Palacio Nacional, Chihuahua, enero 26 de 1865
Al ciudadano Matías Romero,
Enviado extraordinario y ministro Plenipotenciario
de la República Mexicana en los Estados Unidos de América Washington
He dado cuenta al ciudadano presidente de las notas de usted que recibí ayer, número 278, de fecha 24 de octubre y números 282 y 289, de fecha 2 y 12 de noviembre último.
Manifiesta usted en las dos primeras que, sin tomar ninguna parte oficial ni extraoficialmente, tenía usted conocimiento de las gestiones que estaban haciendo algunas personas; con el objeto de llegar a explorar la opinión de ese gobierno, sobre si prestaría auxilios eficaces a la República Mexicana, con tal que se ofreciera ceder a los Estados Unidos alguna parte del territorio nacional. En la otra nota expone usted las observaciones que le ha parecido conveniente someter a la consideración del gobierno acerca de este asunto.
Creo innecesario ocuparme ahora de él con alguna extensión, supuesto que por sólo la previsión de que pudiera tocarse este punto, lo comprendí entre las instrucciones que di a usted en mi nota número 21, de 30 de diciembre anterior.
Mencioné a usted entonces las leyes del Congreso de la república que han concedido amplísimas facultades al gobierno, con la restricción de no perjudicar la independencia e integridad del territorio. Tiene, pues, el gobierno que cumplir fielmente ese sagrado deber.
Aun cuando no lo tuviese, se abstendría siempre el gobierno de la república de querer enajenar ninguna parte del territorio, por su propia voluntad y convicciones. Ya las he expuesto a usted otras veces, así como los fundamentos de ellas que ahora seria inútil repetir.
En tal virtud, el ciudadano presidente me ha encargado decir a usted que no sólo aprueba su resolución de abstenerse oficial y extraoficialmente de tomar parte alguna en este asunto, sino que también recomienda a usted que siempre que tenga noticia de que se ocupen de él aquellas personas u otras, procure usted disuadirlas e influir en que prescindan de esas ideas, que el gobierno considera muy perjudiciales para la causa de la república. Cree también que, aun prescindiendo de su realización, sería perjudicial el solo hecho de saberse que promovían este punto algunas personas, aunque éstas no tuviesen ningún carácter ni funciones públicas.
Protesto a usted mi muy atenta consideración.
(Sebastián) Lerdo de Tejada
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