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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1876 Manifiesto que el Congreso General de Obreros, reunido en la Capital de la República Mexicana, tiene la satisfacción de dirigir a las Asociaciones de Artesanos y a todas las clases trabajadoras de la Nación.

Abril 23 de 1876

 

Hermanos muy queridos:

La idea regeneradora que inició el Gran Círculo de Obreros de esta capital para la reunión de una Asamblea General de Artesanos, está realizada.

El Congreso se ha instalado el día 5 de marzo del año actual, y nace desde ese día la república del trabajo en nuestra adorada patria.
 
El Congreso General de Obreros tiene una elevada y noble misión que llenar, y necesita manifestarse ante el poder público, ante el capital, ante sus comitentes y ante sus enemigos, con un programa que la sea la bandera  a la cual se agrupen todas las clases trabajadoras.

Sin pretensiones literarias ni políticas, el Congreso se dirige a sus hermanos, usando el sencillo lenguaje de nuestra clase, para revelarles el objeto que determinó su reunión, y que será la norma invariable de todos sus actos, así como los medios que pretende poner en acción, para conseguir aquel fin noble y sublime.

Fue convocado el Congreso para alcanzar la autonomía, la exaltación y el progreso de la gran familia obrera; su objeto en consecuencia no puede ser otro.

El medio principal, el medio próximo y necesario, es la organización federal de las asociaciones de trabajadores, que siendo libres y soberanas para su régimen interior, tengan una ley común que las ligue a un centro, en todo lo relativo a los intereses generales de la Gran Confederación.

Para que el pueblo sea completamente libre, para que pueda ser feliz, para que se halle en aptitud de llenar los difíciles deberes de sus grandiosos destinos, necesita estar organizado. El Congreso, por tanto, expedirá una Acta Constitutiva que está ya discutiendo, encaminada a organizar provisionalmente la Confederación General, y a preparar las bases para su régimen constitucional y definitivo.

El Congreso no quiere frases ampulosas, ni bellas teorías: se propone principios y medios prácticos, para remediar las necesidades de la época y del momento.

Como las Sociedades en general y la Gran Confederación en particular, necesitan y han de necesitar de una existencia política y civil bien definida, de acuerdo con los derechos que corresponden a todos los ciudadanos de una República culta y libre, el Congreso procurará que se expidan por las Cámaras de la Unión, por las legislaturas de los Estados y por las autoridades judiciales y administrativas, respectivamente, las leyes, decisiones y providencias que otorguen y garanticen esos derechos; aunque desde ahora declara la Gran Asamblea de Trabajadores, de la manera más solemne, que ni aspira a convertirse, ni se convertirá nunca en club político, mercantil o religioso, para servir de peldaño a ambiciones personales. Si alguna vez el Congreso tratare de política, será siempre dentro de la esfera legal, y cuando lo hicieren necesario, ya la integridad, independencia y felicidad de la patria, ya los intereses generales y colectivos de los obreros.

La emancipación del trabajador es imposible si consiente en ser siervo de sí mismo por la ignorancia y por el vicio; si es esclavo del rico por la tasa arbitraria del salario, por la miseria y por la deuda; si por último renuncia, con punible indiferencia, a ejercer por la vía legal, ante las autoridades públicas debidamente constituidas, las facultades constitucionales de imprenta libre, de asociación y de petición.

El Congreso se propone romper estas cadenas por los medios prácticos siguientes:

Primero. La instrucción de los obreros adultos y la enseñanza y educación obligatoria de los hijos de éstos.

Segundo. El establecimiento de talleres, en los que se proporcione trabajo al artesano, con independencia del particular y del capitalista, para ponerlo a cubierto de la miseria, auxiliarlo en sus enfermedades, ampararlo en todas sus desgracias y alejarlo de la posibilidad de que sea deudor, porque el hambre avasalla muchas veces el decoro personal.

Tercero. El empeño eficaz de conseguir que sean en todo tiempo una verdad para el obrero las garantías políticas y sociales, y que el servicio militar no recaiga exclusivamente en ellos, sino que se distribuya de una manera equitativa por medio de una ley especial, entre todos los hijos de la Republica, ya sean sabios o ignorantes, ya fueren pobres o ricos.

Cuarto. EI aseguramiento de la más plena libertad en la elección de los funcionarios públicos; la absoluta autonomía en su conciencia y en su culto; la defensa legal contra las exageraciones o desigualdades de que pudieran revestirse los impuestos, y un sistema de protección ilustrada para la industria y para las artes.

Quinto. El nombramiento de procuradores generales de los obreros, encargados de gestionar y promover ante las autoridades federales y de los Estados, todo aquello que pudiese ser provechoso o necesario para ellos mismos.

Sexto. La fijación del tipo del salario en todos los Estados de la República (según lo requieren las circunstancias de localidad y el ramo de que se trate), o sea la valorización del trabajo por los mismos trabajadores, con el propio derecho con que los capitalistas ponen precio a los objetos que forman su capital.

Séptimo. La creación de exposiciones industriales, promovidas y sostenidas por los artesanos, donde se puedan premiar y vender las mercadas de los trabajadores, en periodos sucesivos, sin necesidad de la acción gubernamental, despertándose así el espíritu de iniciativa y de empresa entre los artesanos.

Octavo. La variación del tipo del jornal, cuando las necesidades del obrero lo exijan, pues así como los capitalistas alteran el valor de sus mercancías, en los casos en que lo juzgan conveniente, también el obrero tiene el derecho de hacer subir el precio de su trabajo, hasta conseguir llenar con él sus necesidades particulares y sociales.

El Congreso dedicará una atención preferente al importante asunto de las huelgas; se ocupara también de mejorar hasta donde sea posible LA CONDICIÓN DE LA MUJER-OBRERO, y procurará que su claro y conciso programa sea bien desarrollado y explicado en la Constitución; pero para expedir ese Código necesita del apoyo de todas las Asociaciones y de todas las clases trabajadoras que aun no se organizan en sociedades especiales. Resuelto por la Asamblea, que ninguna Asociación pueda acreditar ante ella más de cinco delegados, se espera por los que suscriben que las sociedades que no hayan nombrado aun sus representantes en el Congreso, los nombren cuanto antes, y que las que hubieren designado para representarlas a una comisión menor de cinco ciudadanos, la hagan llegar al número citado, a fin de que todas las Asociaciones tengan la misma fuerza de voz y voto en el Congreso, pues cualquiera que sea la cantidad de sus miembros, no por eso dejan de significar lo mismo que las otras, como entidades morales: esa es la teoría esencial de toda federación.

Por lo que queda expuesto, el Congreso desea que desde hoy se le reconozca como centro de la Gran Confederación de las clases trabajadoras, y que todas las Sociedades se entiendan y relacionen con él, para tener el prestigio y la fuerza de la Unión, única con que podemos salvarnos.

En cuanto al particular relativo a los fondos pecuniarios; en cuanto a si este Congreso ha de ser una vasta asociación con recursos formados por el óbolo del obrero, o si por el contrario, no ha de poseer tesoro de ninguna clase, punto es este que no pudiéndose resolver todavía, se acordará más tarde en la Constitución, según el parecer de la mayoría de los delegados. Para esto será conveniente que desde ahora, todas las Asociaciones den a sus representantes respectivos, instrucciones detalladas y precisas.

Los signatarios de este manifiesto creen que es de todo punto necesario que el Congreso Obrero sea en la más alta acepción de la palabra, libre, soberano e independiente, sin otra liga que la que impongan las leyes de la patria.

Siguiendo el consejo de un escritor contemporáneo, el Congreso proclama la felicidad por la limpieza del corazón y la poesía del sentimiento; predica el amor a las cosas serias y prácticas; la cultura intelectual y moral; y no que juzguemos la suerte del país en discursos y proclamas, en los que únicamente luzcan la habilidad y la elocuencia.

Cada uno de los representantes dice a la Sociedad que lo ha nombrado, que la piedra del edificio esta puesta; que el auxilio, la cooperación y la influencia de cada Asociación consumarán la obra; y que espera que las manifestaciones de adhesión y el voto de confianza de sus comitentes excitarán la fe del Congreso: fe tan santa como la causa que proclama; tan inmensa, como el amor fraternal que nos liga, y tan realizable como todas las ideas morales y justas que llevan la bendición de la conciencia.

El lema del Congreso Obrero se concreta en el sublime grito de Espartaco: MI LIBERTAD Y MI DERECHO.

Por la Sociedad Progresista de Toluca, y aceptando con gratitud el honor que generosamente se digna otorgarme la benevolencia del Congreso, disponiendo que firme yo en este lugar, Prisciliano M. Díaz González.

El representante de la Sociedad Unionista del ramo de Sombrerería, Pablo M. Carreño, presidente del Congreso Obrero. Por la Sociedad de Meseros "Unión y Concordia", Agapito Silva, vicepresidente. Por la Sociedad Artístico-Industrial, Eliseo Aguilar Medina, primer secretario. Por "La Mutualidad", sociedad establecida La Colmena (Estado de México), 4a. sucursal del Gran Círculo de Obreros de México, Vicente S. Reyes, tercer secretario. Como representante de la Sociedad Alianza y Amistad, Vicente Núñez, cuarto secretario.

Por la sociedad "Fraternidad y Constancia" de Peluqueros, Ignacio Varela. Por el Gran Círculo de Obreros de México, Manuel Álvarez. J.P. Gallardo y Rionda. Jesús Venegas. Por la 2a. sucursal del Gran Círculo, en la fábrica de S. Ildefonso, Modesto Márquez. Por la: 5a. sucursal del Gran Círculo, en Rio Hondo, Carlos Larrea. Por la 10a. sucursal del Gran Círculo, en Cuernavaca, Mariano García. Vicente Lagarrique. Por la 20a. sucursal del Gran Círculo, en Monterrey, Francisco Castro. Por la 22a. sucursal del Gran Círculo, en Mier (Tamaulipas), Andrés C. Vázquez. Antonio del Valle. Por la 23a. sucursal del Gran Círculo, en Veracruz, Victoriano Mereles. Por la Sociedad Artístico-Industrial, Ricardo Benvenuto Velatti. Mariano Alegría. Juan Y. Serralde. Por la Sociedad Unionista de Sombrereros, Bernabé Arriaga. Pedro Ordóñez. Por la Sociedad de Mineros, Francisco de P. Vera. Por la Sociedad Fraternal de Carpinteros, Agustín Armas. Por la Asociación de Tapiceros, Román Sixtos Álvarez. Por la Sociedad de Talabarteros, Pedro Soto y Díaz. Placido Briseño. Miguel R. Alaníz. Amado Escartín. Por la Sociedad Científica, Artística y Literaria El Porvenir, Juan R. de Arellano. Miguel A. O'Gorman. Luís G. Rubín. Nicolás R. de Arellano. Francisco Ortiz. Por la Sociedad del ramo de Sastrería, Gil S. Villela. Manuel Huerta. Ventura González. Francisco Aduna. José Romero. Por la Sociedad Fraternal de Meseros, E. Capdevielle. Por la Sociedad Regeneradora del nobilísimo Arte de Guttenberg, V. Corral. Ramón Leyva. Por la Sociedad de Artesanos de Pachuca, Carlos de Olaguibel y Arista. Por la Sociedad Mutua de Sombrereros, Mortiño C. Dhiosdado. Manuel Chacón. Por la Sociedad de Meseros "Unión y Concordia", Ramón Díaz Barreiro. Por la Sociedad Filantrópica de Obreros Laguenses, Pomposo Cornejo. Mucio Vázquez. Por la Sociedad Fraternal Farmacéutica, Isidoro Gomes Tagle. P. Lezama. Por la Sociedad Protector a de Artes y Oficios de la H. Veracruz, Pedro M. Porrez, Miguel Ríos Toledano. Por la Sociedad Progresista del Siglo XIX, Ramírez O. Manuel. Heras Andrés. Por la Sociedad de San Pedro Atzcapotzaltongo Felipe J. Ibáñez. J. Miguel Vidal. Tiburcio Valadéz. Por la Sociedad "Esperanza" de Zapateros, Diego León. Victoriano Monzuri. Por la Sociedad Artística de Declamación, Francisco Nava. Gerardo López del Castillo. Por la Sociedad de Artesanos de Oaxaca, J. Munuzuri. Por la Sociedad de Canteros, Dionisio Molina. Por la Sociedad Unión de Tejedores, Rafael P. Montoya. Por la Sociedad Providencia y Fraternidad, J. Vázquez. Por la Sociedad Artesanos de Guanajuato. Juan de M. Rivera. Por la Sociedad Progresista de Artesanos de Toluca, Miguel Sánchez de Tagle. Por la sociedad mutua de Torneros, P. Terrazas. Por la diputación de la Sociedad de Plateros, Batihojas, y Tiradores, Francisco Vargas. Por la Sociedad Artístico-Regeneradora de Toluca, Julio Vargas. Por el Círculo Industrial Cordobés, Gustavo Adolfo Baz. Por la diputación de la Sociedad Xiconténcatl, Unión de Tablajeros, V. Landini.

FIRMAS DE LA COMISIÓN DICTAMINADORA:

Andrés C. Vázquez, representante de la 22a. sucursal del Gran Círculo, en Mier (Tamaulipas). Felipe J. Ibáñez, representante por la Sociedad de S. Pedro Atzcapotzaltongo. Juan R. de Arellano, representante de la Sociedad Científica, Artística y Literaria "El Porvenir". Pedro Soto Díaz, representante de la Sociedad Mutua de Talabarteros. Juan Y. Serralde, representante de la Sociedad Artístico-Industrial.

Voto de Gracias

Eliseo Aguilar Medina, primer secretario del Congreso Constituyente Obrero de la República Mexicana.
 
Certifico: que en la sesión celebrada el día 17 del corriente, el Congreso Nacional Obrero, a moción del que suscribe, acordó dirigir un expresivo voto de gracias a la Comisión encargada de dictaminar acerca del proyecto de manifiesto presentado por el C. Lic. Prisciliano M. Díaz González, por consignar dicha Comisión en su dictamen los sentimientos que animan al Congreso Obrero, haciéndose fiel intérprete de sus ideas.

Juan Y. Serralde, representante de la Sociedad Artístico-Industrial.

Fuente: El Socialista, 23 de abril de 1876. Año VI, No 173