Marzo 1913
Al pueblo de Sonora. -Ha llegado la hora...; ya se sienten las convulsiones de la Patria que agoniza en manos del matricida, que después de clavarle un puñal en el corazón continúa agitándolo como para destruirle todas las entrañas. La Historia retrocede espantada de ver que tendrá que consignarse en sus páginas ese derroche de monstruosidad. El mundo civilizado contempla nuestra actitud y espera que sepamos defender la dignidad nacional. ¡Volemos a disputarnos la gloria de morir por la Patria, que es la mayor de las glorias!, lancémonos sobre esa jauría, que con los hocicos ensangrentados aúllan en todos los tonos, amagando cavar los restos, de Cuauhtémoc, Hidalgo y Juárez para profanarlos también. Saciaros su sed de sangre hasta asfixiarlos con ella y seamos dignos del suelo que nos vio nacer ¿con qué derechos declaremos para nuestros hijos el título de ciudadanos si no somos dignos de serlo? Sonora siempre ha sabido colocarse a la altura que le corresponde, y ahora dará una prueba de ello. Lancémonos, pues, a la lucha armada. porque la lucha del Derecho no puede llevarse a la práctica, porque el Derecho ha sido asesinado; y disputémosles a esos pulpos los ensangrentados jirones de nuestra Constitución. Arranquémosles todos los tentáculos, de un golpe, pero con la dignidad del patriota, siempre a la altura de nuestra causa; no descendamos al bajo nivel en que ellos se encuentran, cometiendo asesinatos. El respeto al vencido es la dignidad de la victoria. Es tiempo de renunciar a las delicias del hogar por las del deber cumplido. No toleremos la dignidad de la Patria ultrajada. ¡Con los crímenes registrados en la capital, Nerón se horrorizará!... Monstruos sin dignidad ni conciencia!... ¡Malditos séais!
|