblo, que nunca ha economizado sangre para castigar a los traidores, dará en esta vez una prueba de civismo y honradez, apartándose de estos tres genios del Mal, sin olvidar que es preferible morir protestando contra la maldad, que vivir pactando con ella.
Si cada pueblo tiene el Gobierno que merece, nunca podrá ser gobernado el nuestro por estos tres traidores.
¡Siempre será poca la sangre que un pueblo derrame en defensa de sus libertades!
Cuartel General del Cuerpo de Ejército del Noroeste. H. Veracruz, Ver., 4 de diciembre de 1914.
El General en Jefe. Álvaro Obregón.
Fuente: Obregón Álvaro. Ocho Mil Kilómetros en campaña. México. Fondo de Cultura Económica. 1959. 618 págs.
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