México, diciembre 8 de 1864.
A V. M. la emperatriz Eugenia.
Señora y muy querida hermana:
Ayer llegó el nuncio a México sin hacer manifestaciones de ninguna especie; nos hubiéramos arreglado para prevenirlas si se hubiesen presentado.
Por tanto, es un comienzo satisfactorio.
El sábado será recibido por el emperador.
De parte del emperador envío a V. M., o mejor dicho a VV. MM., el proyecto de concordato a fin de que estén enterados con anticipación.
El borrador lo encuentro perfecto, pues a primera vista parece inofensivo, pero no deja de ser liberal.
Sólo existe un punto que me gustó menos: es el que se refiere al reconocimiento de una religión de Estado, punto tan discutido desde hace 50 años.
Sin embargo, con respecto a este país, la posición del gobierno difiere de la del gobierno del 1er. (primer) cónsul en Francia.
Éste había propuesto relevar al catolicismo y sabía que Francia era bastante creyente en su esencia y sus tradiciones para poder pasarse sin una religión de Estado, cuestión más bien de forma que de fondo.
Aquí, por el contrario, lamento constatar, en oposición a lo que piensan el Sr. Gutiérrez (de Estrada) y amigos, que este país es mediocremente católico.
El seudo catolicismo creado por la mezcla con la religión indígena ha muerto con los bienes del clero, su base principal.
Pero como un pueblo necesita una religión, muchas personas se inclinan al protestantismo que les resulta más cómodo y menos dispendioso, pues los sacramentos son sumamente caros y quizás también en previsión de un porvenir que parecía cercano: la absorción por la raza angloamericana.
En este estado de cosas el reconocimiento de la religión católica como religión del Estado es, de hecho, pasar de los restos en descomposición del catolicismo del siglo XVI al del siglo XIX con sus luces, su caridad y su devoción e introducir un culto nuevo, depurado, indispensable al punto de vista político y a la conservación de la raza española en América y único medio capaz de detener la invasión de las sectas estadounidenses.
Confieso que estos pensamientos me han reconciliado con la fórmula "religión del Estado", a la cual la tolerancia de cultos, puesta en primera línea, da su verdadero sentido asegurando la libertad de conciencia, tal como existe en Francia.
La nacionalización de los bienes del clero producirá un inmenso entusiasmo y llenará las arcas del Estado pues, obteniendo por nada los bienes no vendidos que son de precios muy subidos y vendiéndolos luego, se realizará un soberbio negocio.
Envío a V. M. un ejemplar de La Orquesta, periódico satírico liberal, para que veáis que el concordato proyectado ayer supera al programa del partido liberal.
El grabado es característico: los liberales en forma de abeja entran en la colmena del emperador porque encuentran mayor cantidad de miel que en las flores silvestres de Juárez quien, en vano, se esfuerza por cazarlas en su red.
También llamo la atención de V. M. sobre el decreto que sustituye el consejo de Estado y quién elige los miembros; va a reunirse hoy y será abierto por el emperador.
Espero que esta gran institución con la que Napoleón I regeneró Francia, también dé sus frutos en México.
A continuación de estos dos decretos, se publica una circular dirigida a los prefectos, notable por su firma, la del Sr. Cortés Esparza, presidente de la Corte Suprema durante la época de Juárez y hoy ardiente admirador del emperador, el más avanzado de los liberales del gabinete.
Sabiendo cómo V. M. se interesa en todo lo que nos atañe, hasta en mínimos detalles, os envío también el programa de un concierto para 300 personas que hemos dado el martes.
Asistió Bourdillon quien podrá contarlo a V. M.; no eran las Tullerías ni la sala de los mariscales, pero pensando que estamos en las antípodas de todo eso, no podemos menos de ver que la sociedad es bastante agradable.
El canto de los italianos respiraba un perfume de civilización muy dulce para los corazones europeos.
Se encontraban entre la concurrencia mujeres muy hermosas, algunas de mis damas de palacio de las que trataré de enviar fotografías a V. M.
Me falta deciros cuánto me conmovió vuestro querido mensaje del que poseo hasta el borrador, gracias a los amigos que me sirve tan bien.
Me causó tanto placer que en un santiamén estuve en las habitaciones del emperador y ahí mismo lo copié y lo mandé al mariscal.
Espero que la respuesta telegráfica también haya llegado a tiempo y os ruego creáis en la sincera amistad con que soy la muy devota hermana de V. M. (ver Nota 1)
Carlota
Nota:
1. Original en francés.
Benito Juárez. Documentos, Discursos y Correspondencia. Selección y notas de Jorge L. Tamayo. Edición digital coordinada por Héctor Cuauhtémoc Hernández Silva. Versión electrónica para su consulta: Aurelio López López. CD editado por la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco. Primera edición electrónica. México, 2006.
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