Abril 1 de 1869.
Ciudadanos Diputados:
Al comenzar el nuevo período de vuestras sesiones, puedo con justo motivo felicitaros, porque las dos graves perturbaciones de la paz pública que durante vuestro receso ocurrieron en Puebla y Yucatán, han desaparecido ahora en un rápido término, mientras que en otras épocas hubieran podido acarrear dilatadas y funestas consecuencias.
Bastaron pocos días para dispersar enteramente los restos de los sublevados en Yucatán, que habían huido de la ciudadela de Mérida sin poder alcanzar el objeto de su empresa. La rebelión levantada en una ciudad tan importante como Puebla, donde en breve pudo reunir numerosos elementos, tuvo que retirarse luego; y despareció en 19 días, no quedando en ella ni la más pequeña partida que sostuviese su bandera.
En Tamaulipas se ha continuado persiguiendo empeñosa y eficazmente á los sublevados allí contra las autoridades del Estado. Distribuidas convenientemente las fuerzas de la Federación que operan en el mismo, protegen á todas las poblaciones de alguna importancia que pudieran amagar los rebeldes, sin cesar, además, de perseguirlos. Reducidos á un corto número, sosteniéndose sólo por los accidentes de un terreno extenso y despoblado y batidos ya varias veces, debe esperarse que dentro de poco queden completamente sometidos.
Hay que señalar todavía, por desgracia, un nuevo motín que acaba de ocurrir en Culiacán, pretendiendo cambiar las autoridades del Estado de Sinaloa. Inmediatamente han marchado fuerzas leales para combatirlo, cumpliendo el deber de conservar la paz y sostener á las autoridades legítimas de los Estados. Las noticias recibidas dan poca importancia á este motín, pudiendo asegurarse que si no lo ha sido ya, será prontamente sofocado.
En la represión de los trastornos ocurridos después del término de la guerra extranjera, son un título de honra para el Ejército, sus constantes pruebas de que lo forman soldados verdaderamente republicanos. Es digno de los buenos hijos de México, que con valor y abnegación defendieron la independencia de su Patria, no empañar nunca la gloria que adquirieron, siendo siempre leales á su deber y fieles defensores de la ley.
Infunde grande esperanza é inspira viva satisfacción, mirar que la opinión general de los pueblos es el sólido apoyo de la paz, condenando á cuantos pretenden trastornarla y quieren apelar á la fuerza para sobreponerse á la Constitución y á las leyes.
La sensible repetición de algunos trastornos públicos ha servido, sin embargo, para demostrar que no se debe temer su triunfo, estando reprobados por el buen sentido general de los mexicanos.
Esto ha servido para afirmar más la fe en nuestras instituciones, y para aumentar la grande confianza en el porvenir, con que saludamos hace dos años la victoria de la República sobre la pretendida Monarquía, y el triunfo de la Patria sobre la intervención extranjera.
Con el mantenimiento de la paz, podremos consagrar nuestros esfuerzos á mejorar la condición de la sociedad, extirpando las causas de su malestar. La principal entre ellas es la falta de seguridad, que proviene del temor al robo, y sobre todo al plagio, que aterra y paraliza el movimiento y la vida de la sociedad. Profundamente penetrado el Gobierno de que éste constituye la peor plaga social, dirigió una iniciativa al Congreso en el período anterior de sesiones.
Para formarla, meditó en los medios que consideró insuficientes, y en los que creyó eficaces para curar un mal que no permite dilación. Sin tener el Gobierno la presunción de acierto, y guiado sólo por la conciencia de su recta intención, no duda de que el Congreso se dignará ocuparse de este grave asunto, para resolver lo que en su sabiduría crea mejor.
Es otro punto de grande interés para la sociedad, mejorar nuestra lenta y embarazosa administración de Justicia. Con ese fin, el Gobierno dirigió una iniciativa sobre el establecimiento de Jurados en el Distrito Federal, esperando que, en cuanto lo permitan los multiplicados asuntos de que tiene que ocuparse el Congreso, concederá á éste una especial atención.
Dentro del plazo señalado por el Congreso, dictó el Gobierno el reglamento de la ley sobre Jurados militares. Igualmente ha hecho ya, conforme á las bases fijadas por la ley del Congreso, la reforma del plan de Instrucción Pública en el Distrito Federal.
Se está preparando una iniciativa sobre el deslinde de los terrenos baldíos y el fomento de la colonización. Nadie puede desconocer que deben favorecerse por todos los medios posibles, la inmigración y colonización, como indispensables para desarrollar la agricultura y poner en acción todos nuestros elementos de riqueza que aún están por explotar.
Siendo tan justo y regular que el pueblo determine por medio de sus Representantes, los ingresos y los gastos públicos, dispone con razón nuestro Código Fundamental, que en este período se ocupe preferentemente el Congreso, de decretar los presupuestos. Así desempeña una de sus más importantes prerrogativas la Representación nacional.
Recibid, ciudadanos Diputados, los votos que hago por el mayor acierto en vuestras deliberaciones que, con vuestra ilustración y patriotismo, serán siempre provechosas para el bien público.
Contestación del C. Nicolás Lemus, Vicepresidente del Congreso.
Ciudadano Presidente:
El cuarto Congreso Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, después de haber oído el Mensaje que contiene la narración de la marcha de los negocios públicos, dando cumplimiento á las expresas prevenciones del Pacto Federativo, vuelve hoy al ejercicio de sus tareas, inaugurando en esta ceremonia solemne el último período de sus sesiones ordinarias, y se felicita á nombre de la Patria, por la regularidad con que hasta aquí han caminado los altos Poderes de la Federación en el desempeño de sus respectivas funciones, no obstante las diferentes asonadas con que los malos ciudadanos han pretendido perturbar el reposo público.
Los Representantes de la Nación en el actual Congreso, comprendieron que después de nuestra segunda independencia, conquistada tan gloriosamente como la primera, para formar un pueblo feliz del pueblo mexicano, disperso en el territorio del Anáhuac como un haz quebrantado, es indispensable ahogar con mano severa, de una vez para siempre, la hidra de las sediciones.
Por lo mismo, consultando no la prensa periódica, que es aún entre nosotros muy poco numerosa para que pueda ser considerada como órgano legal y perfecto de la opinión pública; no las arengas de falsos tribunos, sino la voz de su conciencia y el patriotismo de su corazón, han recomendado constantemente al Gobierno la mayor energía en la represión de los motines, y lo han revestido de toda la fuerza que pueda dar al desarrollo de su política la confianza que le ha manifestado hasta ahora la Representación nacional; y se congratulan por haber visto que el Ejecutivo ha hecho buen uso de esta confianza.
El Congreso, que ha observado que los enemigos de la Administración, ciegos por su sed de mandar, sin contenerse en los límites de una justa crítica, han ido hasta á llevar al extranjero en sus escritos la vergüenza de la Patria; el Congreso, que comprende que si las facciones siguen turbando la paz de México, éste, más tarde, destruido y débil, será fácilmente presa de una nueva invasión, ha rechazado siempre con la imparcialidad fría de su elevado encargo las apreciaciones violentas y apasionadas, y continúa, por conducto del que hoy tiene la honra de representarlo, recomendando al Ejecutivo que consagre al sostenimiento de la paz y de las instituciones, todos los medios de que puede disponer.
El período de sesiones que comienza en esta fecha, está destinado á la discusión del Presupuesto; trae el Congreso para tan grave asunto, la experiencia del año económico que va terminando; ha observado entretanto cuáles son los gastos de la Administración, cómo podrán ser mejor distribuidos y cuáles economías será prudente establecer. Conoce que la fuerza pública que hoy compone nuestro Ejército, es indispensable al sostenimiento de las instituciones; y dedicará, por lo mismo, su atención á procurarle un Presupuesto que, sin ser dispendioso, la conserve en estado de prestar, como hasta aquí, oportunamente sus servicios á la Nación.
Atenderá con la misma solicitud al mejoramiento de los caminos actuales y á los gastos de los caminos en vía de apertura, para facilitar así las distancias y dar movimiento al tráfico interior. En suma, cuidará de satisfacer las demás exigencias de la Administración, si no con esplendidez, sí con el decoro que demanda la honra nacional, estableciendo un término justo entre las necesidades públicas y los recursos financieros de la Federación.
El Congreso comprende la necesidad que tiene el Gobierno de mantener y aun aumentar el Crédito público, base de todo buen sistema de Hacienda, y procurará dar una solución patriótica y equitativa á la Deuda nacional, manteniéndose en los más estrechos límites de la prudencia, para no conceder de ninguna manera derechos que perjudicarían más tarde los intereses de la República.
El proyecto de ley sobre seguridad general y otros varios asuntos de alta importancia, quedaron pendientes en el último período de sesiones por falta de tiempo; y como la necesidad de terminarlos es cada día más apremiante, el Congreso se propone discutirlos y resolverlos en este período, respetando, sin embargo, el precepto constitucional que previene que se trate de preferencia la cuestión de los Presupuestos; pues la Asamblea no puede ser indiferente al malestar que sufre la Nación, por falta de seguridad pública.
Se propone, por tanto, someter este negocio al examen concienzudo de una política fuerte y regeneradora, y dictar medidas eficaces que extirpen para siempre el plagio y el robo, llegando hasta el doloroso sacrificio de suspender algunas garantías constitucionales, si fuere necesario, pues comprende con el Ejecutivo, que la República no podrá nunca desarrollar sus elementos de prosperidad y progreso, si no destruye en todo el país la plaga del vandalismo.
Con igual empeño hará lo posible por dedicar algún tiempo á las iniciativas del Gobierno, pues conoce de cuán grande importancia es la colonización, que consultará una de ellas, para poblar las inmensas soledades de nuestro suelo con ciudadanos laboriosos; y ve también con satisfacción la solicitud del Ejecutivo, en procurar al país la sabia mejora del juicio por Jurados, institución muy liberal, que una vez establecida, será el complemento de las franquicias consignadas en la Carta de 57.
La Representación nacional se congratula por haber visto al pueblo rechazar con indignación las asonadas que tuvieron lugar en estos últimos tres meses; se felicita por su pronta represión, dando un voto de gracias á los buenos soldados que supieron llevar la campaña á tan feliz término; espera que de la misma manera serán vencidas las dificultades quo han ocurrido nuevamente en Sinaloa, y observa con verdadero regocijo que el Gobierno, limitándose á los recursos ordinarios de la Constitución, no ha tenido que recurrir á medidas excepcionales que sólo la extrema necesidad puede justificar algunas veces.
El Congreso tiene fe en el porvenir de la Nación, y hace por mi medio los más ardientes votos para que la civilización, la paz, la libertad y la unión, queden establecidas y consolidadas definitivamente en el suelo mexicano.
Fuente:
Los presidentes de México ante la Nación: informes, manifiestos y documentos de 1821 a 1966. Editado por la XLVI Legislatura de la Cámara de Diputados. 5 tomos. México, Cámara de Diputados, 1966. Tomo 1. Informes y respuestas desde el 28 de septiembre de 1821 hasta el 16 de septiembre 1875.
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