Campamento Revolucionario en Morelos, marzo 4 de 1913.
Mexicanos:
Cuando creímos que la defección del Ejército Federal acaudillado por el General Félix Díaz era para bien de la patria y de los ideales de la Revolución, palpitantes en vuestro espíritu, alimentamos la esperanza de que la paz se restablecería bajo las bases de la Reforma Política y Agraria proclamada desde 1910, y que el triunfo sería radical y efectivo, no en los hombres, sino en los principios pero desgraciadamente los que desertaron de las filas del Dictador Madero, para volver las armas contra él, no han tenido otra bandera que la criminal intención de dar un sangriento cuartelazo en la Capital de la República, para adueñarse del poder y burlar una vez más a la Revolución y a las nobles aspiraciones del pueblo mexicano.
El cuartelazo que acaba de efectuar el Ejército, para asesinar la ignominiosa dictadura de Madero, no significa ni remotamente el triunfo de la Revolución, por estar desligado de ella y por haber roto sus relaciones con los elementos de orden y homogeneidad que la constituyen.
El jefe de la rebeldía del Ejército, General Félix Díaz, y los que lo secundaron, han ennegrecido de tal manera nuestra situación, hasta tornarla en caótica, pues se restituye el régimen porfiriano donde su simbólica mano de hierro y el triunfo del cuartelazo felicista no vienen a sintetizar otra cosa que el triunfo de una dictadura sobre otra dictadura, que abofetea a la civilización con la aplicación de la ley fuga y el terror más escandaloso, que nos cubre de baldón y de ignominia ante el mundo civilizado.
Con la victoria del cuartelazo felicista quedan en pie los elementos de un gobierno espúreo e ilegítimo, emanado de la imposición brutal de los cañones y bayonetas, que no pueden ser jamás la representación de la soberanía nacional y de los Estados conforme al Código magno de 1857.
Se nos impone e instituye el gobierno provisional del General Victoriano Huerta, como si la turba de iscariotes de la dictadura maderista y los autores del cuartelazo felicista, fueran los únicos que controlasen la positiva Revolución general de todo el país, que por más de dos años se ha multiplicado en sacrificios y redoblado sus esfuerzos para verificar la evolución social de paz, de progreso, de libertades y de prosperidad de la millonada de hombres de nuestra querida patria.
En consecuencia, el gobierno ilegal del General Victoriano Huerta está muy lejos de corresponder a la Revolución; podrá representar al núcleo de científicos de neoconservadores, de prosélitos del sistema porfiriano, pero no al núcleo de revolucionarios de principios de todo un país que ninguna investidura le ha dado y debe, por decoro nacional, echarlo abajo y derrotarlo.
Pero la audacia de los héroes del cuartelazo felicista ha ido más allá de lo inverosímil, cada día pregonan la rendición de millares de revolucionarios, promueven iniciativas de indulto y de amnistía para los que enarbolamos y sostenemos el lábaro del Plan de San Luis y, como si fuésemos huestes u hordas de bandidos, pues la verdad es que si nosotros merecemos que se nos brinde la amnistía o el indulto, los que han iniciado el cuartelazo para aprovecharse de los frutos de la Revolución y el poder, también lo merecen, porque juraron fidelidad a un despotismo que ellos bautizaron con el nombre de "ilegalidad" y tremolaron entre sus manos tintas en sangre el pabellón negro de la traición para saciar torpes ambiciones y envenenados enconos, haciéndose por lo tanto, reos en alto grado, de un delito que merece la pena capital, consignado en el Código Militar.
Por los conceptos y fundamentos legales que anteceden, la Junta Revolucionaria del Estado de Morelos, que dirige los movimientos armados del Sur y Centro de la República, en nombre de la Revolución general del país, declara:
PRIMERO.- Que no reconoce al gobierno Provisional del General Victoriano Huerta, y la Revolución rompe desde ahora el fuego contra él, hasta derrocarlo y obtener el triunfo radical de los principios y promesas cristalizadas en el Plan de San Luis, reformado en Tacubaya y Villa Ayala.
SEGUNDO.- Que la Revolución no permitirá ni tolerará elementos de gobiernos emanados de imposición y de consigna de las dictaduras Díaz y Madero, ya sea en la Federación o en los Estados.
TERCERO.- Que la Revolución no depondrá las armas hasta no ver realizadas sus promesas y luchará con esfuerzo viril y titánico hasta conseguir las libertades del pueblo, hasta recobrar las usurpaciones de tierras, montes y aguas del mismo y lograr por fin la solución del problema agrario que los enemigos del pueblo creen una utopía, porque son obstruccionistas de su progreso; que los adversarios de la Revolución creen irrealizable porque son enemigos de la Reforma; que los neo-conservadores y científicos califican de difícil e imposible solución, porque son esclavistas y alegan que aun no es tiempo, pues con arreglo al criterio de estos pensadores incondicionales, el mundo no hubiera implantado reformas que se han sucedido en el curso de la humanidad a través de los siglos.
CUARTO.- Quedan en pie los principios legales establecidos en el Plan de San Luis reformado en Tacubaya y Villa Ayala, que es lo que hemos defendido y seguiremos defendiendo, reconociendo como jefes de la Revolución general del país, a los que permanecen fieles a la causa y a la defensa de los derechos y libertades del pueblo y a los principios que son la base fundamental del movimiento revolucionario.
QUINTO.- Que en virtud de haber caído la dictadura de Madero, la Revolución convocará a una junta de los principales jefes revolucionarios de toda la República, ya sea que concurran personalmente o por medio de delegados, para proceder a la elección del Gobierno Provisional que debe regir los destinos de nuestro país.
SEXTO.- Los jefes revolucionarios que hasta hoy han definido con tezón y profundo ahinco los derechos y libertades del pueblo mexicano, hacen constar: que protestan enérgicamente contra las versiones falsas de rendición o indulto de revolucionarios que propaga la prensa de la Capital, así como que la Revolución está de acuerdo con el jefe del cuartelazo federal, Félix Díaz, y el Gobierno impuesto por éste; pues la Revolución no reconoce más jefes natos del movimiento revolucionario de la República que los que actualmente se encuentran en actividad en el Norte, Sur y Centro de la república, defendiendo el aludido Plan de San Luis reformado en Tacubaya y Villa Ayala, a quienes reconocerán los diversos jefes insurgentes que operan en los diferentes Estados donde domina la Revolución.
El pueblo mexicano los reconocerá como hasta aquí, defensores de sus derechos y libertades, y solo se reconocerá como Gobierno Provisional al emanado directamente de la Revolución.
SEPTIMO.- Los hacendados, caciques y monopolizadores de tierras, montes y aguas que no se adhieran a los principios de la Revolución y a la solución del Programa Agrario conforme a lo prescrito en el Plan referido, no tendrán derecho a exigir garantías de la Revolución y sus bienes pasarán a poder de la Nación. Su adhesión la manifestarán por escrito, al jefe superior revolucionario más inmediato.
OCTAVO.- Se juzgará como traidores a la patria los contratantes o embajadores del General Huerta que mendiguen empréstitos en las naciones extranjeras o aquí en México, para seguir derramando la sangre del pueblo.
La misma pena recibirán los que pretendan dividir a la Revolución por cohecho o soborno y los que habiendo defendido el lábaro revolucionario, lo traicionen.
MEXICANOS:
No hacemos la guerra por oposición sistemática al gobierno ilegal del General Huerta, sino porque nuestra conciencia de revolucionarios honrados ha contraído compromisos con la Nación, y no estamos dispuestos a esclavizar ni a ser esclavos de la nueva dictadura creada por el cuartelazo, que significa traición, por la rebeldía del militarismo que significa motín, arrollando a la Revolución.
Un grupo de hombres que reconocen el poder como una heredad, la patria como un tráfico mercantil, la sangre del pueblo como un escalón, pretende ahora, a costa de los sacrificios y la sangre del pueblo, enseñorearse del poder; así sucedió al triunfo de la Revolución de Ayutla; otros ambiciosos provocaron un cuartelazo en la Capital de la República, como ahora, para burlar a la Revolución; pero el caudillo Juan Alvarez y los suyos castigaron su osadía: imitémoslo ahora.
El pueblo mexicano nunca ha inclinado su frente altiva ante los tiranos, siempre ha sido un valiente y no un cobarde, delante de los tiranos, de todos los tiempos.
Recordad nuestra lucha de once años para conquistar nuestra emancipación política, tened presente la heroicidad de nuestros antepasados en la Guerra de Reforma de tres años; imitemos a Cuauhtémoc sonriendo en el tormento, a Morelos luchando por la Patria, a Benito Juárez sosteniendo la bandera de la República contra los traidores y los déspotas y en estos momentos supremos de angustia para la patria, os volvemos a convocar: "A las armas mexicanos, a las armas".
Campamento Revolucionario en Morelos, marzo 4 de 1913.
El General en jefe del Ejército del Sur y Centro, Emiliano Zapata [siguen firmas].
Fuente:
__________ Planes en la Nación Mexicana. Libro siete 1857-1910. México. Senado de la República-COLMEX. 1987. pág. 271-272.
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