Embajada de México en los Estados Unidos de América, Washington, 22 de diciembre de 1912.
POSIBILIDAD DE UN CONFLICTO ENTRE MÉXICO Y LOS ESTADOS UNIDOS
R E S E R V A D A.
Washington, 22 de diciembre de 1912.
[Al margen] Posibilidad de un conflicto entre México y los Estados Unidos.
Tengo la pena de informar a usted que varios periódicos de Washington y el llamado "New York American" de la ciudad de Nueva York, han iniciado una nueva campaña contra México, con el propósito mal encubierto de provocar un conflicto entre nuestro país y los Estados Unidos.
Los títulos de los artículos y de las supuestas noticias que dichos periódicos publican, no pueden ser más escandalosos y alarmante. Así, por ejemplo, el "Washington Post" del día 20 del actual, encabeza una serie de cargos, a algunos de los cuales se referirá después, con las siguientes palabras que figuran en la primera columna de la primera página del periódico y en disposición llamativa: "Taft conmina a México en términos de ultimátum" –Los asesinatos de americanos y el saqueo de sus propiedades deben cesar.-Relaciones a punto de romperse a menos que se reciba una contestación satisfactoria, se pedirá al Congreso que autorice medidas severas.-Consecuencia de esto puede ser el bloqueo de puertos mexicanos y la ocupación de parte de su territorio."
El "New York American" del mismo día 20, estampa el siguiente título en la primera columna de su primera página: "Nueva crisis que puede llevar a los Estados Unidos a ocupar a México por la fuerza. -La contestación de Madero a la nota en que se pide mejor protección para los americanos, es insolente y tramposa. Esta lista la flota de barcos de guerra.- Taft, enviará una contestación que sonará a ultimátum".
Los títulos que dejo traducidos harán presumir al Señor Presidente y a usted, cuál es el tenor de los textos; mas como sería muy largo transcribir estos y, además, son numerosos los periódicos que han adoptado tan odiosa actitud, me limitaré a transmitir, por via de muestra, algunos de sus más salientes conceptos, a saber: que hay noticias auténticas de que ciento cincuenta americanos han sido matados en México; que las autoridades hacen gala de molestar y perseguir a los americanos, citándose al efecto el caso de Nichols a que me referí en nota de 20 del actual; que en varios casos en que americanos robados han acudido a los tribunales mexicanos pidiendo protección, se pronuncia sentencia en su contra y el producto del robo se divide entre los bandidos y jueces; que el Presidente Madero ha declarado que solo en la ciudad de México puede mantener el orden y evitar el pillaje y que afirmó en un discurso reciente que las víctimas principales de la revolución eran los extranjeros; que nuestro Gobierno está en bancarrota y que no ha podido colocar un reciente empréstito de diez millones de pesos; que el Gobierno Mexicano habría caído, si nó fuera porque el de los Estados Unidos ha impedido que los rebeldes se surtan libremente de material de guerra, etc. Etc. Se recomienda con todo descaro que se suspenda la prohibición de que los rebeldes adquieran armas y municiones, para que de esta suerte el Gobierno del Señor Presidente Madero pueda caer rápidamente. El "Washington Post" en un editorial del día 17 dice, entre otras cosas: "Las condiciones en México han ido de mal en peor hasta que ahora el gobierno está en bancarrota y se confiesa impotente para mantener el orden fuera de la ciudad de México. ¿Pueden los Estados Unidos protejer al Gobierno de Madero indefinidamente, tolerando el ultraje a ciudadanos americanos y el robo y destrucción de propiedades americanas, todo lo cual se realiza con la connivencia de los funcionarios del Gobierno Mexicano y de los jueces? ¿Cuántos asesinatos más deben ocurrir, cuantos más millones de dólares de propiedad deben ser barridos para que los Estados Unidos procedan? Ha cesado de ser una virtud la tolerancia contra esa cosa impotente y embrollada que se llama el Gobierno Mexicano. Se compran muy caro la paz y la buena vecindad cuando para ello se necesita un incesante derramamiento de sangre americana. Si la intervención y la guerra han de ser evitadas, deben tomarse por el Gobierno de los Estados Unidos medidas para asegurar la protección de las vidas y propiedades americanas y el pago de indemnizaciones por los perjuicios que ya se han sufrido".
"The Washington Post", "The Evening Star" y otros periódicos de Washington que nos atacan, no pueden precisamente considerarse como publicaciones de influencia decisiva en este país. Su circulación es meramente local y harían poco daño si no fuera por las reproducciones que de las falsedades y calumnias que asientan hacen otros periódicos. Sin embargo, los Diputados y Senadores leen los periódicos de Washington y sobre muchos de aquellos es posible que causen impresión los trabajos de dicha prensa.
Lo que si estimo como verdaderamente peligroso, es la actitud del "New York American" y de los demás numerosos periódicos conocidos con el nombre de Prensa de Hearst, leidos de preferencia por las clases poco ilustradas, que son, como es bien sabido, muy poderosas en este país. Conocida es la actitud del señor Hearst respecto de nuestra República y la falta completa de honradez y de escrúpulos de la prensa que de él depende.
Como era de mi deber, al darme cuenta de esta nueva campaña periodística, solicité y obtuve inmediata audiencia del Secretario de Estado, de cuyos labios oí algunas consoladoras palabras, pues me aseguró que el Gobierno de los Estados Unidos era absolutamente ageno a todo lo que la prensa había dicho, que no había tal ultimátum y que el Presidente Taft seguía firme en su propósito de ayudar a México al restablecimiento del orden. En vista de estas seguridades y previendo la sensación que en México podrán causar todas las exajeraciones de la prensa a que antes me refiero, dirigí a usted el día 20, a raíz de mi entrevista con el Señor Knox, el siguiente mensaje:
"Absolutamente falsas noticias periódicos Washington y algunos Nueva York sobre amenaza y ultimátum del Gobierno Americano al nuestro. Estados Unidos mantiene actitud justiciera deseando vivamente que paz sea pronto restablecida en México".
Debo confesar, sin embargo, que mi telegrama solo refleja la parte halagadora de mi entrevista con el Señor Knox. Hubo en aquella, por desgracia, mucho de amargo y desconsolador, pues el Secretario de Estado me dijo terminantemente que el Presidente de los Estados Unidos sentía que ya le era punto menos que imposible resistir a la presión formidable que hacen sobre él todos los que se sienten lastimados en sus intereses por el estado de revuelta en que se halla nuestro país, y que el Presidente comprendía que esta situación no puede durar indefinidamente, sobre todo en vista de la impotencia del Señor Presidente Madero para restablecer la paz, no obstante la ayuda generosa y franca que el Gobierno de los Estados Unidos le ha estado prestando. No faltaron recriminaciones, como la de la falta de justicia por parte de nuestros tribunales cuando de americanos se trata y de indiferencia hacia los americanos que han sufrido daños por causa de la revuelta. En apoyo de sus opiniones el Secretario de Estado me citó, entre otros, el caso del americano Nichols de Tampico que tan injustamente, según me dijo, había sido tratado. También me manifestó el Señor Knox que era notoria la falta de estimación por parte del Gobierno de México a la gran ayuda que el de los Estados Unidos le ha prestado para sofocar la rebelión.
Mi actitud, Señor Subsecretario, fé, como siempre, respetuosa y digna. De la manera más enfática invité al Señor Knox a que precisáramos cual es la verdadera situación de México, asegurándole que si traía a la vista un mapa de la República, podría demostrarle que por lo menos en las nueve décimas partes del territorio nacional reinaba una paz perfecta y funcionaban normalmente las autoridades legítimas. Le llamé la atención sobre que el Gobierno actual había organizado en seis meses cuarenta mil soldados sobre veinte mil de que antes disponía; había hecho fracasar la revolución reyista, había aplastado el movimiento formidable del Norte y había obtenido un gran triunfo moral y militar en Veracruz; y agregué que si un Gobierno en estas condiciones y apoyado fuertemente por la opinión nacional, no era un Gobierno respetable, entonces se entendía que clase de gobierno debe esperarse que tenga México. Pedía hechos concretos, refuté por vía de ejemplo, algunas de las afirmaciones de los periódicos y en nuestra polémica, que nunca rebasó los límites de la más exquisita cortesía, logré que el Secretario de Estado me concediera la razón en algunos casos, aunque insistiendo en la tesis de que urge que restablezcamos la paz, porque es causa de profunda alarma que nuestro Gobierno no pueda dominar la revuelta zapatista ni impedir los asaltos de trenes y demás fechorías que las bandas orozquistas cometen en el Norte. Comentamos las notas que sobre estos temas se han cruzado ambas cancillerías, o sea la del 15 de septiembre último dirigida por la Embajada Americana a nuestra Secretaría de Relaciones y la contestación a dicha nota, lamentándose el Secretario de Estado de que esta contestación fuera tan poco satisfactoria en cuanto a resultados prácticos y tan artificiosa en sus términos, conceptos que yo traté de combatir haciéndole ver al Señor Knox que la nota del Embajador Wilson de 15 de septiembre era no solamente injusta, sino ofensiva por la intemperancia de su lenguaje. Finalmente, me ofreció el Secretario de Estado que si al regresar el Presidente de su viaje a Panamá se tomaba alguna determinación relacionada con la situación de México, me lo haría saber oportunamente.
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Ahora, Señor Subsecretario, vuelvo a referirme a los ataques de la prensa, llamando la atención de usted sobre que no sólo son los periódicos locales de Washington ó los llamados amarillos, los únicos que se ocupan en la cuestión mexicana, sino que esta es ya materia de comentarios por parte de la prensa más sería de este país. El New York Tribune la examina en un editorial de hoy y aunque afirma que no hay posibilidades de un rompimiento de relaciones diplomáticas, recomienda que se haga comprender a nuestro Gobierno cuanto es de desearse que se ponga "pronto y completo término a los movimientos de rebeldía, que amenazan volverse crónicos". Para fundar la intervención del Gobierno Americano en estos nuestros asuntos interiores el Tribune dice que si en México se crearon intereses americanos, ello se debió en gran parte al deseo de México y siempre con su asentimiento y aprobación; agregando:..... "tenemos derecho a esperar de México que dé a esos intereses mejor protección que la de que han estado disfrutando en los últimos dos años".
Por su parte el New York Herald en un editorial de 21 del corriente, que lleva el engañador título de "Nuestro buen amigo de allende el Bravo" dice refiriéndose a nuestros transtornos interiores: "........ está aproximándose la ocasión de que mayor paciencia de nuestra parte cesará de ser una virtud".
El New York Times, uno de los más serios periódicos neoyorquinos, consagra el día 21 un largo editorial a la situación de México; y aunque en tono es mesurado y aconseja cordura y discreción, condenando a la vez toda política intervencionista, asienta numerosos hechos falsos que, de ser verdaderos revelarían una situación intolerable en nuestro país.
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Todo lo anterior es sintomático de próximas dificultades, que acaso nos precipiten al supremo conflicto. Lo digo con profunda amargura, pero con perfecto convencimiento. Una imprudencia, no imposible, por parte del Gobierno Americano, que soliviante el ánimo sensible de nuestro pueblo; una incidencia desgraciada, cualquier pretexto, en suma, bastará para producir la conflagración. La labor perversa de negociantes ávidos y de políticos sin escrúpulos en este país, a que más de una vez me he referido en cartas y notas al Señor Secretario de Relaciones, empizan a producir su efecto. Anoché asistí a un importante banquete ofrecido por una Sociedad de Derecho Internacional y más de cuatro personas, todas ellas de representación, me expresaron en lo privado su generoso deseo de que "las dificultades" entre los dos países lleguen a una feliz solución. En Nueva York, en donde estuve hace poco para recibir a nuestro Ministro de Relaciones, algunos banqueros y hombres de negocios de primer orden, me manifestaron sus hondos temores respecto al inmediato porvenir de México, sobre todo desde el punto de vista económico. Las palabras del Secretario de Estado y algunos que me dijo el Presidente Taft en la visita que hice a raíz de mi regreso de México en noviembre último, me dejaron entender que la situación internacional está preñada de amenazas. No son ajenos a todo este estado de cosas algunos personajes americanos, entre los cuales me atrevo a mencionar al Embajador Wilson, que acaba de salir de aquí. Para aumentar nuestros peligros, se esperan a principios de enero las revelaciones del Comité investigador que preside el Senador Smith de cuya organización dí cuenta oportuna a esa Secretaría en el cual Comité figura el Senador de Nuevo México Mr. Fall, enemigo jurado de nuestro país.
He cumplido mi misión de Embajador, si nó con inteligencia, a lo menos con patriotismo. No he emitido ni el esfuerzo de acudir a los amigos personales con que cuento en los Estados Unidos para que me ayuden a conjurar los peligros a que me refiere. Mi renuncia que enviaré mañana, permitirá al Señor Presidente nombrar a un nuevo Embajador que haga frente a la situación más delicada que del año de 48 a la fecha, se ha presentado en nuestras relaciones con los Estados Unidos. Su labor será de gran aliento, la que no vacilaría ya en cometer si las circunstancias hicieran posible mi permanencia en este puesto.
Protesto a usted Señor Subsecretario las seguridades de mi alta y distinguida consideración.
(Firma) Ramón Calero
Sr. Sub. Srio. De R. E. Mex.
AHGE, Correspondencia de la Embajada de México 1912-1913, leg. 391, exp. 8, ff. 148-159. En: Antología de Documentos Históricos sobre la segunda intervención estadounidense. Veracruz, México. INEHRM, SEMAR, SEP, UNIDAD DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL, GOBIERNO DEL ESTADO DE VERACRUZ DE IGNACIO DE LA LLAVE. 2014.
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