Aproximadamente Mayo de 1911.
A LOS JEFES Y OFICIALES FEDERALES
Sois nuestros hermanos, pero seguramente no queréis reconocerlo puesto que servís en la campaña fratricida ensangrentando el suelo donde reposan las cenizas de vuestros mayores.
¿Habéis meditado en ello?
Como juzgamos que pretendéis portaros con nobleza aunque es errado el fin de vuestros actos, tengamos una cariñosa y breve plática, de alma á alma, de corazón á corazón, para guiaros á descubrir la falsedad de vuestra actitud.
Hace treinta y cinco años el grito de guerra de Porfirio Díaz era esencialmente idéntico al nuestro: Sufragio Efectivo: No Reelección; y triunfó esa bandera porque la justicia triunfa siempre.
Pero el viejo caudillo desconoció la obra de aquellas pléyades de mártires; renunció á los principios por egoismo, y traicionó al pueblo supeditando sus destinos á la influencia de los extraños; así que tenéis jefe sin honor. Dejadlo!
Además, como sois el cerebro del ejército, sin vuestro concurso, la matanza cesará y las venas de la patria ya no se desangrarán; pero si sordos á la razón continuáis, seréis los responsables del desamparo de los huérfanos, de las lágrimas de las viudas, de la miseria y del dolor popular: ahorremos nuestra sangre para cuando nos veamos afligidos por la bayonetas extranjeras.
Recordad que la misión del ejército no es sostener al presidente, sino sostener las instituciones: sea el militar la confianza de la república y no el músculo de la tiranía.
Vuestra fidelidad á Díaz os deshonra; no es el gobierno el que os mantiene, sino el sudor del pueblo que paga las contribuciones: sed, por tanto, los servidores de la democracia y no los esclavos armados de la dictadura.
La diciplina os impone obligaciones, más la justicia, os señala deberes.
La administración porfiriana se ha descarriado del sendero legal, y no obstante, os exige disciplinariamente que por vuestros compromisos la sostengáis; pero como sobre ella esta la Constitución que tenéis el dever de cumplir y HACER CUMPLIR, es vuestra obligación conjunta con vuestro deber, hacer al Gobierno que respete el Pacto Fundamental y no conducir los soldados al matadero contra los pronunciados por el Imperio de la ley!
En tal virtud; derrocad al usurpador y reestableced el orden Constitucional.
Aprovechad las enseñas de la historia; esta revolución de seguro triunfará, y los vuestros serán apuntados después como los hijos de los instrumentos del partido de la ignominia.
Si habéis de luchar, elevad la bandera de la ciudadanía conciente, de la emancipación social; si habéis de combatir, venid á nuestro lado, combatid como patriotas y no como esbirros; si habéis de morir, caed en el campo de los libertarios, morid como héroes y no como reses; si habéis de sacrificaron, sirva vuestro sacrificio no á Corral y á los neotraidores, sino al derecho, á nuestra raza, y á vuestra posteridad.
Si es forzoso que vuestra espada se bañe en sangre, desenvainada por la justicia, ¡Malditos sean los asesinos.
No es desdoro desertar de las manadas del personalismo á las filas de los principistas; venid, os esperan vuestros hermanos.
Los Restauradores de la Constitución.
Fuente:
Últimos Meses de Porfirio Díaz en el Poder. Antología Documental. (Archivo personal del general Porfirio Díaz, que se encuentra bajo custodia de la Universidad Iberoamericana) Comisión Nacional para las Celebraciones del 175 Aniversario de la Independencia Nacional y 75 Aniversario de la Revolución Mexicana. México, 1985. p. 229-230.
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